viernes, 5 de julio de 2013

Demolition Lovers: CAPÍTULO DOS.


[Play: http://www.youtube.com/watch?v=ChRM10zNInM ]

Capitulo dos:
Amantes Demolidos... Realmente demolidos. 



Él se siente sofocado por el infierno que le rodea, le quema y le nubla la vista porque ahora es así como lo ve todo, como el jodido infierno en el que se pudrirá. Porque no tiene el valor de apuntarse en la cabeza. Quiere quedarse, pero ahora ya no tiene un motivo exacto para hacerlo. Ella ya no está y él debe ir tras ella para no olvidarse de su promesa.

No quiere moverse de su lugar ahora, pero es necesario que vaya a otro lugar más. Recuerdos comienzan a bombardearlo y se siente terriblemente muerto. Quiere acabar con ese sufrimiento ahora, pero sigue con la cobardía del arma en las manos.

“Te amo, más de lo que podría hacerte saber”.

Había hecho las cosas mal. La mató y él ni siquiera le recordó que también la amaba.
Nadie se daría cuenta de ese cadáver junto a él. La mató y no tenía el valor de matarse a él mismo, era un maldito cobarde ¡Y ni siquiera le dijo que la amaba! La acerco más a su cuerpo y la abrazó con amabas manos aunque supiera que jamás le iba a responder.

Su mano ya fría como un cubito de hielo, descansaba sobre la suya. La sentía suave aún al tacto. Sus ojos seguían abiertos y reflejaban una profunda tristeza. Tristeza que él había ocasionado. Estaban llenos de lágrimas que pareciera que pudiera soltarse a llorar, pero ninguna gotita de agua salada caía.

Y es que fue tan desprevenido, creo que si lo pensaba mejor, aún podían haber escapado. Pero es que ya estaba cansado de huir, estaba cansado de prometerle a su amada que todo estaría bien cuando él no lo sabía exactamente. No sabía por cuánto tiempo más se podría mantener huyendo de esa manera. Solo se amaban. Su actitud fría era porque no podía permitirse causarle daño a ella.

Fácil sería haber tomado la carretera y huir, huir juntos tomados de la mano como lo venían haciendo de hace un tiempo ya. Su fin era estar juntos. Se habían prometido terminar sus días uno junto al otro, no importando la situación, y en realidad así terminaban ahora. Estaban llegando a su hora final y aún se mantenían unidos por las manos. Juntos hasta el fin.

Él siempre intento hacerle saber todo lo que la amaba, a todas horas, en verano, primavera, otoño, invierno, en invierno especialmente. La época preferida de su amada, pero la más difícil sin duda; copos de nieve que albergaban sus secretos, sus más profundos y oscuros secretos, los secretos que nadie debía saber. Esos secretos que cada vez iban aumentando conforme las noches, juntos pasaran.

Él la arrastró a ese infierno, casi la había obligado, pero claro que no fue complicado. Su amada le era fiel y él le prometió que todo saldría bien, le prometió que estaría a su lado hasta el fin. Pero ahora no había nada más que hacer. No podía permitirse seguir huyendo. Tenían que caer, ir hacia abajo.

Estaban atrapados como gatos. Los tenían atrapados y no podían huir más.

—Lo digo en serio—. Susurró agachándose para llegar a la altura del rostro de ella, tomándolo con ambas manos y alzándolo para que esa fría mirada llegara a su corazón y comenzara a dolerle. — Te haré saber… — Apunto su pecho —, lo mucho que significas para mí—.

“—Los tenemos rodeados—”

Y entonces una lluvia de balas comenzó a retumbar en sus oídos ensordeciéndolo y haciéndolo sentir aún peor si se podía. Sentía como si las balas fueran los copos de nieve y la mano inerte en su mano se apretaba con fuerza. Su mirada se nublaba y era un efecto de las lágrimas que había estado reprimiendo desde que ella estaba con él. Porque ella no podía verlo así, tan roto y muerto. Tenía el mundo en sus manos y ahora lo perdía todo.

—Estoy… estoy tratando de hacerte saber cuánto significas para mí, mientras los días y noches pasan, mientras la nieve cae, y nosotros nos desvanecemos. Hasta el fin de esa lluvia de sangre. Te lo digo enserio. Eres la única — Tomo su mano con fuerza y se apunto el pecho también. — Ahora, les demostraremos a todos lo mucho que significamos.

Las balas gastadas y usadas caían a sus pies, él aún con la mirada hacia su amada y con el arma apuntando su vida no se sentía aún con las agallas. Sus manos temblaban fuertemente como si tuviera Parkinson. Pero era muy joven para tener esa enfermedad. No era otra cosa más que miedo y terror. Pero este desaparecía en cuanto recordaba el hecho del porqué de su situación.

Cerró los ojos fuertemente y echó la cabeza hacia atrás, tratando de analizarlo como un sueño, un dulce sueño en el que podrá estar a salvo. En su sueño estará junto a ella, la besará y serán almas por siempre y siempre. Nadie podrá lastimarlos. Serán siempre amantes. Amantes demolidos.

Amantes que estarán juntos en su otra vida y en la que sigue. Porque lo han prometido, se mantendrán juntos para siempre y siempre.

—No puedo huir más contigo—.

Respirando profundo. Y entonces jaló el gatillo.

Pero no supo que lo mató. ¿Su bala o la de alguien más? Las balas comenzaban a atravesarlo como si fuese un fantasma. Y ahora era para siempre. Sintió el dolor, pero no sabía en que parte de su cuerpo se encontraba esa bala que cortaba sus hilos a la vida. Y realmente no quería saberlo. Estaba muriendo.

Ella sabía que él la amaba, las veces que le demostraba que lo era todo, las veces que le dedicaba mil puñaladas como si fueran rosas en cuanto cortaba y desgarraba la piel de algún inocente. Pero no pudo recordárselo. Y ahora no estaban juntos. No estaban ni siquiera pagando su castigo en el purgatorio. Él estaba en el infierno. Por siempre.

Él sentía el dolor en su pecho muy fuerte. Sentía que flotaba en su piscina de sangre, le tomo la mano con el brazo libre y se giró para verla por última vez. Sus miradas vacías se encontraron, pero en cuanto el contacto fue asimilado una esperanza de amor surgió en ellos. Amor que quizás en otra vida tendrían. O en esta. No lo saben, pero ahora que los han separado, todos van a pagar. Nadie debió separarlos.

Nunca fueron una pareja normal, no existieron besos de cariño, abrazos de cariño, no hubo más que amor maduro. Amor que festejaban arrebatándoles la vida a personas para comer. Y no es que su amor renaciera de las viseras de aquellas personas, más bien era como que se habían escapado juntos en la primera oportunidad que tuvieron. Y desde luego que tenían que comer. Eh ahí la aparición de aquellas personas vagabundas y que desperdiciaban su vida en fiestas.

Tenían su leyenda, eran famosos. “No salgas en madrugada o los amantes de la noche de comerán los órganos y te dejaran destripado por la calle”. Claro, a todos les parecía una mera estupidez que dos enclenques estuvieran ocultos en la noche. Pero eso era cierto. Ellos existían y ahora la verdadera pesadilla de vampiros nocturnos comenzaba.

Quieren su dulce venganza.

Tirado aún en medio de aquel desierto con el sol mañanero pegándole en la cara, flashazos comenzaron a llegar como bombardeos a su cabeza. Mitad consiente mitad inconsciente, solo sabía que recordaba el eterno amor que se habían jurado juntos. Y ni siquiera estaban en su tumba.

Se habían suicidado para no pagar su delito como debían. Sin dejar que la policía los atrape vivos. Todo por amor ¿No?

Sus ojos se cerraron, sin embargo aún sentía ese dolor punzante en su pecho, sentía la mano de su amada apretujada con fuerzan con la suya y escuchaba murmuros, gritos y ruido realmente fuerte de balas cayendo sobre ellos. Y entonces se dio cuenta en sus últimos momentos que no querían hacerlos pagar en prisión. Querían matarlos. Pero entonces ellos habían ganado. Ellos habían terminado primero con su vida, antes de que los atraparan y sufrieran una dolorosa despedida.

“Estoy haciéndote saber lo mucho que significas para mí, ahora todos lo saben, saben lo mucho que significamos”

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