viernes, 5 de abril de 2013

Summertime.



Sysack: Oliver Sykes y Andy Biersack



—Vamos—. Carraspeo y trató de zafarme desesperadamente la remera que traía encima. —Sólo… Sólo quítate la ropa, no tengo mucho tiempo—. Lo miré de mala gana y me mordí el labio inferior aguantándome las ganas de romperle el rostro de un puñetazo. —Sabes que Thomas me espera para la cena—.
—Si tanta prisa tienes por irte, mejor vete, no soy tu prostituta—.Respondí con cierto tono que irradiaba; celos y odio, tome mi remera y la solté de sus manos acomodándomela de nuevo. —No me gustaría que tu cena… se enfriara—.
Él ahora me devolvió la mirada de disgusto y se separó de mí. Ambos nos cacheteamos con los ojos. No estaba para más. Se paró de la cama y se acomodó su ropa algo desarreglada por culpa de mis manos. No me miro ni un poco más y observo por arriba de mi cabeza.
—Odio cuando te pones celoso—. Acomodó su cabello y tomo su chaqueta del sillón que estaba al pie de la puerta de mi habitación. —Así que te tomo la palabra—.
Giré mi rostro. No quería verlo… Se iba a ir y me iba a dejar… como casi siempre. Bien, exageré con ese término.
—Adiós— Respondió y azoto la puerta.
Vaya, cuando lo conocí no creí terminar de esta manera, tan humillado por él. Debía suponerlo, era tan perfecto como para que me jurara amor.
—Idiota—. Murmuré mirando la puerta por donde se había marchado.

                                                                              ***

Día 1.
Despues de meses en el instituto, rompiéndome el lomo y el culo sentado en una banca de madera tomando notas de 100 palabras por minuto —exagerado—, puedo decir. ¡Llego el verano!
Sí tal vez no es una gran idea eso de salir de vacaciones —por que a medio mundo se le ocurre— con los de mi curso, pero Frank, ese flacucho con complejo de niño que no rompe ni un plato me ha arrastrado hasta este autobús, para ir a “celebrar” no sé cuantas madres durante una semana para liberar la tensión.
— ¿¡Liberar la tensión!? ¿Me estas jodiendo?—. Pregunté con unos ojos abiertos como plato mientras agarraba mi flequillo y con la mano izquierda lo dirigía hacia la derecha mientras que mi otra mano esperaba para mantenerlo en su lugar. —Sabes que yo no tengo ninguna tensión, estoy más liberado que unos pajarillos en primavera— Le repliqué.
—¡Andy! ¡Cállate! ¡Te quejas demasiado! No soportaría vivir contigo sin duda—. Golpeo mi hombro levemente.
—¿Sabes? Prácticamente vives conmigo, te la pasas metido en ¡MI! Casa y no te despegas de ¡MI! Cuerpo ni un maldito segundo—. Lo fulmine con la mirada mientras golpeaba su mano para que dejara de golpearme.
—Vale ya, aún así te gustará lo sé, es el tipo de lugares a los que te gusta ir—. Sonrió de oreja a oreja y eso me asusto, lo miré extrañado con unas palabras que claramente él podría leer en mis ojos… “Me estas jodiendo, ya sé donde es”. —Ya, joder, pero vamos, ahora si te divertirás y de eso me encargo yo—. Me guiñó el ojo y lo mire con un ojo más pequeño que el otro para profundizar mi mirada de “rareza”.
—Mejor me callo realmente me asustas—. Y di por terminada la conversación poniéndome los audífonos, quizás un poco de música me distraiga.
Y eso pensaba yo, la música siempre te hace pensar ¿no? Bien, lo mío no era lo satánico como todos en el instituto lo decían. Eran… Las canciones románticas.
Sí, que nenaza, gay, maricona, soy. Pero, ¿Acaso no es hermoso enamorarse? La verdad no. El “amor” no es algo para mí, por ahora desde mí última decepción amorosa no me eh envuelto con alguien… Y no quiero. Gracias.
—¿Sabes?—. Me quite uno de los audífonos para poder desahogarme con claridad con Frank. —A veces creo, que… nunca nadie va a ser para mí—. Respondí encogiéndome de hombros.
—¿Pero que dices? ¡Con esa cara de muñeca atraerías a cualquiera Andy!—. Debido a su comentario no pude evitar soltarle una sonora cachetada que realmente no fue para provocarle un color rojizo, más bien, era para que se retractará de inmediato. —¡Oye!—.
—¡Me dijiste muñeca! ¿Quién te crees hijo de puta?— Y no pude evitar la risa.
Frank se coloro de la vergüenza y yo me tuve que morder la lengua para no besarle los labios como lo hacía siempre que se sonrojaba.
—Vale, ya perdón— Se giró, inmediatamente, pues sabía que no debíamos en público.
—No importa—Lo observe de perfil y suspiré. —Lo digo enserio, todos me toman por un idiota que puede ser manejado sin sentimientos y sin compasión—.
—Que el idiota ese te haya dejado tirado, no significa que nadie va a amarte—. Él no lo vio, pero se lo conté yo. Se giro de nuevo hacia mí. —Te aseguro que la persona que más te quiere puede estar tan solo girando tu cabeza—. Vi como se volvía a sonrojar y solté una risita por debajo. Sabía a que o más bien a quien se refería. Amaba eso.
Coloque mis audífonos de nuevo.
El viaje no me importaba en lo más mínimo, aunque sí, había traído conmigo al menos 5 maletas llenas de ropa y unas 3 bolsas de mano para mi maquillaje y accesorios —que guay—. La verdad es que me sentía algo mareado, antes de subir al autobús, pedí una hamburguesa (Grande) con carne a la plancha, una ensalada, papas a la francesa, unos nuggets de pollo y un refresco. Todo del mismo tamaño. No había ido al baño, estaba con la vejiga que me explotaba, además de estar súper lleno como un costal. Me lo comí todo sin dejar una pizca. Obviamente sentía la comida en la garganta. ¿A dónde se me iba toda esa comida?...
Ah. No se pensaban eso ¿verdad? Bueno, Frank y yo habíamos intentado andar por lo menos 7 veces a lo largo de nuestros años de amistad, pero realmente era complicado, ni siquiera podíamos besarnos por los nervios que nos carcomían por dentro a ambos. Éramos estúpidos, las manos nos sudaban cuando nos tomábamos de las manos y aunque ahora nos besábamos por cualquier cosa, realmente no ha funcionado el ser novios. Y era algo extraño, Frank es un poco más bajo que yo, lleno de tatuajes y piercing, tiene facha de macho alfa a donde quiera que vaya —pero no deja de ser adorable— ¿Y yo? Bueno, tal vez haga caso de las palabras de Frank. Soy una muñeca.
—¿Cuántas horas llevamos de viaje? — Pregunte estirándome en mi lugar. Tenía el culo entumido. Que vergüenza.
—6, pero ya falta menos—. Sonrió nervioso. —Se que odias los viajes y que te sueles marear muy rápido, pero prometo que va a gustarte—. Y ahora me mostro su dentadura de la manera más falsa que puede existir.
—Como sea—.
~
—¡Llegamos! ¿No es hermoso? ¡Vamos Andy, yo sé que es hermoso, solo admítelo!—Me dio empujones en el hombro que apenas y sentía sobre mí piel.
—Es… Bellísimo—.
Mi boca de quedo abierta y si no fuera porque mi quijada está pegada al resto de mi cráneo estaría en el suelo y girando hasta la orilla de la playa que por cierto la brisa comenzaba a sentirse más fresca. El atardecer se reflejaba en el agua y aún así podía notar la claridad de esta. Era tan azul, tan clara, tan... Se podía apreciar el fondo lleno de arena limpia.
Había palmeras tupidas con cocos bajo sus hojas puntiagudas, alrededor de la orilla y la marea estaba calmada. La arena era casi blanca y aún se sentía caliente por los rayos del sol. El cielo estaba completamente despejado y se podía apreciar un tono rojizo-naranja.
El ambiente era tan cálido que podría…. Era un atardecer precioso.
—Te dije que te gustaría— Sonrió ampliamente.
—Lo reconozco—. Y cerré la boca observando aún el paisaje frente a mis ojos.


Día 2.
—Pedazo de flojo, ya levántate son las 2 de la tarde—.
—Déjame, mierda— Y una almohada blanca salió volando. —Quiero dormir, hace calor—.
—Pues por eso mismo animal, levanta tu culo flojo de la cama—. Y en cuanto pude reaccionar estaba en el suelo. Me había tirado de la cama.
—¡JODER! — Me arranque las sabanas blancas de encima.
—Jajajajaja, joder Andy, jajajaja, pahjsjajajaja, parahsjajajajaja— Con una mano en el estomago, Frank comenzaba a descojonarse de la risa, estaba a punto de mearse encima, comenzó a golpear la cama y sus ojos estaban algo llorosos —Parece que metiste un tenedor al enchufe—
—Ah, dejame—. Rápidamente ambos brazos los lleve a mis cabellos aplacándolos contra mi cabeza.
—Vale ya—. Cerro los labios aguantándose toda la risa—Supongo que te esperaré abajo, para “desayunar”, apúrate que sí no, tu te haces tu comida y además de todo, comes solo—.
—Sí, sí, sólo… ¡Sal de aquí!— Y desde mi posición señale la puerta con mi dedo dominante y Frank salió partiéndose de risa aún.
Tome las sabanas que había retirado de mi cuerpo y las avente de nuevo hacia la cama, me levante con un poco de terror y me dirigí hacia el espejo más cercano que tenía.
—¡Joder!, ¡¡parezco araña pisada!! —
—¡JAJAJAJAJA! —
—¡Cállate Frank! —
~
—Joder que me duele la cabeza—.
—Ah, ¿quieres un poco de agua? — Respondió Frank.
—Bueno… Anoche tomé demasiado—.
—Supongo, llegaste demasiado tarde, ya no eh podido presentarte a Dennis— Contesto Frank. ¿Bueno y ese idiota que se cree? ¡Me dice muñeca y luego me dice Dennis!
—¿Ah, le dijiste que compartiríamos cabaña? —
—No, pero no creo que lo tome tan mal—. Respondió de nuevo Frank.
Baje los escalones un poco angostos con cuidado y sigilo. En cuanto pude observar más o menos hacia la especie de “Living” mal combinado que tenia la cabaña, vi a un chico que… para nada había visto en mi vida. Y a Frank con el dándole un vaso con agua y unas pastillas.
—¿Tan mal? —
—Bueno, es que él… Es tan…— Calló al instante Frank.
—¿Reservado? ¿Callado? ¿Grosero? ¿Tímido? ¿Psicópata? ¿Loco? ¿Envidioso? —Se burló él otro.
—No exactamente—.
—¿Entonces? —.
—¿Entonces? ¿Soy tan que? — Dije alzando una ceja.
Y mi mundo se detuvo.
Ambos se giraron y vi la cara de alegría en Frank una mirada tan profunda que hasta me resolvió el estomago. Sonreí un poco estando serio —Sin perder el glamour— y deslice mi mano hacia mi cabello alborotándolo un poco. Estaba mojado pues acababa de salir de la ducha. Cerré los ojos y cuando los abrí dirigí la mirada hacia el otro chico sentado al lado de Frank. La sonrisa se me borró y vi como él sonreía más casi forzadamente pero más bien parecía de emoción. Él.
—¿¡Andrew!? — Se dirigió hacia mí casi saltando sobre el sofá. —¡Joder! Si eres tú ¡Aaandyyyyy!
—¿Qué lo conoces? — Pregunto Frank un tanto emocionado.
—No—. Dije en susurro.
—Claro, el verano pasado—. Rasco su nuca y miro a Frank —Había ido de vacaciones con Thomas a Hawái, algo típico en la gente, pero yo nunca había ido—. Se dirigió de nuevo hacia mí. —Y en el Hotel lo conocí a él.
Vi como el rostro de Frank se deformaba y no era para más… Lo reconoció al Instante.
—Mierda Andy, no creí volverte a ver en mi vida— Volvió a decir con entusiasmo.
—¿Qué haces aquí Oliver? — Pregunté de repente.
—Frank me invito. — Respondió con cierto tono de malicia en la voz. — Fuimos compañeros en el Instituto hace 3 años para ser exactos.
— ¿Frank? — Me dirigí hacía él cruzándome de brazos alzando una ceja.
—Yo… no sabía, lo siento — Susurro acercándose a mí.
—Pasa de mí— Sonreí de medio lado e ignoré todo lo que vendría a continuación. —No, la verdad no— Lo miré con los ojos entrecerrados —Te odio, pero te perdono—.
Y dicho esto regresé a mi habitación para hacerme idiota por unos minutos. Debido a lo tarde que me levante me perdí el desayuno y claramente no iba a desayunar con el ahí.
Lo que resto del día me la pasé evitando a Frank y no es que lo repugnara, más bien era porque Oliver estaba sobre él todo el tiempo, era frustrante joder. Cuando veía que Frank estaba solo y yo caminaba solo un poco para acercarme a él, corría lo más rápido que podía y se situaba junto a él sonriéndome tan maliciosamente que, estaba seguro, me provocaba sacar humo de la nariz y los oídos.
Por lo aburrido de mi estupendo día —Sin mencionar que apenas era el segundo de toda la puta semana que planeaba pasar ahí— Decidí salir a caminar por la orilla de la playa hasta que me salieran ampollas en los pies de la arena caliente.
De nuevo estaba oscureciendo (sólo yo me levanto a las 2 de la tarde) pero eso no me lo impedía. El sonido del aire tan puro que respiraba era lo único que escuchaba sumándole las pequeñas olas formadas golpeándose con su misma agua por debajo y la espuma llegando a lo más alto que puede incrustándose entre mis pies llenos de arena mojada.
La brisa mesclada con el aire me refrescaba del calor que sentía. Relamí la argolla que traiga en el labio inferior y eche un largo suspiro.
Este era un clima perfecto para pensar. ¡Sí! ¡Pensar! Sobre los problemas de la vida, sobre el hambre en el mundo. ¡Claro! Uno puede despejar su mente con algo así. Obvio, por eso es bueno venir solo. ¡Que bueno que vine solo! Fantástica idea la de no traer a Frank, perfecta idea, y no es que lo odiara, es que traerlo a él implicaba traerlo a él, y yo lo odiaba a él. Maldito idiota. Puto Oliver.
“Clima perfecto para despejar su mente” ¿Y que estaba haciendo yo? Estaba pensando en cuanto lo odiaba, definitivamente, no son mis vacaciones.
Maldito tiempo de verano.

*

Día 3.
—Andy, voy a la playa ¿vienes?— Me pregunto casi en susurro Frank algo nervioso, supongo que pensaba que estaba cabreado o algo. Tenía tanta razón.
—¿Va Oliver? — Pregunte sin escrúpulos importándome un carajo que pudiera escuchar la posible conversación.
—Sí, él nos ha invitado— Dijo tocando su septum con la punta de la lengua. Eso me asqueaba.
—Ugh, am, nop, paso— Dije sonriendo y luego reaccioné. —¡Imbécil! ¡Me quieres llevar sabiendo que está él! —
—Ya, ya, no me pegues, chau pues— Se volteo aún alegando alzando ambos brazos dándome a loco. —Aparte de muñeca, aguafiestas—.
—¡Te escuché! —
—Esa era la idea, nena—
—Ándate a la mierda—
Tome mi Ipod con violencia el cual descansaba sobre la mesa-comedor, y me dirigí hacia el patio trasero de la cabaña con vista hacia la playa. Bueno, aún así era precioso, tal vez no me encontraba a la orilla de la arena pero sentía la brisa llegar a mí. Con eso bastaba.
Me senté en la silla de playa y me coloque mis lentes de sol justamente debajo de este para recibir un poco de calor. Coloque los auriculares en cada oído y con solo aplastar un botón la música ya estaba retumbando dentro de mi cabeza, no necesariamente tendiendo el volumen al máximo como en otras ocasiones. No había ruido que me impidiera escuchar.
Cerré los ojos y deje que el sol me iluminara todo el cuerpo así sintiendo el mínimo ardor sobre mi piel al contacto. Estaría hecho chicharrón.
Pero es que me sentía como una linda lagartija, de hecho parecía una… tan flaco y largucho…
Y de repente él Sol se fue. Bueno solo de la parte de mí pecho hacia arriba.
—¡¡Andy…!!—Escuche su voz a lo lejos.
Apreté más los ojos y comencé a mover mi cabeza al ritmo de la música.
Buena manera de ignorar algo que te revuelve el estomago. Alguien que te gusta.
No, lo odio.
—Andy—. Me zarandeo, pero la verdad es que no pretendía cruzar alguna palabra con él así que me hice el loco y lo ignoré, como se debía. —Vale Andy, no me ignores— Seguía insistiéndome mientras me jalaba del brazo. —¿Sigues molesto porque las vacaciones pasadas preferí irme a cenar con Thomas en vez de regresar arrastrándome hasta ti? — Pero que idiota, ¿Descaro? ¿Dónde? ¡Maldito infeliz, ojala se muera! —Ya paso Andy, solo olvídalo ¿quieres? —
¿¡OLVIDARLO!? ¿Pero que se cree este hijo de puta? Nunca en mi vida voy a olvidar que te dejen postrado como un saco sin sentimientos. Coraje era lo que ahora sentía. Mucho coraje.
—Andy…— Seguí escuchando mi música, ignorando todo lo que había afuera de mi mente, pero se me fue imposible al sentir como mis audífonos eran tirados con fuerza hacia abajo arrancándolos de mis oídos.
—¡¡Ahhh!! ¡Duele imbécil—
—Pues me estabas ignorando—
—No te ignoraba, solo, no te había visto— Permanecí con los ojos cerrados. Bueno más o menos. Lo observaba con los ojos cerrados y luego volvía a cerrarlos con fuerza, resignándome por completo y abriéndolos lentamente de vuelta.
—Sí claro…—
Sentí su cuerpo girado hacia mí, estaba mirándome atentamente. ¡Que difícil era ignorarlo así! Miraba para todos lados menos hacia donde se encontraba él. Me sudaban las manos. Y creo que la reacción de mi cuerpo hablaba por sí sola.
Seguía muriéndome por él.
Pero, no por ser un jodido príncipe puede tratarme como quiera ¿Verdad? ¡Estoy decepcionado! ¡Me decepciono! No pretendo volver a caer en su juego. No por ahora. Se sentó a lado de mis piernas y acaricio mi mano.
—¡Déjame, déjame, no me toques, ni se te ocurra mirarme! ¡No me mires!— Baje la cabeza y cerré los ojos con fuerza sintiéndolos arder.
—No llores— Sentí su mano en mi mejilla.
—¡Que no me toques, Oliver! — Le di un fuerte guantazo en su mano haciendo que la alejara inmediatamente.
—No me gusta que llores ¿Sabes? — Aún con las mejillas ardiendo y con los ojos mojados y rojos me atrevi a mirarlo
—No estoy llorando idiota— Murmuré y con la yema de los dedos limpie las gotas de lluvia que caían de mis ojos.
Nos quedamos en silencio y pude escuchar la canción que comenzaba a sonar en mis auriculares. Era hermosa.
—Yo… Lo siento—
Abrí los ojos sorprendido, casi al instante de escuchar sus palabras. ¿Ya? ¿Lo decía enserio?
—¿Qué? —
—Que lo siento, Andy, fui… un idiota— Y en su mano, que reposaba cerca de la mía, sin tocarla (por que le daría otro guantazo) vi caer una gota. Alce la vista al cielo mirándolo confuso y este estaba totalmente despejado. Eran sus ojos.
—¿Disculpa? —.
No dijo más y lo observe un tanto extrañado.
—Lo fui, y me arrepiento—.
—No lo creo— Dije irónico y con sentido— Deja de burlarte de lo idiota que fui yo. — Vi la expresión totalmente sorprendida de Oliver ante mi respuesta. —Por dios, ¿Cómo creí que ibas a darme y jurarme amor siempre fiel? —
—Perdóname—.
—No—.
—¿Por qué? —
—Eres un idiota, te lo mereces—.
Ja, quisiera que volviera a caer en sus mentiras.
—¿Desde cuándo eres un maldito insensible? —.
—¡Desde que me dejaste idiota! ¡Creí que me querías!—
Estaba a punto de levantarme pero este se amarro a mi cuerpo como una niña a la que le piensan quitar su muñeca.
—Todo el tiempo, snif, todo el maldito tiempo tuviste razón—
—¿Qué? ¿De que hablas? —
Se quedo mudo y no pude evitar aprovechar la oportunidad. Me solté de su agarre bruscamente empujándolo haciéndolo caer de bruces contra el suelo.
—Andy…—
—Por favor, déjame. —
—Lo dejé y te busqué… pero fue tarde— Soltó de la nada.
Lo miré molesto, tome mi Ipod hecho una bestia y entre a la cabaña directo a mi habitación.
—Idiota—.

*

Día 4.
—Hoy vamos todos a la playa y nada de peros— Grito Frank hacia Oliver y su… amigo que en todo los días que llevábamos había visto— Desde que llegué a este puto lugar eh ido yo solo a esa agua de mierda y no vine a eso, además debemos regresar antes, la carretera la cerraran dentro de dos días y tenemos solo mañana para regresar, ¡No me eh divertido joder! — Se giro molesto hacia mí y me apunto con su dedo amenazante— Y tu maldita nena, tú serás el primero en zamparse en el agua o si no juro que te meteré la arena por el culo—.
Y me asustó tanto que trague saliva tan escandalosamente que se burlo de mí junto con Oliver en mi cara.
Bueno y ese ¿Qué? Ayer… estaba llorándome y hoy estaba como si nada. Sin duda era muy buen actor. ¡Que bueno que no caí!
—Está bien—. Respondí groseramente arrebatándole el bloqueador que tenía entre sus manos. —Si me pongo todo negro, ¡¡¡será tu puta culpa!!! —
Y comenzó a descojonarse de la risa.
—Ahora, vámonos todos—
—Hey Jona, llévate esto— Oliver se acerco a su amigo y le entrego unas cosas mientras yo tomaba lo mío.
—¿Qué mierda llevaras tú? — Le reclamo Jona enseguida.
—Otras cosas y más pesadas— Respondió él.
¿Por qué escuchaba esto? Bla. Lo principal ya estaba sobre mis manos. Sandalias, Traje de baño y toalla. Perfecto…
—¡¡Andy, por favor, trae las cervezas, las olvide en la nevera!! — Puto Frank, tal vez… lo hace a propósito.
Regrese de nuevo hacia la nevera. Y tome las cervezas —heladas— entre mis brazos, no pude evitar soltar un gritito de niñita y tirar mis cosas al suelo. Entre ellas mi preciado Ipod que rodo por el suelo de la cocina.
—Mierda—.
—Necesitas ayuda—. Sentí su piel rozar la mía con delicadeza y me estremecí.
—No—.
—No te pregunté—. Sujeto mis caderas para moverme lentamente.
—¡Suéltame joder! —
Y me soltó. Cosa que no preví. Caí de jeta contra el suelo.
—¡Idiota! —. Tome mi nariz con una mano y observe como caían gotas de sangre.
—Joder Andy, ¿eres imbécil o que? Ven déjame ver—. Me tomo del brazo para acercarse a mi.
—No, ¡suéltame bestia! —
—Cállate, maldita princesa— Se burlaba de mi. Sera hijo de puta.
Su rostro se acerco con violencia al mío creí que me besaría. Pero me di cuenta que no lo haría hasta que tomo mi nariz entre sus dedos tan largos y tatuados revisando como un profesional mi idiotez, la que acababa de cometer. Acaricio mi mejilla, mientas yo las sentía arder lo observe detenidamente y cerré los ojos por inercia y luego me besó.
¿Pero qué? ¿¡¡Que hacia!!??
Sus labios tenían un contacto suave y se amoldaron a la perfección con los míos, me costó un poco de tiempo reaccionar ante su repentino acto, yo estaba en shock mientras el movía su boca contra la mía. Mi ceño se frunció y un calor interno invadió mi cuerpo.
Enojo.
No.
Excitación.
Así que torpemente seguí sus movimientos con inseguridad, su boca pidió acceso a la mía y yo entreabrí los labios dando paso a su lengua que recorrió cada espacio de mi boca, la devoraba como animal —literalmente— y yo apenas podía seguirle. Era bastante brusco, tal y como la última vez que lo recordaba.
¡Lo recordaba! ¡NO!
—Hey, ¡no! ¡No me beses! Déjame, asqueroso—.
—¿Asqueroso? No estabas pensando lo mismo hace unos segundos—.
Lo miré mal y el solo se limito a sonreír. Bien… Tal vez, pueda hacerlo… ¡No! No puedo.
—Te amo Andy—.
A la mierda si puedo.
—Y yo a ti Oliver—
Me avente sobre él tirándolo al piso montándome sobre él al instante. No me encontraba muy seguro de mis movimientos, nunca lo había hecho con alguien —Además de él— mis, manos se movieron solas y rodearon su cuello atrayéndolo más a mi cuerpo y subiendo de intensidad el beso, mientras que las suyas de deslizaron por mi cuerpo desnudo hasta la cadera donde se encontraba sujetado mi traje de baño. Ambos estábamos con él traje de baño, si no mal recuerdo pretendíamos ir a la playa.
Y como si lo hubiera invocado en una especie de ritual sexual, apareció Frank entrando hecho una furia.
—¡Andy! ¡Te dije que…!—. Escuche como cerraba la boca y sus pasos golpeados se detenían al instante que la puerta por la que había entrado se cerraba con fuerza — ¡¡Oh por dios!! Yo no veo nada, yo no veo nada, solo vengo por… Mierda Andy, ¡estas cogiendo sobre las cervezas! — Lo vi de reojo y observe como se tapaba la cara de vergüenza.
Antes de que terminara de hablar sin dejar de comerme la boca de Oliver y sin moverme un poco de él tome una de las botellas de cerveza que estaban tiradas a un lado de mi y la avente con todas mis fuerzas hacia Frank. Escuche su grito luego un golpe y luego como se rompía la botella en mil pedazos más el sonido del liquido golpeando el piso.
—Lo mataste— Dijo Oliver sin despegar nuestros labios.
—¡¡Idiota!! ¡Vas a matarme! Hey yo me largo— Y Frank Salió azotando la puerta.
—Celoso— Volvió a hablar.
—Creo que no lo maté—. Sonreí.
Esta vez Oliver se aventó sobre mí con violencia haciéndome caer esta vez al suelo. Solté un quejido debido a que mi espalda trono a la hora de golpear contra la madera. Los labios de Oliver recorrían mi rostro y bajaban por mi cuello. Mis manos se posaron en su espalda y doble las piernas abriéndolas para que él se introdujera entre ellas.
Sus manos se posaron en la cintilla de mi traje de baño y sin que yo lo notara tiro de ellos con todo y mi bóxer incluido, dejando a la vista mi notable erección.
Cerré los ojos con fuerza soltando un jadeo, pues la entrepierna me dolía y el roce de la ropa a esas alturas me provoco un espasmo que viajo hasta la punta de los pies.
No tarde tanto en hacer lo mismo.
Sentí como se separaba de mi cuerpo y bajaba sus pantalones cortos seguido de sus bóxer dejándome ver por fin una erección similar a la mía. Estiré mi mano y toque de ella desde la pelvis hasta la punta. Mi espalda formo una curva y se azoto nuevamente contra el suelo sintiendo el peso de Oliver sobre el mío.
Nuestras erecciones rozaron solo un poco y sentí que estaba a punto de explotar.
Su lengua viajo desde mi clavícula hasta mi ombligo. Luego se aparto con una mirada llena de sexo y tomo con ambas manos mi erección apretándola suavemente. Solté un jadeo y luego un grito que me hizo enterrar las uñas largas en el suelo. Estaba haciéndome un fabuloso sexo oral.
Sentía su saliva empaparme completamente y su lengua masajearme la punta hacia abajo. Los ojos estaban por ponérseme blancos del placer que sentía en toda mi sola intima. El calor de su boca lograba sentirlo y me estremecía. Se aparto un poco de mi y azote mi cabeza contra el suelo provocándole una tonta risa que desapareció al instante.
Llevo dos dedos a su boca y los lamio hasta que su propia saliva escurriera de ellos. Los bajo lentamente hasta mi erección y con la yema de ambos dedos descendió presionando la base y después buscando mi entrada. Cuando sentí sus dedos en el lugar exacto las piernas me temblaron y las mejillas se me coloraron más de lo normal haciéndome soltar un gemido mientras me mordía el labio esperando a que lo hiciera ¡YA! Presiono ambos dedos entrando poco a poco. Trate de aguantarme todos los estúpidos sonidos que me moría por hacer, mordiéndome la lengua, mi respiración estaba agitada. Demasiado. Muchísimo.
—Estas tan cerrado—.
—Estrecho—. Corregí.
—Es igual, ¿Cómo pretendes que entre ahí? —
Ignore todo lo que estaba diciéndome y lo acerque de nuevo a mi besando su rostro con… ¿Amor? Espero no cagarla.
Sus dedos al encontrarse completamente dentro de mi comenzaron a salir y a entrar tan suave y tan despacio que yo mismo podía sentir el cielo. Cuando sus dedos tocaban el interior en mi los cerraba contra su “palma” y tocaba un punto dentro de mí que me estremecía.
—¡Dios! — Sonrió y de un momento saco sus dedos con violencia que me ardió y mis nervios se dispararon. —Joder, Oliver idiota, que no soy de plástico. —
Comenzó a reírse y sin distraerse observe como tomaba su miembro con ambas manos y lo centraba en donde sus dedos había estado abriendo un poco de camino.
Ni siquiera me pregunto cuando sentí el desgarrador dolor de su erección entrando con brutalidad en mí. Mi cuerpo se levanto casi por instinto y Oliver aprovecho mis caderas levantadas para entrar con más facilidad. Un gemido ronco salió de garganta.
Se inclino de nuevo hacia mí y beso mis labios introduciendo su lengua en mí. Coloco una mano en mi cintura y comenzó a moverse dentro y fuera de mí sin despegar sus labios de mí.
Vale, extrañaba esto.
¡LO AMABA!
Me sentía tan bien, sentía que mi semilla sería derramada tan pronto, pero debía soportar solo un poco más, unas dos o tres veces más. ¿En verdad? ¿Era acaso un precoz? Me mordí la lengua intentando aguantar todo lo que estaba a punto de explotar dentro de mí. Oliver se movía con rapidez y mi piel sudada de adhería al suelo quedándose pegada provocándome pequeños tirones cuando Oliver me empujaba con fuerza su erección haciéndome moverme en el suelo.
Ambos estábamos sudados.
¡Calor de mierda!
Nuestros cuerpos calientes y tan suaves al contacto.
Incluso si no estuviera tan emocionado podría creerme el que Oliver estuviera aquí así diciéndome repetidas veces te amo al oído.
¿Lo estaba haciendo?
—Te amo Andy— Susurro y su semilla se deslizo en mi interior mojándome por dentro y escurriéndose hacia fuera. Al mismo tiempo que yo explote contra su estomago salpicando un poco el mío.
Salió de mí provocando otro jadeo más en mi garganta y me beso la frente retirando los cabellos pegados en esta. Coloco mis bóxers y los suyos —como prenda mínima— y me ¿Levanto? —Carajo— hasta el sofá que había en el pequeño intento de living y nos recostó a ambos frente a frente.
Me sentía como un maldito bebé, un maldito bebé mimado después de una sesión de sexo.
La hemorragia en mi nariz habia parado.
Bien, luego de eso recuerdo sus manos en mi cintura y mi frente contra su pecho totalmente acurrucados.
¿Playa? ¿Para que necesitaba la playa?
—No te volveré a dejar—.

Día 5.
—¿Párate quieres? ¡Debemos irnos—
Y de nuevo sentí ese fastidioso empujón, como el primer día y ¡PAC! mi rostro contra el suelo.
—¡Joder! ¿Qué te da por levantarme así, IDIOTA? —
—¿Sabes? Deberías de dejar de decir Idiota, lo dices muy seguido — Resoplo Frank.
—Lo digo porque quiero y entonces lo diré ¡las veces que quiera! IDIOTA, IDIOTA, IDIOTA! —
—Oliver te está esperando— Dijo Frank cruzándose de brazos.
—¿¡Que!? ¿Dónde está? —
—Abajo, ¿Quieres pararte ahora? —
Sin contestarle me levante corriendo observando que aún tenía los bóxers puestos y sin nada más encima, ni siquiera me detuve a ponerme algo, abrí la puerta de la recamara y salí casi volando por los escalones que había para llegar a la planta baja.
—Hey Andy— Grito Frank desde arriba aventándome un par de pantalones. —Ponte eso quieres—
Sonreí de mala gana enseñándole el dedo de en medio y me coloque el pantalón de la pijama que se supone debía usar para dormir.
En cuanto estaban bien ajustados a mis caderas camine como loco hacia la salida. Temía lo peor. Temía que volviera dejarme.

[Play: http://www.youtube.com/watch?v=AdneTxNCAMQ]

—¿A donde vas capullo? —
Una sonrisa se dibujo en mi rostro y me giré enseguida abalanzándome hacia él.
—¡Oliver! Creí que te habías ido— Lo abrace con fuerza pegándome a él. —¡No me dejes! ¡No vuelvas a dejarme por favor!
—Bueno ¿tu eres tonto? — Me dijo alejándose un poco de mi — Te dije que no te volvería a dejar—.
—No sé… — ladeé la cabeza.
—¿Como que no sabes? —
—Bueno… Estamos en sitios diferentes, ya sabes—
—Bueno, te llevaré conmigo, prometo no volverte a lastimar, no volver a fallarte como lo hice, porque fue la cosa más inmadura que había hecho en mi vida, porque tú eres quien vale la pena y puedo creer que apenas me di cuenta. Te amo Andy—. Y sonrió mientras yo me acercaba y besaba sus labios
—Te estuve esperando ¿sabes? Era difícil, siempre me acordaba de ti— Me sonroje ante mi confesión y agache la cabeza.
—Hay pero que cursi eres Andy— Soltó una risita—¿Desde entonces? — Exagero un poco con su boca.
—Desde siempre— Sonreí.
—¿Tenía miedo sabes? Estaba aterrado de que me negaras por lo qué hice—
—Solo… Olvídalo ¿quieres? — Le respondí con lo mismo que me había dicho al principio.
—Bien—Rodó los ojos— Oh cierto, toma—. Extendió su mano con algo que brillaba por debajo de ella. —Lo olvidaste ayer y casi lo pisa el estúpido de Jona aunque, los audífonos no se salvaron… Lo siento—
—¿Qué es? — Pregunte temiendo la respuesta.
—Tu Ipod— Se encogió en su lugar.
Lo tome con ambas manos y lo observe por un momento. La cancion que había escuchado cuando Oliver me había pedido perdón estaba pausada. Pero extrañamente estaba sonando en mi cabeza.
—Te compraré unos nuevos audífonos— Me miro sonriendo. — Pero odio que le subas tanto al volumen te quedaras sordo.
—Tal vez, me gusta subirle mucho a los auriculares, pero ya no los necesito—. Lo miré con una ceja alzada— Porque tú detienes todo el sonido—
Y como una cena de película me tomo de la cintura y me recostó hacia tras en el aire besándome los labios.
—¿Quieres huir conmigo? —
—Incluso podría tatuármelo en la piel del brazo— Le dije señalando uno de sus tatuajes— En el momento que quieras.

*

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