Capítulo siete:
Muerta!
Muerta!
Cuando su corazón dejó de latir, él se pregunto
ahí parado en el mismo lugar ¿Obtuvo lo que se merecía? Era el final de su
vida.
Y sí ella se iba al cielo él se quedaría esperando, pero ¿Obtuvo lo que se
merecía? Su vida lo esperaba y su corazón lo necesitaba.
Él se preguntaba si ella ya estaba consciente de que ella estaba muerta, de que
su alma y su cuerpo ya no estaban más aquí. El no tenía nada bueno que decir
respecto a eso. E incluso pensó en lo fastidiante que había sido los primeros
días para él, el tenerla cerca. Era algo más molesto que un gato que se la pasa
restregándose en sus piernas.
No servía de nada ahora correr a un hospital, no era genial y no sería
estupendo, solo sería una pérdida de tiempo ¡Como lo habían planeado! Nada
importaría cuando ya estuviera muerta. ¿No sería genial si ambos estuvieran
muertos?
Muertos.
Siempre con la boca bien cuidada y delicada, cuidando tus palabras para que
estas no le afectaran. Nunca se había enamorado tal vez. ¿Había obtenido
entonces lo que merecía? Sí. El final de su vida.
¿Lo habrá escuchado ahora? ¡ESTABA MUERTA! Y nadie había tenido la molestia de
decírselo, igual, creo que a nadie le agradó.
Y desde el punto de vista de él, desde su honesta observación, encontraba una
dificultad en su corazón, le había dado el hasta luego, porque ahora tenía una
nueva vida que debía estrenar en el purgatorio de donde nunca saldría.
¿Y eso fue lo mejor que ambos pudieron dar?
Si la vida no es un chiste ¿Entonces por qué no se están riendo?
Y entonces por qué él no estaba ¿Muerto?
Él estuvo ahí ese día, él día en el que ella se burló de él con todos ellos y
cuando las luces se apagaron, los momentos a su lado pasaron frente a él. Se
odió por terminarlo de esa manera —quemándola casi viva con el auto—, pero todo
había comenzado con una buena escena.
Todo había sido un fastidio y una mentira, creyó que no sentía nada, pero no
era así.
Mientras el corría huyendo de la policía, ella se reía a carcajadas, porque
realmente no le importaba y comenzaba a apestarle la existencia.
Si estaba equivocado, ¿Cómo era posible que aún siguiera pensándole y
escuchándole por toda la noche? Se preguntaba si a ella acaso le importaría
cuando se fuera, porque estaba claro que jamás había comprendido un carajo.
Ella era triste y no decía nada, sobre la vida que ambos llevaron y en la que
no obtuvieron nada cuando había esperado más, se había quedado atorada entre
los fierros del automóvil con ella, y si alguna vez ella pensó que él estaba
equivocado igual y eso no significo nada importante para ella.
El universo había gastado energía en él, estaba derrotado y conformado a
aceptar lo que le pasaba, su propia heroína había sido ella y la mató como si
nada aún y cuando había vendido su alma por ella, pero le mostraría a todos lo
que él puede hacer ahora.
—Y ahora aléjate de mi, vete, donde no te pueda ver, no te quiero ver… ¿Pero a
donde piensas ir? ¿En donde te vas a esconder? Como sea aquí ya no, vete y
búscate otro camino y paga el precio que debes.
Tomó su pistola cargándola de nuevo con municiones y…
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