lunes, 22 de julio de 2013

Rebel Yell.


Sysack: Oliver Sykes y Andy Biersack



Estaba sentado en mi auto con las piernas totalmente abiertas —para mejor comodidad—, pero saltándome como locas, por los nervios que sentía mientras que mis manos se aferraban fuertemente al volante. Como había estado haciéndolo las últimas cinco veces, llegué a la esquina de siempre; me acomodé el abrigo negro, me sacudí un poco los pantalones y acomodé mi cabello. Para cuando me acerqué lentamente hasta ahí, sus ojos azules perfectamente maquillados con delineador y sombra —sin contar el notable gloss en los labios—, ya estaban posados en mí auto. 
Yo no era gay según hasta donde sabía, pero desde que le vi, me gustó y es que ¿a quien no le gustaría tal chico? Tan guapo y sensual. Le vi acercarse con pasos muy largos hasta mi coche y con sus uñas araño el vidrio de la ventanilla dándome a entender que lo bajara, y así lo hice.
—¿Otra vez tú, eh? — Sonrió dejándome ver sus enormes dientes, perfectos y blancos, mientras que con una mano se acomodaba el cabello largo que le llegaba un poco más debajo de los hombros.
Me sonrojé hasta la raíz de mi cabello y tosí un poco para parecer tranquilo y cotidiano, pero no creo que para la situación lo pareciera. Incluso era lo más lejano a algo que sucediera todos los días —o todas las noches—.  Ni siquiera le había dicho algo cuando su largo brazo se introdujo por la ventanilla de mi auto y oprimió el botón para que los seguros de las puertas saltaran abriéndose. No le miré cuando abrió la puerta y se introdujo en el auto poniéndose de rodillas en el asiento, hacia mi dirección. Cerró la puerta y se inclinó un poco hacia mí. Subí la ventanilla que había bajado para que nadie pudiera ver nada a través de los vidrios polarizados.
—¿Al mismo hotel de siempre? — Asentí frenéticamente, él alzó su brazo y miró con interés el reloj que tenía en él. — Vale, pero has venido más temprano que de costumbre, no debo tardarme tanto, pues tengo que regresar, los viernes en la noche tengo más trabajo ¿sabías?
Me limité a asentir pues eso era lo que más odiaba de mis encuentros nocturnos de viernes por la noche con Andy. Yo no era una persona muy fiel, sin embargo, ese tipo de trabajo era muy odioso para mí, y es que sólo lo hacía por el dinero que le pagaban. Para mi persona algo muy detestable, sin embargo, ahora mismo estoy aquí conduciendo mi auto a toda velocidad, con un chico de ensueño a mi lado, haciendo guarradas, como lamerse los dedos, ensalivándoselos con exageración y soltando leves gemidos para provocarme.
—Es buena idea, que intentes distraerme, ese es el trabajo de los copilotos, pero ¿sabes? No es necesario todo esto.
Soltó un gemido aún más fuerte incomodándome y haciéndome encoger en mi lugar. Estiré la mano para subirle el volumen al estéreo para no escucharle gemir nuevamente, pero fue más rápido que yo. Me dio un manotazo antes de que mi mano tocara algún botón y apagó el estéreo.
—No lo hagas.
—Oye, ¿Podrías esperar un poco para llegar al hotel?
Pues parece que no.
Pisé el freno, dando una maniobra un poco brutal, que hasta me sorprendí por la suerte que tenía, pues el auto no salió más allá de la carretera. Y la causa de aquello fue un Andy que pasó una de sus piernas, por sobre mi cuerpo para luego quedar sentado sobre mis muslos.  Cuando notó mi reacción soltó una risa burlona y me tomó del rostro para llenarme de besos húmedos como solía darlos. Estábamos totalmente a oscuras, pero veía como lamía sus labios y sus ojos brillaban con el reflejo de la luna. Intenté empujarlo de regreso al asiento del copiloto, pero apretó las piernas alrededor de las mías y dio unos pequeños saltitos. Se acercó a mi oído para después darle unas leves mordidas y lamerlo.
—Lo necesito —Susurró cerca de mi rostro para luego besarme eufóricamente.
Mis manos se posaron casi con posesión sobre su cadera apretando fuertemente. Andy soltó un gritito y luego sonrió.
Él era como un puto ángel; demasiado alto, ojos azules y mucha sensualidad junta. Eso me ponía tanto.
—Andy, no creo que sea buena idea… aquí.
—Bah, lo eh hecho en lugares más pequeños — Se pegó a mi cuerpo y se friccionó contra mi cuerpo con algo de brusquedad que me hizo doler.
—Realmente ¿No puedes esperar?
—No.
Tomé la su playera desde el borde y comencé a tirar de ella para zafársela cuanto antes. Andy ni rechistó, tan sumiso, alzó los brazos y se dejó hacer por lo que mi cerebro decía. Su pecho blanco destacaba notablemente, su piel suave y brillante me tenía embelesado. Cuando me di cuenta, mi camiseta ya iba por mi cuello siendo jalada de manera un poco molesta y desesperada por las torpes manos de Andy. En cuanto la tuvo fuera de mi, la aventó a los asientos de atrás y se agachó un poco, inclinándose un poco hacia un lado. Escuché unos jadeos suyos un poco raros; como si intentara hacer fuerza, pero por lo incomodo del espacio, no pudiera hacerlo, fruncí el ceño e inmediatamente lo relajé y luego solté una carcajada al sentir como el asiento de auto salía disparado hacia atrás dándonos más espacio y se inclinaba hacia atrás.
—¡Oh! Mucho mejor, el volante se me estaba enterrando, aquí en la cadera — Dijo Andy sobándose en círculos esa zona, sonriendo más como una mueca — Adoro todos esos tatuajes tuyos.
Sus manos acariciaron y luego presionaron mi pecho para recostarme lo suficiente en el asiento. Alcé una ceja mirando a un incrédulo Andy que pretendía echarse de rodillas al piso alfombrado del auto. Incomodo, pero lo logró no sin antes darse unos buenos cabezazos con el volante arriba de él. Tomó el borde de mis pantalones y con agilidad —la cual le sobraba— deslizo los botones por los agujeros donde se aseguraban, soltándolos y dándole la libertad de bajarlos. Y por un momento recordé la prisa que tenía, pues me bajo los calzoncillos al mismo tiempo, y aparte de descubrir que quería terminar rápido, descubrí que estaba realmente empalmado, no era de sorprenderse, pero tenía que descargar o sí no me dolería como los mil demonios, y para eso tenía a un precioso Andy que trabajaba para ello.
Tomó mi erección entre sus huesudas pero suaves manos y comenzó a masajear de arriba hacia abajo. Mi cabeza se golpeo con violencia al asiento, ya que de alguna forma Andy lograba ponerme más fogoso que cualquier chica. Y por eso él me gustaba. Posé mis manos sobre su cabellera, hundiendo mis dedos en ella y le acaricie lentamente desde la nuca hasta la barbilla haciendo que entreabriera los labios.
Aún con una de sus manos sobre mí, abrió los labios y se los remojó dejándolos sumamente húmedos, e incluso así se veían más carnosos que de costumbre. Sonrió un tanto divertido y lamió la punta de mi erección para luego meterla toda en su boca.
Solté un alarido que pareció algo así como un gato en celo y Andy alzó una ceja —sin sacársela de la boca—, mirándome con unos ojos que en vez de parecer, lujuriosos quizás, se parecían más a lo que era unos ojos de burla.
Tomó su cabello con una mano y lo colocó todo de un solo lado, permitiéndome ver su perfil y como llenaba empapaba con su saliva mi erecto miembro.
Lo tomé del cabello, estrujándoselo con mi mano y lo saqué de se incomodó espacio debajo del volante para colocarlo sobre mí. Apenas lo sentí y me abalancé sobre su cuerpo besándole la boca como un caníbal que ve carne y siente que se dará un bufet.
Mis manos bajaron como serpientes sobre su espalda para llegar a sus pantalones, lo rodearon y encontrando el botón y cierre, comenzaron a desabotonar y a jalar hacia abajo con desesperación la tela que se me interponía para tocarle la piel.  Y tal y como lo dije como un obseso quité su ropa por completo, dejándole desnudo contra mi cuerpo. Le tomé el trasero y lo apegué más a mi cuerpo para luego estrujarlo en mis manos. Andy me dio un golpe en el hombro y colocó una mano en mi pecho, para poderse mover.
¿Pero que coño hacia ahora?
Le miré con el ceño fruncido viendo sus movimientos torpes. Una de sus piernas paso por mi cuerpo para juntarla con la otra y luego… ¿Qué? Se giró dándome la espalda.
Bajé la mano hasta sus muslos y le acaricie con la palma abierta, la volví a subir y la pase por su vientre plano; ejercí una fuerza para que sacara más el trasero. Me incline para besar su cuello y el ladeo la cabeza para darme más espacio.
Mi pelvis quedó pegada hacia sus muslos y comencé un lento vaivén. Andy tembló en mis brazos e intento apretar y juntar las piernas, pero antes de que hiciera eso, se las abrí con morbo, acariciándole lentamente y posicioné las mías entre las suyas para que no pudiera cerrarlas. Con media mano en su espalda y la otra media en su nuca lo incline hacia enfrente recargándolo en el volante del auto, el cual no dudo en atrapar con sus manos como si su vida dependiera de ello.
Lleve dos de mis dedos a mi boca y los lamí lascivamente, mientras por el rabillo del ojo veía como Andy giraba para ver que hacía. Con la mano libre tome su trasero y lo leve un poco para poder introducir dos dedos en él.
—Uhm, Oliver, otro más.
Mis dedos se movían dentro de su cuerpo, un poco de una manera brusca, sin embargo a él le gustaba y meneaba la cadera para buscar más contacto con mis dedos. ¡Quería follarse a los putos dedos!
No le veía la cara, pero me la imaginaba, su cara de puta viciosa que ponía mientras… Lo bajé con una mano en mi hombro, casi sentándolo sobre mi mano y me agaché sobe su espalda para besarle la piel pálida.
Ambos nos encontrábamos ya desnudos y el calor en el auto ya era notorio, incluso los cristales ya estaban empañados, mi cabello chorreaba gotitas de sudor y mi estaba en las mismas condiciones, al igual que yo Andy se encontraba así, sin contar que ambos jadeábamos.
Saque mis dedos del interior de Andy y tome mi erección y la coloqué en la entrada de Andy. Y vaya panorama que tenía yo desde está postura.  Me provocaba tanto morbo el ver a Andy tan sumiso a lo que le ordenara. Él sabía como me gustaban este tipo de cosas y a veces sin necesidad de decírselo, él sabía como debía colocarse o lo que tenía que hacer.
Sin hacer presión aún, se la restregué por toda su entrepierna, para lo que él reacciono con un temblor muy agitado y girando la cabeza para mirarme.
—Solo apúrate ¿Quieres?
—Pídemelo más, joder, que tienes buen culo.
—Idiota, ¡ah!
Le di un guantazo en el trasero y vi como se mordió el labio ante eso. Ah pero que yo no era el único morboso aquí.
Tomé sus caderas y presione mi miembro en su entrada con algo de fuerza. No teníamos lubricante o vaselina a la mano y la preparación de Andy ya había esperado mucho.
—Duele… ouch.
—Por dios, ¿Cómo te va a doler?
Andy se encontraba demasiado pasivo, pues parecía que se hacía hacia delante, cosa que me ha molestado un poco, así que casi de golpe me dejé entrar en él. Estaba muy estrecho —raro en él— y aún así ejercía cierta presión sobre mi miembro.
Lo tome de la cintura y comencé a embestirle desde abajo lentamente, mientras nos acostumbrábamos a tal postura un tanto incomoda. A pesar de que el asiento se encontraba hasta atrás, no podíamos movernos mucho. Cada vez alzaba más y más rápido mis caderas para penetrarle tan rápido como salía y es que me ponía tanto.
—Uhm, Oliver, más.
—¿Más? ¿Te gusta?
—Mucho, lo sabes, pero no más que tú. Tú me gustas mucho para esto… Oaah, uhm.
Joder, él me gustaba mucho, gracias a él no tomaba enserio a las chicas, eh incluso había comenzado a dejarlas. Yo ya tenía mi diversión y a apartada. Andy era un chico muy guay, me resultaba más excitante que cualquiera, un chico con experiencia era lo que yo, Oliver cachondo Sykes, quería.
Comencé a acariciarle los costados de su torso con suavidad; subía y bajaba, y cuando mis manos llegaban de nuevo a su cintura lo mantenían firme mientras seguía embistiéndole. Sus gemidos cada vez eran más subidos de tono, era como una estrella porno.
Le rodeé con ambos brazos y pegue su espalda a mi pecho. Tomé su miembro con una mano y comencé a sacudirle, pues yo estaba que tocaba las putas estrellas. Comenzó a gemir como loco y apretaba con fuerza el tablero de enfrente, no sabiendo ni de donde agarrarse.
Andy giró la cabeza para hacer contacto conmigo y así fue, le miré y nos unimos en un salvaje beso. Aquí entre los dos no había melosidad, solo deseo. Y es que yo le deseaba aunque apenas le conociera de unos meses atrás, pero vale, que de esos meses las ultimas 5 veces, me lo eh quedado dos o tres días y lo regreso después, para desaparecer dos días y después volverlo a robar para mí. De esas cinco veces, nos hemos acostado tantas veces y en tantos lados que ambos ya sabemos que nos gusta y que no.
Esta vez me detuve de embestirle y me dediqué a acariciarle un poco desesperadamente. Pero como si él lo necesitara, comenzó a moverse con ayuda de sus brazos extendidos y recargados sobre mis piernas entre las suyas.
Estaba por correrme así que de nuevo tome sus caderas comencé a ayudarle con la penetración, él se masturbaba con sus dedos torpes, pues estaba medio ido por el placer que claramente estaba sintiendo.
Su boca se abrió por completo cerrando fuerte sus ojos y dejando salir un grito extasiado, anunciando que se había corrido ya. Le penetré de golpe por última vez y exploté en su interior para lo que él de forma desesperada, alzo sus piernas —sin romper la penetración— y abría las mías solo para poder poner ambas ahí y poder cerrarlas.
Gruñí en su hombro y después le mordí, para lo que el gimió.
—Mierda Andy, eres tan hermoso.
—Cállate, Oliver, no lo arruines.
Reí por aquello y le abracé por detrás. Nuestras respiraciones se normalizaron y el sueño de golpe me invadió, sin embargo no podía dormir ahí, estábamos solo a un lado de la carretera.
Sin decir un poco más, Andy se arrastró sin fuerzas hasta el asiento del copiloto y comenzó a buscar en la oscuridad su ropa colocándosela torpemente, al igual que yo, estábamos casi asfixiándonos por el poco oxigeno que teníamos dentro del auto y es que si se abría la ventanilla, el aire fresco de la noche nos caería muy mal. Andy, casi adolorido, se intentaba poner sus botines, estaba seguro que le sacaría algunos moretones.
—Andy — Le llamé, colocando una mano en su hombro mientras me acomodaba el bóxer.
—No es nada.
—¿De nuevo?
—Te lo eh dicho — se giró para mirarme directo. —, me gustas para esto, no es como que disfrute el prostituirme, sabes que lo necesito, pero tú eres de las pocas personas que realmente intentan preocuparse por mí.
—Y por eso debo…
—No me pagues, no quiero que me pagues, no necesito de ti, tu dinero,  solo tu compañía, pero ¿sabes? No, no me mal entiendas, no estoy para relaciones amorosas o esas cosas, necesito este trabajo, tú sabes, solo amigos.
Asentí lentamente, asimilando lo que decía. Me quería, pero no como novio…
—¿Free? — Él asintió. — Es lo mismo Andy — El negó con la cabeza.
—Da igual, no vas a entender, solo tienes que aceptarlo o dejarlo, es fácil. ‘Amor de una noche’, ya sabes.
Me rasqué la nunca y me subí los pantalones para luego tomar mi camiseta que estaba en los asientos de atrás.
—Llévame a... ahí.
—¿No prefieres ir a casa?
El negó con la cabeza y acomodó su playera, para luego acomodar su cabello a los lados de su rostro y de su bota sacar el delineador negro para retoca su maquillaje.
Andy es un chico de la vida galante quizás.  Pero me ahorraré unas cuantas monedas valiosas, para pagarle, no sé, ¿Diez años? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿La vida para que deje de trabajar de eso y solo yo pueda tocarle? No sé.



Nota: Este Oneshot es muy corto, ya sé, pero voy a hacer un mini-fic de esta pareja *-* Seh, ya lo eh pensado y lo comenzaré cuando haga el Kellic que debo. Y eso ya es otra cosa. Nos leemos luego :*

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