sábado, 10 de agosto de 2013

Por medio de cartas: Capítulo tres.




Capítulo tres: No es lo que piensas.

En Cincinnati a comparación de Kingston, el clima era muy caluroso. Incluso por el día, en la sombra, el calor lograba quemarte la piel, provocarte picazón, y hasta ponerte pegajoso. Sin embargo, era normal en esa época del año. 

Andy caminaba –con un pantalón de chándal color azul cielo y una playera negra que se pegaba a su anatomía–, hacia el buzón más próximo de correos de su calle. Llevaba en mano unas cinco cartas, todas pedían lo mismo –por quinta vez en la semana–, pero pensaba echarse  un ‘de tin marin’ para ver cuál de las cinco cartas sería la que enviaría, pues cada carta pedía lo mismo, pero en diferente forma.

Eran las siete de la noche y Andy ya tenía su pijama de ositos cafés con fondo azul cielo y su playera puesta. Acaba de cenar un sándwich  y un vaso de chocolate caliente, y para bajar su comida había decidido salir a envía más cartas.

Iba silbando una canción de su autoría, casi saltando sobre sus pies, corría unos pasos y los otros los avanzaba lentos pero largos. Movía la cabeza hacia los lados moviendo su cabello negro a la altura de sus hombros–, siguiendo el ritmo de su canción silbada.

—Hey Andy.

Unos llamados le hicieron parar y agitar la cabeza para luego sonrojarse. Le daba un poco de pena que le vieran actuar así cuando él a sus dieciséis años, se sentía al cien por ciento macho.

Eran sus amigos. Más grandes que él por cuatro años, pero al final los mejores, aunque para su desgracia eran pareja; y no es que le molestara, en absoluto, si no que le incomodaba ver como se comían la boca, mientras que el se abrazaba solo en el sofá del salón.

—Eh, Jake… y Jinxx.

—¿A dónde vas?

Andy levantó las cartas de su mano y ambos chicos a un lado de él –que ahora se acercaban– rodaron los ojos.

—¿De nuevo?  ¿No te rindes?— Preguntó Jinxx soltándose del brazo posesivo de Jake para tomar las cartas. Andy negó con la cabeza.

—Si fuera tú ya me habría resignado, llevas meses —. Soltó Jake con mala espina haciendo notar su incomodidad; el que Jinxx se hubiera soltado.

—¡Pero estoy seguro que alguien las lee! Antes, las cartas eran regresadas, era claro que nadie las leía, ahora me consta — Andy alzó su pecho y casi se levantó de puntitas, señalando el cielo con su dedo índice—, que alguien las recibe pues no me las devuelven.

—¿Que tal sí… era mucho trabajo, y mejor decidieron dejar de devolverlas? — Preguntó de nuevo Jinxx.

—Eso es absurdo— Respondió Andy indignado.

—Así como el hecho de mandar más cartas.

—¡Ustedes no entienden! —Recriminó Andy ya un poco de mal humor pateando el suelo en forma de berrinche—, deberían apoyarme.

Jake y Jinxx sabía lo que vendría de ese chico berrinchudo, así que se miraron y luego asintieron, antes de dar su respuesta:

—Lo hacemos.

—Justamente.

Andy rodó los ojos y caminó, siendo seguido por Jinxx y luego por Jake. Jinxx observaba los sobres de las cartas –que aún estaban en su poder– con ternura. Andy era un adolescente aún, casi un niño, y aunque a veces tenía una forma madura de pensar –eh ahí la razón del por qué eran amigos–, la mayoría de las veces, actuaba de una forma infantil.

Los sobres tenían un oso sonriente pegado, para así mantener oculto su contenido de los ojos ajenos hasta que llegará a su destino, y su dirección estaba escrita entre corazones. ¿A quien creía que le mandaba esas cartas? ¿A una mujer? Quizás, aunque si fuera una mujer, le habría respondido ya, en cambio un hombre era más seguro.

“Pero nunca se sabe, como cuando vas a un bar, conoces a una chica, bailas pegado a ella y cuando le peguntas su nombre, o si se le ofrece algo de la barra, te sorprendes al notar su enorme voz gruesa y descubres que es un chico” Pensó Jinxx. Con la gente de ahora nunca se sabe, cada quien es diferente.

Cuando llegaron Andy extendió su mano hacia Jinxx. Jake mal interpretando, lo jaló hacia él, cosa que no incomodó a nadie pero si causo un rubor en las mejillas de su novio. Jake casi le gruñía a Andy cuando le vio bufar molesto.

—No seas pesado, las cartas, me refiero a las cartas.

—¡Oh! ¡Las cartas! — Jinxx estiro la mano lo más que pudo y le paso las cartas a Andy, pues Jake lo agarró fuerte de sus caderas, impidiéndole zafarse de su agarre.

Cerrando los ojos, con las cinco cartas sobre el buzón, acomodadas, una junto a otra, pasó su mano de forma mágica sobre ellas y colocó una mano sobre una de las cinco. La tomó y abrió paso hacia el interior del buzón, solo con su mano y dejo caer la carta, tomó las demás y las guardo entre su pantalón y sus calzoncillos, sosteniéndolas por el elástico.

—¿Tienen algo que hacer? —Preguntó dirigiéndose a ellos.

—No —. Respondió Jinxx quien fue golpeado levemente por Jake. Andy lo pasó por alto.

—Genial, ¿Quieren venir a mi casa?

—¡Sí! — Y de nuevo Jinxx recibió otro codazo por parte de su novio a quien no parecía agradarle la idea. Rodó los ojos y se acercó al oído de Jake —. Vamos, no seas tan aguafiestas, que no hemos ido a casa del peque como en dos semanas.

—Teníamos algo pendiente—. Respondió Jake en el mismo susurro.

—Tenemos tiempo—. Jinxx murmuró y dio por terminada la ‘discusión’.

—Bien—. Jake rodó los ojos.

Andy casi saltando de felicidad –pero simulándolo– camino por delante de sus amigos, guiándolos hacia su casa. A su mamá no le agradaría mucho la idea. Incluso el tenía pensado acostarse temprano, pues sus padres saldrían, pero ahora tenía un buen distractor para no hacerlo.

Jake y Jinxx compartieron un par de besos y abrazos muy cariñosos eh insinuantes,  antes de llegar a casa de Andy, pues Amy, su madre, comenzaba a ponerse nerviosa cuando les veía muy juntos, abrazándose o besándose, cerca de su bebé.

En cuanto llegaron Andy no pudo evitar proponer ver canales para adultos en la televisión.

Nunca había tenido una novia –novio– pero, la pornografía para él, era el mismo cielo –el cual no tenía el privilegio de tocar aún–.

—Andy, cariño ¿Ya regresaste? — La suave voz de Amy invadió los oídos de los tres chicos que se encontraban en el pasillo de entrada. Andy casi quiso golpearse a la pared por aquellos llamados tan dulces, sin embargo sus amigos eran compresivos en ocasiones, y por ahora parecían no querer burlarse de ello, y lo agradeció.

—Andrew mamá, soy un hombre—. Se giró hacía la cocina, al escuchar unos tacones pisar suave desde ahí.

—Mi hombre de dieciséis años—. Río esa voz de mujer. Apareció en el umbral de la puerta con un vestido de noche, negro y con algunos detalles de piedras. Su cabello estaba recogido y su maquillaje la hacía lucir aún más joven. —Oh, trajiste a tus amigos, siéntanse como en su casa, lo saben —. Río nerviosa, ambos chicos saludaron con un ‘hola’ suave y se encaminaron hacia el salón, no sin antes separarse un poco.

—Sep, me sentiría solo, lo sabes—. Respondió Andy.

—Sí claro, bueno, entonces te dejaré dinero, para que pidas pizza, comida china o algo, lo que sea—. Andy se acercó discretamente a su mamá y recibió el dinero seguido de un beso en la frente.

—¿Karina?

—Dormirá con su amiga de año.

—Ya ¿Y papá? —Preguntó contando los billetes en su mano.

—Pronto estará aquí —. Amy estaba revisando su pequeño bolso cuando recordó algo con lo cual, Andy estallaría gritando. —Por cierto muchachito, no me gusta para nada que andes mandando cartas a extraños eh.

—Ya mamá, nadie las ve, da igual.

—Mentira, te llegó esto—. Andy se quedó serio.

Su madre le extendió su mano con un sobre color amarillo opaco, con un remitente y destinatario… Y está vez el remitente, no era el suyo.

Andy estaba perplejo, y casi sin aliento tomo el sobre con euforia y salió corriendo, pasando de su madre, hacia el salón, atrayendo la mirada de sus dos amigos que ahora yacían sentados uno muy cerca del otro. 
Quizás estaban besándose… Por la cara de susto de Jinxx y la cara sonrosada de Jake, más sus labios hinchados y rojos, pero ahora no le importaba aquello.

—Mierda, mierda, mierda—. Murmuró mirando el sobre.

—Jovencito, cierra el pico—. Recrimino su madre tomando su bolso de nuevo y acomodándose el cabello—Tú padre llegó, nos vemos mañana Andy, no te desveles ni veas cosas indebidas. Te amo cielo, adiós chicos.

—Adiós—. Contestaron Jake y Jinxx.

Andy por su parte seguía viendo la carta sin poder contestar a sus amigos y a su mamá.

En cuanto la puerta de la entrada se cerró ambos chicos se acercaron a Andy y sorprendidos al igual que él, se quedaron mirando el sobre.

—¿Y no piensas abrirlo? —.Preguntó Jinxx.

—Sí, es solo que… wow, no me la creo.

—Pues créetelo y abre el sobre, anda hombre—. Respondió Jake, por primera vez inundado por la curiosidad.

Andy los miró y asintió con euforia. Rompió desesperadamente el sobre –que por cierto pesaba un poco– y de golpe cayeron unas fotografías junto con un papel mal doblado, quizás de mala gana.

Jake se inclino y recogió las fotografías dejando la carta en el suelo.

—Mira, es la ciudad, no es la casa, pero es la ciudad ¿Para que quieres la ciudad?

—Pedí lo que fuera.

—Ya veo.

Jake siguió mirando las fotos con paciencia, Andy ya se le había pegado sobre su hombro y al igual que él veían las fotos detenidamente. Jinxx les miraba desde una distancia prudente y tomaba la carta para luego abrirla.

—Iug, que letra tan más horrible.

—¡No abras eso! Deja que yo… ¿Pero… qué?

Estaba a punto de levantarse de su lugar para reclamar su carta cuando una foto le llamó la atención. Jake soltó una risa y se tiró al suelo tomándose la barriga, soltando carcajadas ruidosas. Andy le quitó la fotografía, antes de que Jake la arrugara por andarse arrastrando en el suelo, la vio, y apretando los labios para no soltar una risa, miró al sujeto en ella.

Tenía los ojos entreabiertos –uno más que el otro–, sus labios iban en direcciones opuestas, dejando ver su lengua medio de fuera y tenía la nariz encogida, como si fuera a estornudar. Y al lado de él se veía una cabellera negra larga, como de una chica, quizás su novia. Oh… Una pareja vivía en su casa. Recién casados quizás.

Jinxx le arrancó la imagen y sin verla del todo bien estaba riéndose también acostado a lo largo del sofá.

—Bien, eso no lo había pedido—. Se ruborizó Andy

—Pero que chico tan más raro, pffftt.

—Ya— Jake se repuso de su ataque de risa y recobrando un poco la compostura se medio sentó en el 
suelo —, vamos lee la carta, en voz alta quiero oírla.

—Es mi carta.

—¿Y? Vamos léela, quiero saber que dice.

—Bien—. Andy tomó las esquinas de la hoja doblada y los estiro para así desdoblar la carta, casi sin tener que hacer mucho esfuerzo. Vaya, Jinxx tenía razón, que letra tan más fea. —Esto es horrible, no podré entenderle.

—¡Dámela! ¡Yo la leo!

Jinxx le quitó la carta de las manos y comenzó a leer sin detenerse a mirarlo.

Andy:

Te estoy respondiendo por todas esas cartas que has mandado y por las que no recibí y recibo ahora.
Pretendía mandarte una fotografía de tu casa, pero me lo eh pensado mejor y eh tomado fotos de la ciudad entera, que por cierto, ni es muy grande, apenas y hay un supermercado, una pequeña plaza, unos parques, hoteles pequeños, iglesias y unas colonias. Pero me consta que todo sigue como lo...”

—Espera—. Jinxx se detuvo.

—¿Qué? ¿Qué pasa? — Preguntó Andy inclinándose hacia adelante para mirarlo mejor.

—¿Qué demonios es eso? ¡Letra fea! Carajo ¿Eso es una ‘a’ o una ‘o’?

—Aish, haber, enséñamela… la carta—. Jake jaló la mano de su novio y miró aquella palabra extraña. Rayos. —Creo que dice… recuerdas… sí, creo que sí.

—Oh…—Jinxx achinó los ojos y abrió la boca sorprendido. Que rareza. —Bueno.

Pero me consta que todo sigue como lo recuerdas de tu niñez.

¿Sabes? Tengo una duda muy grande y por eso apenas eh mandado está carta. Soy algo curioso si claro, y quizás no quieras responderlo, pero ¿Cuántos años tienes? Estoy muy curioso por saber ese dato.

Vivo solo, más que con la compañía de tus cartas que no dejan de llegar sin parar, parece que incluso nado y me baño entre ellas. Pero es muy entretenido leerlas, porque claaaaaaro, yo las leo y no las tiro al fuego. No.

No te la haré más a la larga pequeña, cuídate mucho y ya no te gastes las manos escribiéndome cartas pidiéndome lo mismo.

Un saludo.
Oliver Sykes.”

—Espera… ¿Qué? —. Termino Jinxx y Andy fue el primero en balbucear.

—¿Para que rayos quiere saber tu edad? ¡Te lo dije Andy, te lo dije! Un pedófilo, no sabías que encontrarías mandando cartas a extraños—. Le recrimino Jinxx.

—¡No! — Gritó Jake—. Le ha dicho ‘pequeña’. Andy… ¡Ese tal Oliver cree que eres una chica! — Y de nuevo se tiró al suelo a carcajearse de la cara de su amigo pequeño.

—Bueno, no lo sé—. Dijo Jinxx —. Parece ‘a’ pero igual y es ‘pequeño’. Lo leí como iba captándolo.

—Sí, es eso—. Dijo Andy sonrojándose.

—¿Le responderás? —. Preguntó Jinxx dándole la carta.

Andy no respondió. Se le quedó viendo a las fotografías y a la carta con sus ojos aguados. Se sentía un poco avergonzado, pero feliz, quería gritar y se sentía soñado, pero por ahora al menos podía pensar en que cuando cumpliera su mayoría de edad, quizás fuera a comprar esa casa. Y el tipo era soltero… quizás para cuatro años se habría casado ya, se veía un poco grande y brutal por los tatuajes del cuello y brazo.

No te gastes las manos escribiéndome cartas pidiéndome lo mismo”.

—Oh, bueno… quieren ver ¿Una película? —Preguntó Andy colocando la carta bajo un cojín. Sus amigos asintieron con flojera, la aparente calentura se les había esfumado y ahora estaban tranquilos desparramados cada quien en un sillón. —Elijan la que quieran, voy por soda y… pida la pizza si quieres.

—Está bien.

Y salió casi corriendo de su casa dando un portazo.


;;;


Andy estaba con medio cuerpo metido en el buzón de su calle, buscando la carta que una hora antes había ido a echar.

Revoloteaba y leía cada sobre que se encontraba, hasta que dio con un sobre rosita pastel, letra grande y redondita, y pegado con un oso sonriente para guardar su contenido. Odiaba esos sobres rosas, pero eran ecológicos y además salían muchísimo más baratos. Las estampas tomadas de la habitación de Karina, su hermana pequeña –ya que le sobraban bastantes– y su letra bastante gorda y legible para que pudieran comprender lo que quería. El era cien por ciento macho. Sin embargo, esa era su carta.

La tomó sonriente y la agarró entre sus dientes para luego empujarse con sus manos e intentar salir de ahí dándose unos golpes algo brutos.

—Debo, de dejar de hacer eso.

Ahora su mente maquilaba por la idea de que le escribiría en la siguiente carta. ¿Su edad? No, muy pronto, ese chico –a pesar de la cara ridícula que tenía en aquella foto que mandó– se notaba que era guapo. Rudo, pero guapo y eso a Andy le había hecho morderse el labio y sudar bastante nervioso.

Caminó de regreso a su casa con la carta que había mandado antes,  ya doblaba entre sus manos, como si fuera a rezar, respiraba feliz y –casi– iba bailando.

Aunque para él, aún había una duda: ‘pequeña’. Realmente ¿Eso que significaba? Jinxx era muy bruto en ocasiones, pero de los tres, el era quien mejor visión tenía –se supone– así que… Ese tal Oliver, creía que era una chica. Pero no podría, porque el recordaba haber escrito sobre sí mismo como varón, recordaba haber dado detalles o que le dieran a entender ese ‘significado’… ¿O no lo había hecho?

Quizás podría sacar algo de valor. Jugaría un poco con aquello. Una sonrisa se formó en sus labios. Aunque él no lo supiera… seguía siendo un niño con travesuras inocentes, pero fuertes y con grandes consecuencias.

Había pasado casi corriendo a la tienda por unas sodas, y ahora agitaba dos de ellas para jugar una buena broma, ya que su autoestima había subido hasta el cielo. Y en cuanto llegó a casa, no dudo en dárselas a Jake y Jinxx que de nuevo parecían haber aprovechado su ausencia para desvirgar su sofá del salón; ambos greñudos y con marcas rojas enormes, en el cuello.

Con lo que no contaba era que ambos bajaran sus sodas y las dirigieran hacia él. Abrieron ambas botellas y Andy se ducho entre gaseosa de sabor a cola.

—Morirán.

—No hoy ‘pequeña’.

Andy soltó un gruñido y agitando su soda, la abrió mojando a sus amigos y los tres comenzaron a jugar con sus refrescos, regandoselos por todo el cuerpo, gritando y riendo como si fueran pequeños niños de seis años. 

Su mamá se pondría muy furiosa cuando viera su sala pegajosa. 




Este capítulo va con dedicación a Rubí con un poco de Janxx incluido,
de hecho, no será el único capítulo con algo de Janxx y espero les guste la combinación.

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