Por Rubí Gomez.
Frerard: Frank Iero & Gerard Way
Entré a la
cancha de basquetbol techada de la universidad y miré a todos lados. La escuela
por completo estaba adornada, pero este salón de multiusos, estaba quedando
genial, y no era que mis inclinaciones fueran un tanto poco normales que la de
los demás chicos, pero me emocionaba y sentía ya el instinto vampírico que me
recorría el cuerpo.
Yo era muy
alegre para este tipo de fiestas, me agradaban bastante e incluso era mi fecha
favorita del año y no solo porque me recordara a una persona, si no porque
desde que tengo memoria tengo una fascinación exagerada a los vampiros. ¿Y que
mejor fecha que esta para que todos se tomen enserio a un vampiro? Y no soy friki. Aunque si lo veo desde mi
perspectiva de ahora, la emoción había bajado al menos un cuarenta y cinco por
ciento. No me alegraba mucho, pues este año tenía algo diferente que hacer.
Giré la cabeza y
miré a mi pequeño e inútil hermano montado en una silla intentando colgar unos
cuantos murciélagos peludos y con ojos fosforescentes en la oscuridad, sobre la
pared y casi sobre el techo. Y para mi incomodidad no estaba solo. Estaba
siendo ayudado por Bert, sin embargo este ni siquiera le hacía mucho caso a su,
“levántame un poco para colocarlo más
arriba”, pues este estaba ocupado mirándole el culo. Sí claro y me quería a
mí.
Me acerqué a
ellos y en cuanto Bert me vio, hizo amago de ayudar arduamente en algunas cosas
y se fue dejando solo a mi inútil hermano, pataleando sobre la silla, seguro
sabía que lo había visto. Que fuerte.
—¡Beeeert! ¡Ven
acá inútil, flojo de mierda, hijo de puta! — Reí y fue cuando Mikey me miró con
el ceño fruncido. Se acomodó los lentes y carraspeo colocando las manos en su
cintura después de haber pegado de mala gana el último murciélago que tenía en mano,
tan solo enfrente de él y no tan alto como lo quería en un principio.
—Pero que humor
te cargas — Reí con ganas y el sonrió tan solo jalando la comisura de sus
labios.
—Sí bueno, tu
novio me ha propuesto sexo en plena cancha, quizás debería decirle que es buena
idea engañarte los dos. — Mi risa de apagó y le miré con odio.
—No es mi novio
y ni se te ocurra decirlo de nuevo que te romperé la boca con… — giré la cabeza
y miré la mesa de golosinas— ¿Ponche?
—¿Qué tiene? —
De un saltó bajo de la silla y le pateó a un lado para caminar y servirse un
poco de eso. —¡El ponche nunca falta! Pero sabes que después le meterán
alcohol, así que no tienes que sufrir un ataque de pánico por creer que el
ponche no estará adulterado, querido hermanito briago.
—Mucha razón. —
Me encogí de hombros y comencé a ver el salón multiusos con mayor cuidado. —
Espera… — Señalé el letrero que estaba por sobre la cabina del DJ que comenzaba
a probar la música y mi boca se desencajó. — ¿¡Otra vez!?
—¡Fiesta de
disfraces! — Gritó mi hermano con entusiasmo y saltando un poco. Le miré raro y
seguí leyendo el letrero aunque solo decía eso.
—¿Fiesta de
disfraces? ¿No crees que estemos muy grandecitos para hacer este tipo de
fiestas con el concurso del mejor disfraz? Dudo mucho que alguien venga
disfrazado.
—Vamos, no
puedes ser tan aguafiestas, las personas entrarán gratis si vienen disfrazados
entonces, vendrán caracterizados, no es un buen Halloween si no hay disfraces,
además… será su cumpleaños. — Me codeó y yo rodé los ojos.
—Sí lo sé, no
tienes que recordármelo, me eh esforzado en mirar el calendario todos los días,
para hacer cuentas hasta el día encerrado con muchos colores y arriba un
notorio “HBD” y para mortificarme por
el propósito de año nuevo que había aplazado hasta el día de su cumpleaños.
Porque era la fecha más lejana y ahora está
unas horas. Estoy jodido. No tengo muchas ganas de la fiesta, de verdad.
—No puede ser
tan malo, se nota que se muere porque le digas también.
—Ah ya, y por
eso está con Adam. No, pues tengo que darte mucha razón, el enano se muere por
mí, está demasiado claro. — Agité la mano de manera vaga dando a entender que
le daba la razón.
—Bueno, eres
demasiado pesimista. — Rodó los ojos y tiró el vaso de ponche al suelo con nada
dentro.
—¿Ah sí? Ver a
la persona que te gusta demasiado feliz con su novio y saber que solo por eso
te dirá que no, es positivismo. Creo que es bueno pues no debería decirle nada
si está de novio.
—¿¡Pero qué balbuceas!? Yo creo que es negativismo. Sí él
está con un chico, entonces la tienes ganada. ¡Le gustan los chicos! Lo único
que debes hacer es conquistarlo y ya.
—Oh, mira, pero
que genio me saliste hermanito. Como es bien fácil. —Él se burló.
—¿Vendrás de
vampiro? — Le miré a ver por sobre mi hombro y con una sonrisa mía le di a
entender que era obvio. — Es lo único que me faltaba, por millonésima vez serás
el guapo vampiro.
—¿Quién se
resistiría a un vampiro como yo? Además, si planeo hacer cierta confesión que
me pone los pelos de punta, pretendo hacerlo con un disfraz que me suba la
moral si soy bateado hacia afuera del campo de juego.
—Que
exageradito.
—Sí, como digas
hermanito, además, ¿quién es, él que no ha tirado las vendas corrientes de
farmacia para volverse a disfrazar de momia?
—Mira que la
momia es genial, antes fue alguien importante, por algo guardaros sus hermosos restos en un féretro de oro o
algo así.
—Tú no fuiste
guardado en un féretro, solo en la placenta de mamá. Además, ¿Qué me dices del
conde drácula? — Alcé una ceja y le miré tan orgulloso.
—¿Siempre tienes
que llevar las de ganar? — Rodó los ojos.
—Pues claro. —
Le sonreí y lo abracé pegándolo a mi cuerpo.
—Sí, seguro, y
con el enano no puedes. — Fruncí el ceño de nuevo y le solté. — Mira, hablando
del reí de New Jersey.
Me giré tan
rápido que me torcí el cuello, tronó y escuché un quejido de Mikey seguido de
un ‘auch’ que no me importó para
nada. Era cierto, ahí venía él y para mi suerte venía solo, o casi. Adam le
dejó justo en la puerta, le besó y se fue.
Y ahora el entraba
saludando a todos, agitando su pequeña mano tatuada y con asentimientos de
cabeza, además de reír con esa chocante, chillona y perfecta voz.
—Por dios, deja
de babear, me vas a inundar. — Mikey colocó un vaso del ponche bajo mi
barbilla, fingiendo acumular mi saliva en este, le pegué un manotazo y el vaso
salió volando lejos de nosotros. Y él venía hacia acá.
—Hey, Gerard,
Mikey. — Nos saludó y empujando un poco a mi querido e inútil hermano, me situé
enfrente de él.
—Hola Frank,
¿Cómo estás? — Saludé y le pasé un vaso con ponché. Negó con la cabeza y lo
dejé en la mesa limpiándome las manos en el pantalón. Los vasos estaban
pegajosos. Lo anoté en mi bloc mental y le sonreí de nuevo. — ¿Vendrás a la
fiesta de disfraces? — Pregunté de forma mecánica mostrando
falsedad instantánea.
No tenía muchas
ganas de una fiesta ahora, pero claro, él vendría y por lo tanto yo vendría.
—¡Claro! Adoro
venir a estas fiestas, son lo mejor, además siempre son una buena forma de
festejar mi cumpleaños. Tú sabes que me gustan las fiestas de este colegio.
Bueno, más por el recorrido tétrico por los pasillos de ésta, aunque realmente
no de miedo.
—Por supuesto. —
Sonreí dándole la razón a todo lo que decía.
—¿Te
disfrazarás? — Preguntó. Asentí y el embozó una bonita sonrisa. — Adivino que
de Vampiro.
—Y yo adivino
que tú vendrás de Frankenstein. — El sonrió y asintió.
—Me conoces
bien.
Y de verdad que
sí. Al igual que yo, Frank siempre osaba a utilizar su traje de Frankenstein
que a pesar de su escaza estatura, se le veía increíble. Sabía usar el
maquillaje y usaba unos zapatos con plataforma. Igual me fascinaba. Era el
Frankenstein más adorable que pudiera existir en el universo.
—Por supuesto. —
El sonrojó en sus mejillas no pasó desapercibido por mí. — ¿Vendrás con Adam? —
Su boca se puso recta y soltó un suspiró algo pesado.
—Supongo, no lo
sé.
—Podría pasar
por ti, venir juntos ya sabes, claro si no vienes con él.
—Oh, gracias
Gerard, eres muy amable, pero no lo creo. Verás, en ocasiones Adam es un poco
obsesivo y no quisiera meterte en un problema, ya sabes, alguna pelea
involuntaria. — Se encogió de hombros y jugó con la punta de su converse sobre
el suelo.
—Sí, claro está
bien, no hay problema —Respondí con nerviosismo—, te veré aquí entonces a las
doce.
—Sí, a las doce.
—Sí.
—Sí.
—Sí, bueno,
estoy aquí, uhm ¿Frank, te importaría ayudarme a pegar esto sobre la pared? —
Preguntó Mikey señalando falsas telarañas. Frank asintió y caminó con vagues
hacia él. — Bueno, adiós Gerard.
Ni siquiera le
contesté por mirar con odio a Mikey quien se reía de haberme arruinado mi
momento. Me giré y salí corriendo del salón multiusos y después de la
universidad. Tenía que arreglar mi disfraz si quería que fuera mi noche.
———
—¡Arthur!
—Vuelve a
llamarme así y te saco los ojos con mi lápiz negro. — Gruñí y le señale con el
delineador de punta fina que tomaba fuertemente con la mano. Pero al momento de
enfocar mi mirada, una manta suave color rojo sangre caía sobre mi cabeza. Me
la quité enseguida evitando macharme así mi maquillaje y mi capa de vampiro.
—Huy, yo creí
que estarías de mejor humor. Esta noche dejas de ser soltero, por favor, al
menos finge que le dirás que te gusta, me la eh pasado diez meses molestándote
con lo mismo, ya que no planeo ir atrás de ti en esta fiesta, puedes perderte y
hacerme creer que lo harás.
—Cállate saco de
huesos, sí se lo diré y tú debes ayudarme aunque sea un poco, estoy nervioso
¿sabes? Nunca me ha funcionado hacer este tipo de declaraciones. ¿Qué tal si le
arruino su cumpleaños? Pobre, creerá que un pervertido homosexual le quiere
partir el culo.
—¿Y no es así?
Además no voy a ayudarte, me meterás en problemas estoy bien con mi pareja,
gracias. — Le miré con algo de rencor y el alzó los brazos. — Oh no, ni hablar.
¿Has visto lo musculoso que es Adam? ¡Es enorme! Me podría aplastar tan fácil y
quizás terminaría viéndome como un perro de dos tortas, que al final se queda
si su preciada porque todo era mal entendido.
—No sé si me
estás dando ánimos o planeas acojonarme.
—Solo apúrate,
mierda, son las doce y cuarto. ¡Vamos quince minutos tarde! ¡Yo no me lo quiero
perder por nada! — Salió gritando Mikey de la habitación haciendo sonar sus
zapatos de mala gana mientras bajaba las escaleras.
—Más bien creo
que tú también quieres ver a alguien más. — Le dije mientras me aplicaba con
una brocha unas fingidas gotas de sangre en mi barbilla como si estas hubieran
escurrido por alguna mordedura a la yugular de alguien.
—¡Al menos yo no
debo fingirlo, quiero verlo y por eso te ordeno que te apures, maldita sea ya
son las doce con veinte! — Gritó desde abajo. — ¡Sí no bajas en un minuto, subo
y te jaló de los pelos negros que te tiñes!
—¡Cállate! — Le
grité mirándome por última vez en el espejo y bajé las escaleras de a dos en
dos, llegando así en menos de un minuto junto a Mikey que contaba los minutos
en su reloj de muñeca. —Te tengo envidia —dije retomando nuestra plática—, y no
porque sea tu pareja, si no porque ya has pasado la parte difícil de la
declaración.
—Dale todo el
crédito a James, si él no hubiera dicho nada, yo tampoco.
—Bah, como sea,
vámonos. — Abrí la puerta y claro, el príncipe azul viene por la princesa y a
mí que me coma un león. — ¿Por qué mierda no me dijiste que venían por ti? — Le
dije a mi hermano con furia. —Estúpido, cabrón.
—Te vamos a
llevar, deja de ser tan llorona, mierda Gerard, creo que más bien te queda el
traje de la llorona que la de un vampiro. Además — carraspeo y señalo el auto
con discreción—, te traemos una sorpresita.
—¿Qué cosa?
En ese instante
la ventanilla trasera del auto, la que daba justo hacía la acera, se bajo,
dejándome ver a un monstruo bastante impaciente que en cuanto nos vio sonrió y
sacó la cabeza para gritarnos.
—¡Apúrense! Se
están tardando tanto— resopló dejándose caer de nuevo en el asiento.
—¿Cómo? ¡¿Qué?!
—Después de que
te fuiste apareció Adam, no sé que cosa habrán hablado, pero al parecer le dejó
solo esta noche. Y bueno — se encogió de hombros—, no digas que no te ayudé.
Sonreí de medio
lado y caminé abriendo la puerta trasera del auto sentándome junto a él, quien
me saludo con una pequeña agitación de manos y comenzó a hablar como cotorra
sobre la desvelada que se iba a dar hoy y que el resto del día se la pasaría
durmiendo y por lo tanto no disfrutaría su cumpleaños, que solo a la escuela se
le ocurrió hacer la fiesta el 31 de Octubre a las 0:00 am comenzando el día…
Yo como siempre
asintiendo a lo que decía y poniéndome en contra de la fabulosa fiesta de
Halloween. De momento dejó de hablar terminando con un suspiró prolongado y
James encendió la radio. Un especial de
música “terrorífica”, creepypastas, historias de terror, mitos, leyendas,
psicofonías y un especial (dentro del especial, que creativos) de lugares más
fantasmales en el mundo. Como si se tuviera tanto dinero como para tomar un
avión a todos esos lugares que mencionaban que al menos por el tiempo
transcurrido dentro del auto, llevaban como quince y todos muy lejos de New Jersey.
—Boys and girls
of every age… — Murmuró cantando para sí, mi cabeza identifico la canción al
instante.
—Wouldn’t you
like to see something strange? — Continué un poco más fuerte, haciéndole girar
y me vio con una linda sonrisa en su rostro.
—Come with us and you will see… —
Cantó esta vez Mikey.
—This our town of Halloween —
Terminó James.
El pequeño enano
se emocionó que comenzó a cantar aún más fuerte y a sustituir el ‘Hallo’, por un ‘Iero’.
—This is
Ieroween, this is Ieroween, pumpkins scream in the dead of night. — Movió la
cabeza al ritmo de la canción y yo le sonreí adorado.
—This is Ieroween—canté a su
manera—, everybody make scene.
—Trick or treat till the neighbors
gonna die of fright, it’s out town everybody scream, in this town of Ieroween. —
Terminó él con una sonrisa y riendo con esa voz chillona y melódica.
Llegamos al estacionamiento de la universidad y
el Frank salió disparado del auto corriendo con unos zapatos de plataforma
haciéndole ver más adorable aún. Le costaba, pro aún así seguía corriendo
llegando a la entrada adornada como la típica película de Tim Burton “The
Nightmare Before Christmas”.
—¡Geeeerard! —
Me gritó desde la puerta. Yo me acerqué un poco confundido pero sin pensarlo
tomó mi mano y me obligó a pararme junto a él. — Perfecto.
—Sonrían. —Abrí
los ojos cuando sentí los brazos de Frank rodearme y le tomé de la cintura
acercándolo a mí para la inesperada foto de la cual no me había percatado hasta
momentos después. — Linda pareja chicos.
—Como tú digas—
murmuré a la chica vestida de Morticia Addams con una cámara frente a nosotros.
Frank tomó mi brazo apenas nos
entregaron la fotografía y me jaló al interior de la escuela, casi corriendo llegando
así a las primeras atracciones en la escuela. Si él quería que estuviera a su
lado el resto de la noche, así me tendría.
Había algunos juegos, se
escuchaban gritos e incluso había personas disfrazadas se zombies que caminaban
a pasa lento simulando seguir a algunas personas. Frank tiraba de mi brazo y me
acojoné al ver a donde me llevaba.
No es que fuera un miedoso, pero no estaba
preparado mentalmente para meterme a un lugar como ese ahora. El edificio de
los últimos grados estaba totalmente cubierto por mantas, telarañas, fantasmas
estáticos, brujas y algunas calabazas reales con una cara diabólica cortada al
frente, se escuchaba la canción de la película de Halloween de 1978 remixada con la del Exorcista y la de Saw.
Cuando me di cuenta Frank ya
tenía dos boletos en la mano y me empujaba por la espalda para entrar con el
reciente grupo. Ya no podía echarme para atrás porque ni siquiera me había preguntado
y yo no le había detenido, así que le tomé de la mano y casi entré corriendo
para al menos, ir con unas cuantas personas.
—Esto es
fantástico. Opino que la casa de los sustos cada vez está mejor—. Dijo
sonriente al momento en el que sentí un cosquilleo en mi nuca. Me giré y pegué
tal grito que Frank volteo y comenzó a reírse en mi cara. — El puto Freddy
Kruger, más real que nunca.
Le miré mal y tiré de su brazo al
momento en el que salí corriendo ignorando las cosas que se nos atravesaban. Y
no es que fuera miedoso como ya dije, pero los malditos muñecos estos salían
hasta por debajo de las piedras y de manera tan sigilosa que al momento de que
te dabas cuenta, ya lo tenías en tu cara.
Había tantos. Algunos no daban
miedo como Chuky el muñeco diabólico, pero había incluso unos que en mi vida
había visto y daban horror con solo mirarles pues parecían reales.
Las luces se fueron de momento y
Frank y yo nos pegamos como chicles esperando algún rastro, pero en cuanto las
luces se encendieron de nuevo, tan solo un poco, nos dimos cuenta de que
estábamos solos. El grupo con el que habíamos entrado ya no estaba.
—¡¡Mierda!! —
Grité, cuando por debajo de mi salió una mujer con la cara deformada riéndose
tan espantosamente.
—¡Que su disfraz
es genial! — Se emocionó Frank, tanto que se acercó e intento tocarle.
—Que no le
toques, rayos, Frank. Vámonos de aquí.
Tiré de nuevo de
su brazo y comenzamos a caminar y ahora si me estaba acojonando más de lo
normal pues ya no se escuchaba nada. Estaba todo en un silencio tremendo que de
repente me dio claustrofobia pues no lograba ver nada, apenas una luz lejana
parpadeaba iluminando un poco el suelo por donde pasábamos.
Frank se pegó a mi cuerpo y yo le
abracé por la cintura mientras caminábamos despacio. De un momento a otro
escuchamos un golpe en seco que nos hizo detenernos, y luego las luces
regresaron, en tinieblas (con un poco de humo que no dejaban ver) y logramos
ver de lejos a un loco corriendo hacia nosotros con una sierra eléctrica
probablemente falsa.
Pegamos tal grito que comenzamos
a correr esquizofrénicos mientras lo que fuera que venía atrás de nosotros se
acercaba más y más. De la nada cuando chocamos en una pared que no vimos pues
la oscuridad era más abismal, el piso se abrió dejándonos caer al exterior del
edificio en una colchoneta. Y salimos.
—¡Te lo dije! —
Gritó emocionado mientras yo me recuperaba de la taquicardia que había sufrido,
además de regular mi respiración. — Cada vez la hacen mejor.
—Ni que lo
digas. — Murmuré reincorporándome y ayudando a Frank a ponerse de pie.
Frank jaló de mi
brazo nuevamente y yo sentí el hormigueo en mis piernas como si estas fueran a
doblarse y hacerme caer al suelo. Pero esta vez pude respirar un poco más
tranquilo. Estaba llevándome al salón multiusos, para el baile y eso me hizo
respirar un poco. Otro susto más y pasaría el Halloween en una tumba.
Entramos y el
ambiente era tan contagioso. Todos bailaban, ni siquiera sabía si conocía a
alguien, todos los disfraces eran geniales, todos terroríficos y bien hechos.
—Gracias por no
venir, Adam. — Hablé hacia el cielo, aunque en realidad, parecía más bien que
le hablaba a las luces de colores sobre el techo, que se movían de un lado a
otro mientras todos coreaban ‘Why can’t I
be you?’ de The Cure.
—¿Qué dices?
¿Adam, qué?
—Aah… — Me mordí
el labio y él me miró atentamente como esperando a que le contara un cuento. —
¿Qué por qué no vino él contigo?
—Oh, ya sabes,
es medio rarito. No le van mucho las fiestas de Halloween, es muy aguafiestas el
pobre, pero está bien, no importa.
—¿Qué no
importa? Creí que te gustaría estar con él. — Se encogió de hombros y
comenzamos a abrirnos paso entre toda la gente.
Mi cabeza
comenzó a moverse al instante y Frank lo notó. Y en vez de llegar a una mesa,
nos paramos directo en la pista de baile y ambos comenzamos a movernos como
monos saltando de alegría. No bailábamos muy bien, pero vamos, a Frank le
quedaba muy bien pues un Frankenstein no se movía como víbora. Y bueno un
vampiro casi siempre anda serio así que, no había por qué alarmarnos.
Ambos estábamos demasiado tiesos,
pero tanto él como yo, estábamos riéndonos sin parar, estaba contento y él
también, se le notaba, incluso parecía que no le importaba que su novio no
hubiera venido y bueno, a mí tampoco me importaba.
El cantaba y me señalaba, yo
intentaba girar los ojos a otro lado pues lo hacía de una manera tan melosa que
me hizo pensar en la confesión que tenía que dar.
Después casi pegada a la canción
de The Cure, comenzó una de Jim Carroll. Todos gritaron y siguieron moviéndose con
esa música un poco anticuada pero muy buena para bailar.
Cuando enfoqué mi vista, mi
pequeño enano estaba de espaldas a una chica, bailando los dos muy pegados
espalda con espalda y moviéndose con alegría. Sonreí de lado y me acerqué
jalándole el brazo pegándolo a mi cuerpo.
—Those are the
people who die, die; they we’re all my friends that just die. — Cantó y
entonces lo único que pude pensar fue en que tan tonta era la letra de la canción.
—¿Quieres
ponche? — Me acerque a él y le hablé en el oído para que pudiera escucharme
mejor.
Asintió y me
acerqué a la gran fuente que había en la mesa donde había estado unas horas
antes riéndome de lo inútil que podía ser Mikey. Recordando su enojo y mal
humor alcé la vista y mi mirada se fijó en el murciélago mal pegado que estaba
a unos centímetros arriba de mi cabeza.
Rodé los ojos y
tomé un vaso para servir el ponche. Escuché unos cuchicheos atrás de mí y giré
encontrándome miradas nerviosas y ansiosas. Fruncí el ceño y me pregunté si
para entonces ya había echado algo de alcohol al ponche. Me acerqué el vaso a
mi boca cuando noté que estaba pegajoso. Lo había olvidado. De nuevo rodé los
ojos y pensé en tomar algún papel para limpiarme cuando ‘Astro Zombies’ de The Misfits comenzó a sonar. Era mi banda favorita
por lo que dejé olvidado el papel y el sorbo que iba a darle a la bebida y
regresé donde Frank para darle su vaso todo pegajoso con ponche.
Se lo tomó y
luego sin decir nada, fue por más. Le había agarrado amor al ponche y después
de unos cuatro tragos más regreso conmigo a la pista iluminada de baile
cantando la canción de The Misfits que al parecer a él también le gustaba.
—¡El ponche es
genial, debes tomar! — Me gritó contento. Solo asentí con la cabeza ignorando
lo demás. No planeaba tomar pues los vasos estaban pegajosos y odiaba esa
sensación en mis manos.
La música me
comenzó a dar dolor de cabeza, canciones viejas pero no por eso aguafiestas al
contrario, era geniales y divertidas aunque la mayoría con letras tontas. Eso
se pudo notar con la típica canción de la película de ‘Ghostbusters’ de Ray Parker Jr., ‘The Monsters Mash’ de Bobby Pickett, ‘Hombre Lobo Adolescente’ de Rebel Cats.
Seguimos
bailando hasta que de repente un movimiento algo torpe me llamó la atención.
Frank estaba bailando, sin embargo ya no tan feliz como antes, esta vez parecía
como si estuviera concentrado en ellos, como si estuviera haciendo un examen,
pero le estaba saliendo mal.
Tropezó con sus
pies y estaba a punto de caer pero le jalé del brazo y se quedó medio colgado. Le
miré extraño y lo jalé sacándolo de la pista luminosa y lo senté en una de las
mesas más alejadas del alboroto para que no se sofocara. No quería tocarle
mucho el rostro pues su pintura verde vomito se vendría abajo y no quería
arruinarle su disfraz.
—Frank, enano. —
Le levanté con mi dedo índice la cabeza que estaba colgada mirando hacia abajo
y le obligué a que me mirara. — ¿Estás bien?
Sus ojos se
iluminaron como si hubiera visto algo hermoso y sonrió saltándome encima,
colgándose de mi cuello.
—¡Geeerard! ¡Que
bueno que viniste! Eres un lindo vampiro, un chupasangre sensual. ¡Muérdeme! —
Gritó y se cayó al suelo.
Le miré desde
arriba y fruncí el ceño. No llevábamos tanto tiempo como para que el sueño le
afectara así, y no había tomado nada de alcohol.
—Gerard, ¿qué le
has hecho al, nene? — Me giré y vi a Mikey con James tomados de la mano. Ambos
me miraban con el ceño fruncido y yo no sabía ni que responderles. — ¿Le has
dicho algo?
—No.
—Y mi pregunta
es ¿Por qué coño no lo levantas del suelo? — Preguntó James.
—No sé— me
encogí de hombros, pero aún así no me tenté en levantarlo.
James lo levantó
y lo miró con detenimiento tomándole con una sola mano de la barbilla
presionando sus dedos en las mejillas haciendo que Frank abriera los ojos y le
mirara feliz.
—No me beses —murmuró
Frank con una sonrisa—, Gerard se enoja.
—¿Qué yo, qué? —
Alcé una ceja y les miré anonado. — Yo no… ¡Ah!
—¿Bebió o comió
algo? — Me lo pensé un segundo y luego asentí.
—Ponche. —
Señalé la mesa y luego me giré para encontrar una escena bastante horrorosa,
que me cabreo bastante. Los novatos estaban abriendo una pequeña bolsa con
polvo blanco y estaban echando sin parar al ponche.
—¡Pero que te
dije que le pondrían alcohol al ponche! ¡Y no solo eso, todo tipo de droga! Si no
le da un golpe de calor, creo que sería un milagro.
—Mierda ¿Y ahora
qué? Debo sacarlo de aquí, con este calor acá encerrado, se pondrá peor. — Me
acomodé el cabello y tomé mi capa color rojo sangre colocándosela sobre los
hombros. Lo tomé de la cintura y lo recargué en mi cuerpo.
—Lleva mi auto. —
Dijo James dándome las llaves.
—¿Qué? ¿Pero y
ustedes?
—Nos vamos a
pie, o quizás Bob nos pueda llevar, no lo sé, ya veremos. Mientras llévate al
enano que pronto devolverá el estomago aquí. Sin rayones — Asentí de mala gana
y me despedí de ellos con una agitación de manos que más bien pareció un
lárguense de aquí.
Ieroween
arruinado.
Arrastrando con
todas mis fuerzas a Frank, lo saqué del salón multiusos y caminando por los
pasillos de la universidad, atravesando el patio lleno de gente que conversaba
y otros que apenas venían llegando.
— Bien hecho
enano.
—¡Sí! — Gritó y
rodé los ojos.
Lo acomodé en el
asiento trasero y le deje dormido mientras yo con toda la flojera del mundo,
entraba al asiento del piloto y encendía el auto como si fuera de vidrio.
Afortunadamente era de noche, por lo que no había tráfico, los niños pidiendo
dulces ya se habrían ido y quizás fiestas en algunas casas, bares, escuelas etc.,
pero si me iba por lugares concurridos eso se podía evitar.
Manejaba
aburrido, la música en la radio era casi la misma de unas horas antes por lo
que la había apagado y solo escuchaba las risitas tontas de Frank atrás.
Murmuraba cosas que no alcanzaba a escuchar y luego se reventaba a reír, se
detenía y lloriqueaba que le dolía, pero no sabía que, no podía verle. La idea
de llevarle a mi casa estaba fresca en mi cabeza, pero solo pensar que el pobre
se asustaría, la tache con rojo y tuve que manejar unos veinte minutos más para
llegar a la suya.
—I am the one hiding under your bed,
teeth ground sharp and eyes glowing reeeeed. — Canturreó y se tapó el rostro
con vergüenza cuando notó que lo miraba por el retrovisor. — I am the one
hiding under your stairs, finger like snakes and spiders in my hair, this is Halloween,
this is Halloween, Halloween, Halloween, Halloween, Halloween.
—Calla enano, no
estoy de humor para escucharte cantar. Me colmas la paciencia. — Dije aburrido.
Él paso
de mi advertencia.
—In this town we
call home, everyone hail to the pumpkin song, la, la, la, la la la, la, la, la
la la, la, la, la la la, la la la, ¡Wiiiiiii! — Grito emocionado.
—Te has saltado
una parte grande — murmuré. — Imbécil.
Apenas había
podido pisar el freno en cuanto llegamos a su casa pues el enano, en vez de ir
dormido iba tan despierto que intento bajarse con el auto andando. Me bajé a
prisa y corrí hasta le que yacía con medio cuerpo tirado en la acera y la otra
mitad dentro en el asiento del auto.
—No sé, tengo
muchas ganas de golpearte.
Le tomé del
brazo y lo cargué como si fuera nuestra noche de boda (que claro, yo encantado
la quería). Cerré la puerta del auto con el pie y le puse la alarma como pude.
Caminé hasta su caso con él medio adormitado en mis brazos y cuando intenté
abrir la puerta me di cuenta que esta estaba con llave.
—Tiene cerrojo. —
Río. Me estaba tocando las pelotas y estaba a nada de reventarle las suyas.
Torpemente
sacó un par de llaves y me las tendió. Un llavero muy mono con un murciélago en
3D no tan grande pero que si le aplastabas sacaba luz de la boca y le brillaban
los ojos además de hacer un sonidito medio extraño, yo ni siquiera sé como
hacen los murciélagos.
—Gracias,
supongo. — Abrí la puerta y no sé porque no me impresioné.
Su casa era un
vivo retrato de alguna mansión terrorífica de la época antigua. Lleva de
telarañas, adornos, calabazas, esqueletos, vampiros, murciélagos, momias, etc.,
y claro no faltaba el letrero de Halloween. En la mesa junto a la puerta un
enorme tazón lleno de dulces y algunas envolturas al lado de este, lo que me
hacía pensar que en ocasiones el tomaba unos.
Él se soltó de
mis brazos y comenzó a caminar por su propia cuenta.
—Vampiros. —
Murmuré mientras me desabotonaba la blanca camisa con algunas gotitas de sangre
falsa.
—A ti te
encantan los vampiros. — Dijo y luego vi como su cuerpo caía sobre el sofá
bocabajo.
—Sí, lo uso como
una metáfora, como algo más profundo que lo supernatural. Es que los muertos
caminantes chupasangres pueden decir mucho a la gente ¿entiendes no? — El soltó
un gemido algo extraño y me dio entender que no estaba comprendiendo nada —,
Uhm, es como las personas que tratan de controlarte, robarte el alma de algún
modo para sacar una parte de ti. Siempre eh querido ser un vampiro, son los
mejores monstruos.
—Lo son porque
tú eres uno ahora mismo. — Murmuró con voz somnolienta.
—Bien, creo que
voy a hacerte algo de comer, o servirte agua o, prepararte un baño, no sé. —
Hice oídos sordos y me alejé de él refugiándome en el primer lugar que
encontré. — Va a ser difícil.
———
—¡Geeeeeeraard!
Mi vampirito, ven aquí.
El juego de las
escondidas es ó era, no lo sé, el juego más popular entre los niños. Pero que
alguien de 23 años lo estuviera jugando creo que ya era mucho.
Estaba debajo de
la mesa abrazando mis piernas y es que desde que llegamos a su casa no me había
dejado en paz. En cuanto le dejé recostado en el sofá, se levantó y me siguió
por todos lados aún y cuando intenté ir al baño. Se me había colgado al cuello
y no me soltaba por nada, incluso casi lograba asfixiarme. Pero tampoco podía
dejarle solo al pobre, pues podría medio matarse en las escaleras y entonces me
sentiría tan culpable por su muerte en plena noche de brujas.
—Mierda, ¡Frank!
De un movimiento
demasiado rápido el enano estaba debajo de la mesa aventándose contra mí
tirándome al suelo y abrazándome con posesividad.
—No te
encontraba. — Sollozó y yo resoplé. Estaba peor que un niño chiqueado.
—Yo… estaba
revisando la mesa.
—Pero está bien,
ella no se siente taaaaaan mal como yo, tu deberías revisarme a mí. — Acercó su
rostro al mío y noté su pupila normal. El efecto ya había bajado y no estaba
mal, ahora fingía, pero me parecía más interesante fingirlo.
—No, te daré
unas pastillas para dolor de cabeza y te recostarás, te dormirás y se acabo la
fiesta. Me arruinaste el Halloween pequeño drogadicto.
—Yo no soy un
drogadicto.
—Como sea. — Le
levanté del suelo y lo empujé con fuerza hasta su habitación. Y como si lo
hubiera esperado, cerró la puerta y el teatro había acabado. — ¡Gerard!
Estaba sacando
unas pastillas de una pequeña caja en la mesa de noche cuando el gritó me hizo
girar y cuando lo sentí lo tenía sobre mi besándome toda la cara.
—Por favor, no
me quites. — Murmuraba entre beso y beso. — No me quites, me gusta.
Le tomé de la
playera por la espalda y tiré de él hacia arriba despegándomelo del cuerpo. Su
agarre era fuerte, pero con mi mano libre me quité sus brazos de encima. Le
miré un poco molesto y fastidiado. Vale, que me gustaba, pero estaba
sobrepasándose.
—No hagas eso.
Ya sé que no estás mal, pero o te detienes o te suelto una bofetada.
Se encogió de
hombros y con ambas manos en sus brazos, lo llevé a la cama tirándolo en ella
casi hundiéndolo entre las sábanas. Sus ojos destellaron y alzó la cabeza lo
suficiente, como para que… Yo le miré y cerré los ojos agachándome también para
besarle.
Ni idea de cómo
describirlo, pero fue lo que tanto había esperado y creí que no obtendría. De
nuevo le jale de la camiseta y me lo separé pues casi estaba fusionándose
conmigo.
—¿Qué haces?
¡No! Adam…
—Olvídalo, no es
nada, terminó conmigo, por eso no ha venido hoy.
Me quedé
pensando y entonces lo capté. Eh ahí las caras de pésimo humor de Frank cuando
le preguntaba por él.
—Comprendo.
—No, no
comprendes. Quería que eso sucediera. Eres tú.
Volvió a jalarme
del cuello de la camisa y me besó tal bien que me dejé caer sobre su cuerpo y
acaricié sus mejillas llegado así a su cuello para tomarle y hacer el besó más
profundo. Se colgó de mí y ambos rodamos en la cama. Quedó sobre mi cuerpo y
sus manos me tomaban con euforia el rostro.
Le empujé un
poco para poder respirar, pero ni siquiera se apartó lo suficiente, estaba
besándome por toda la cara como un cachorro recién nacido. Mi móvil comenzó a
sonar y aún con el cuerpo de Frank sobre el mío, lo saqué del bolsillo de mi
pantalón y respondí.
—¿Gerard?
—Mikey, estoy en
casa de Frank ¿sabes? Creo que sigue muy mal y voy a tener que quedarme toda la
noche. Es una lástima, pero puedes hacer lo que sea con James, sólo no en mi
habitación, chau.
—Mentiste. — Me
dijo pegando su mejilla a la mía.
—Como lo has
hecho tú.
—¿Qué? — Se
despegó de mí y me miró serio. — ¿De qué hablas?
—Sé que no
andabas con Adam, los besos no eran en la boca si no en las comisuras. Quizás
es bueno salir con un aspirante a actor, aprendiste a fingir muy bien, me la
estuve creyendo siempre… no, miento, no me la creí, yo no, pero incluso Mikey,
él siempre creyó que era de verdad.
—Pero yo sí…
—No, no es
cierto.
—Como sea.
Se levantó un
tanto molesto y corrió al baño para quitarse todo el maquillaje de la cara,
encerrándose en el. Era madrugada y supongo que había cagado la noche. Yo hice
lo propio con él mío que a diferencia del suyo solo eran unas cuantas gotas de
sangre roja. Mi pálida piel me servía para fingir el ser un vampiro.
Me quedé medio
recostado en la cama esperándole, estaba tardando demasiado en el baño y me
estaba preocupando solo un poco. Cerré los ojos y sentí los brazos de Morfeo
llamarle, por lo que me dejé llevar quedándome medio dormido aunque aún
escuchaba algunos ruidos exteriores de la calle.
Me coloqué
bocabajo y comencé a respirar más pausadamente. Seguía un tanto despierto,
aunque mantenía los ojos cerrados y comenzaba a soñar.
—Gee.
Un peso no tan
incomodo se situó en mis caderas y comenzó a frotarse contra mí. Gruñí y con
una mano libre empujé para librarme de eso, quería seguir durmiendo. Pero el
peso se propago como plaga en todo mi cuerpo haciéndome abrir los ojos.
—¡Gerard!
—Frank… ¿Qué
carajo estás haciendo?
—Feliz
cumpleaños. — ¿me lo decía a mi?
¿Pero que coño?
Cuando me di cuenta Frank estaba desnudo sobre mi cuerpo intentando torpemente zafarme
la camisa a medias que tenía puesta. Estaba agotado, pero mi cuerpo se contradecía
solo. Casi por instinto toda mi sangre bajo de golpe acumulándose en mi
entrepierna pidiéndome aunque sea un mínimo rose con el cuerpo pequeño que
tenía en mi delante. Y se lo daría.
Casi con torpeza
primero con los botones del frente y luego con los de las muñecas, casi a la
fuerza y reventándola, logré zafarme la camisa blanca que ahora más bien estaba
casi deshecha, ni para preocuparse pues me había costado unos cinco dólares en
una tienda donde estaban haciendo un saqueo de bodega.
Con las manos en
su cadera, lo alcé de mi cuerpo y le tiré aun lado de mí posicionándome entre
sus piernas con fuerza, abriéndoselas y dejándome caer entre ellas comenzando a
friccionarme aunque era obvio que le estaba lastimando con el cinturón y la
tela.
Sus manos bajaron con
desesperación y tiraron hacia todas las direcciones con el broche del cinturón,
quitándolo con torpeza y en ocasiones volviéndolo a poner. Ni siquiera me lo
quitó; al desabrocharlo, sus dedos tatuados fueron al botón de mis pantalones, soltándolos
y bajando el cierre de este para luego empujarlos con manos y pies hasta sacármelo
casi por completo. Con los pies, chispé mis zapatos y las calcetas salieron al
momento de tirar por completo mis pantalones negros.
Levanté sus piernas con amabas
manos y las apoyé en mis hombros mientras le miraba tan sumiso a mí. Estaba
tendido, desnudo, solo cubierto por sus tatuajes y una fina capa de sudor que
le hacía brillante a la luz de la habitación. Tomó una de mis manos y comenzó a
besarla con delicadeza para luego tomar dos dedos y lamerlos lascivamente, provocándome
una erección instantánea, más notoria que la de hace unos minutos.
Solo planeaba frotarme hasta
correrme, pero ahora era imposible que solo ocurriera eso.
Tomé el cintillo
de mi bóxer con la mano libre y los bajé torpemente mientras que Frank se
empeñaba en dejarme los dedos completamente empapados. En seguida los soltó y
empujó los dedos hacia el interior de sus muslos. Luego subió las manos y se
tocó las mejillas que estaban altamente coloradas como el escarlata.
Me acerqué a su
rostro y le besé con euforia dejando pequeños lametones y succiones alrededor de
su mandíbula, mejillas y cuello para llegar hasta su pecho donde tomé uno de
sus pezones y succione al momento en el que mis dedos abrieron paso al interior
suyo tan apretado.
—Espero tampoco
hayas fingido tener sexo con Adam, que te rajo la garganta.
—Uhm, shh,
arruinas mi momento… ¡Ah! Mierda, que dedos te cargas.
Sonreí de lado
haciendo el movimiento con mis dedos más rápido, logrando una dilatación casi instantánea.
En seguida tomé mi miembro y sin lubricante a la mano tomé del cuello al
pequeño enano y le levanté colocándolo de cuclillas frente a mí y luego obligándolo
a un buen sexo oral.
Y lo hizo. Abrió
la boca y comenzó a lamer por toda la longitud como si una paleta se tratase.
Tenía los ojos cerrados y gemía quedamente, pero le escuchaba como si estuviera
gritándolo, era bueno con eso, sabía mover la lengua y succionaba de vez en
cuando. Le separé cuando sentí que estaba a punto de terminar y volví a
tumbarlo a la cama.
Ni me esperé a
que se acomodara bien, le penetré y soltó un gritillo algo parecido a los que
soltamos cuando estuvimos en la casa de los sustos.
—Mierda. —
Murmuré.
—Muévete.
—No.
—¡Muévete!
—¡Que no!
Frank se reincorporó de golpe, soltando
varios gemidos y me tumbó de espaldas en la cama con él montado en mí.
—Mierda.
—Te dije.
Acaricie sus
piernas con delicadeza con la yema de mis dedos y subí hasta su cadera colocándolas
ahí y ayudándole a moverse un poco. La penetración se volvió húmeda y
escandalosa, aún y por encima de los gemidos y sollozos que soltábamos los dos.
Cuando pude tomar el ritmo, le
empujé por los hombros, y le coloqué sobre su espalda, coloqué mis manos bajo
sus piernas obligándole a levantarlas un poco más y comencé a embestir fuerte y
rápido. Mi pequeño Iero comenzó a moverse por todo el
revoltijo de sabanas, soltando y gritando estupideces, algunas veces gemidos y
otras más mi nombre, y eso me gusta tanto que me obligaba a hacerlo aún más
rápido.
—¡Bésame! — Me
gritó para luego pellizcarme las mejillas y jalarme a él uniendo nuestros
labios.
Su miembro
golpeaba mi estómago y sentía la punta humedecerse. Separé nuestros labios y
hundí mi rostro en la curvatura de su cuello, logrando solo así que sus gritos,
me dejaran completamente destrozado el tímpano.
Estaba a nada de
llegar. Levanté mi rostro y fruncí el ceño, tomé su miembro y lo agité fuerte haciéndole
berrear y morder una pequeña almohada que tenía a la mano. Cerró los ojos
fuertemente y abrió aún más las piernas mientras que con sus pequeños brazos
tatuados abrazó la almohada y gritó fuerte mente al correrse sobre mi vientre.
Y esa imagen fue la más erótica que haya visto en mi vida; tanto que azotó mi
entrepierna con fuerza y me corrí en tres embestidas más en su interior.
Nos quedamos
quietos un momento y luego salí de él.
—Jodidamente
bueno.
Frank descansaba
aún con las piernas medio abiertas y ambas manos en su vientre. Su pecho subía
y bajaba y seguía así o más sudado que antes. Sus ojos pesaban y lo notaba por
el gesto relajado que tenía en ellos; brillaban mucho y estaban cerrándose poco
a poco.
—¿Sabes? — Hable
encontrando la ocasión bastante buena. ¿Qué mejor momento para declararte, qué después
de una sesión de sexo? — Cuando creí que andabas con Adam me puse de todos los
colores posibles. Me cayó mal, realmente me había tragado el cuento hasta que
les escuché hablar en el baño de chicos, más no sabía y aún no sé el porqué.
Pero ustedes se veían tan bien juntos… — Hice una pequeña pausa y luego me
retracté. — Mentira, él era feo, arruinaba tu imagen. — Me acomodé a su lado y
le abracé pegando una de mis mejillas en su hombro. — Creo que es bueno que lo
hayan dejado ¿Por qué lo dejaron no es así? Bueno, no es como que me importe,
pero si realmente te interesa andar fingiendo noviazgos, hazlo conmigo y no es
porque quiera ayudarte, es que me gustas bastante. — Respiré profundo y le
escuché suspirar. — Si vas a enojarte estás en tu derecho aunque lo veo algo
tonto después del sexo de hace dos minutos. ¿Sabes? Está bien si no me quieres,
pero esta noche me has hecho dudar bastante…
—También te
quiero. — Dijo sin aliento, cayendo dormido en cuestión de segundos.
—Feliz Ieroween,
pequeño Frodo.
Nota: Vale, merecia un buen final, pero ya quería terminarlo y me estresaba:c Quería subirlo desde hace horas, pero me fue imposible por visitas inesperadas. En fin. Gracias por leerlo y Feliz (Halloween) Ieroween.
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