domingo, 16 de febrero de 2014

The Sharpest Lives

Para: Pao Osorio.
Espero te guste.





Before.

Mi mirada se enfocó en su mano. Como tomaba el micrófono e imitaba una paja, agitando su mano de arriba hacia abajo con rapidez. Relamí mis labios y de nuevo enfoqué mi vista en sus pantalones apretados. Mi mirada se centró en como su trasero se movía a cada paso que daba por muy tosco o suave que fuera. Mis manos casi con vida propia me incitaron a levantarme y tocar su cuerpo por encima de aquella capa de tela que cubría su cuerpo, sin embargo todo se fue a la mierda en un abrir y cerrar de ojos.

Su mirada chocó con la mía un par de segundos, lo suficiente como para sentir en mi estómago un hueco. Sentí como estaban a punto de explotar miles de fuegos artificiales en el cielo, pero mi vientre dolió terriblemente cambiando la sensación de gusto por una de rechazo, al ver como apartaba aquellas orbes verdes de mi cuerpo con rapidez, como si no soportara mi presencia para nada, como si fuera la peste más mortal de los tiempos.

Y todo es mi jodida culpa, no puedo fingir que solo actúa de manera infantil, cuando yo le di el boleto directo para odiarme a tal grado. La jodida y maldita promesa que no cumplí. En realidad no estábamos obligados a hacerlo, sin embargo tanto él como yo no lo soportábamos estar separados tanto tiempo y como un juego bastante serio concluimos en casarnos si nadie sentaba cabeza. Un juego que ambos nos tomábamos en serio… hasta cierto punto.

Pero yo lo hice, me comprometí antes que él y eso solo desató todas las desgracias que acontecieron después de aquello. Definitivamente todo lo que me  hace lo merezco, dejarme fuera de los conciertos, no invitarme a festejar alguna estupidez o incluso los golpes torpes que me llevo en ocasiones me los merezco.

Sin embargo, estaba enamorado de Jamia. Ella era linda, perfecta de alguna manera y no lograba descifrar el por qué me sentía tan atraído por ella, pero lo valía, ella valía la pena. En cuanto pude hablar con ella la primera vez, descubrí que le tenía confianza.

Después de sus gritos, empujones y miradas de odio, llegaba ella. Su sonrisa, sus palabras suaves y sus miradas llenas de ternura, lograban hacerme olvidar todo lo demás. Y no sabía por qué.

Aunque a pesar de que los besos que sucedían en el escenario eran pantalla para las peleas que en el público se ocasionaban, yo no podía evitar emocionarme y aprovechar cada segundo que lograba robarle/robarme un beso. El momento de la colisión de nuestros labios era jodidamente perfecto y aunque solo fuera provocación para los empujones de los chicos, no podía evitar sentirme como una groupie, la groupie de Gerard.

—Enano. — Habló Bob jugando con sus manos a tocar una batería imaginaría de manera improvisada y rápida. Luego cambió los movimientos a unos que fácilmente podía leer, reconociendo el movimiento de sus manos ensayaba The Sharpest Lives.

—¡¿Qué?! — Solté molesto mirándole con el ceño fruncido y mis dedos tamborileando sobre mis piernas. Me había sacado de mis pensamientos, distrayéndome de los recuerdos de mis dos personas favoritas.

—Creo que alguien no ha tenido buenos días. — Se burló y luego su ceño se arrugó concentrándose en la batería imaginaría delante de él. —¿Qué te pasa? Ah. Dímelo hombre, cuéntame, sabes que soy buen consejero.

—Nada Boberto, nada. No eres buen consejero, difícil mente puedes tomar una decisión tú solo. — Reí entre dientes—. Enfócate en lo que tocas, te has equivocado.

—Mentira, me distraes, ya cállate.

—Pero si tú me has hablado, idiota. —Me burlé. Bob dejó su batería imaginaría y jugando golpeó mi hombro con fuerza haciéndome tambalear. Reprimí el impulso de gritar adolorido.

—No seas rudo con el niño, Bob, lo aplastarías con un dedo, eso es clara desventaja. — Río Mikey apareciendo con su bajo colgado y tocando algunas notas que reconocía como The Sharpest Lives.

—Oh cállate, soy lo bastante fuerte como para tirarlos a ambos. Como la vez que me subí a la batería de Bob y le empujé arruinando el final de la canción. ¡Ja!

—No, no es cierto, te caíste sobre mí. Enano mentiroso, te resbalaste. — Se carcajeó Bob.

Fruncí el ceño molesto y me giré para ir por mi guitarra. Justo en ese momento le vi salir corriendo, con la cara roja y las manos empuñadas. Estaba molesto. Detrás de él apareció Ray con una expresión fatigada y con dos guitarras en mano. Una era mía.

La extendió y la tome colocándola sobre mi regazo para luego acercarme lo suficiente a él y hablarle claro.

—¿Qué le ha pasado? — Pregunté bajito y muy cerca su oído para que nadie pudiera escucharnos.

—Creo que tú más que nadie debería saberlo enano.

—¿Yo? — Señalé mi pecho. — Ya dime, que pasa. No soy ningún jodido adivino.

—Sería bueno que hablaras con él sobre… ya sabes. Lo de Jamia. Aún no lo supera el pobre. — Soltó un suspiró y comenzó a ensayar The Sharpest Lives. — Bueno en realidad no espero que vaya a superarlo, pero está como loco. No sé, ya sabes como es. Temó que comience a beber de nuevo, ya sabes como es y no lo soportaría de nuevo, lleva casi tres años sobrio.

Ray era el único que claramente entendía nuestros problemas existenciales. Era comprensivo y buen consejero, sin embargo últimamente se limitaba a dar su opinión acerca de mi compromiso con Jamia y las riñas que tenia con Gerard. Claro, antes de que dejara de hablarme en definitiva.

No era como que siempre le pidiéramos algún consejo o ayuda cada que ambos terminábamos peleados, pero Ray era bastante bueno con el psicoanálisis de las personas, por lo que siempre nos ayudaba a resolver nuestros problemas. Pero ahora cuando nos veía pelear solo arrugaba la frente y se negaba a hablarlos. Nos ignoraba.

Pero Ray tiene poca paciencia, y justo entonces, no estaba de ánimos para soportar nuestras peleas sempiternas antes del concierto.

—Pero no puedo hacerlo. Tú lo has visto, me ignora tanto, ni siquiera mi mira. No puedo acercarme y fingir que nada pasa. Además—añadí con voz más pequeña—, ella está aquí, lo sabes. —Murmuré con una mueca en los labios.

—¿Qué? ¿Quién?

—Tú sabes, Ann Ballato. — Su cara se arrugó y me miró con los sus ojos achocolatados. Rodé los ojos con fastidio. — ¡Lindsey!

—¡Ah! Ya, sí. Que nombre tan feo, caray.

—Ya lo sé.

—Bueno, tú lo dices porque estás celoso.

—¡¿Qué?! — Grité sin contenerme. Levanté mi dedo índice y le señalé.— Escúchame pedazo de idiota, ¡No estoy celoso!

Estaba por aventarme a su cuello y golpearle con mi guitarra hasta romperla, pero aquella chica que de alguna forma era como una patada en la entrepierna, entró a la habitación con una sonrisa y saludando a todo el mundo como si todo fuera color de rosa.

El día que la presentó como su novia casi después del Warped Tour, me la pasé encerrado en la van del grupo negándome a recibir los rayos del sol. De solo verla me daban nauseas y perdía todo el color en la piel. Incluso, eso fue más doloroso que encontrarlos en pleno coito cuando estábamos a nada de salir al escenario entre unas camionetas y pedazos de escenografías de otras bandas.

Ella era bajista de una banda casi nada conocida. Incluso pensamientos celosos como «Anda con él por imagen» me traicionaron notoriamente. Me hervía la sangre totalmente de solo escuchar su voz. Su atuendo igual que al de una colegiala me asqueaba e incluso me hacía pensar en la típica película porno donde chicas salen vestidas así, con nada de ropa interior.

La miré con recelo y saludé hipócritamente cuando se acercó a mí. Detrás de ella veía Gerard aún con el micrófono en la mano, agitándolo de cierta manera, que de repente me dio mucho calor y tuve que ocultarme atrás de Ray pues los colores se me habían subido a la cara coloreando mis mejillas de color escarlata.

—Debemos subir ya.  — Habló él mirando a todos menos a mí.

Mi mirada decayó, sin embargo pensé en lo que sucedería y de nuevo sentí mi cara arder. Estábamos en un evento con muchas personas allá afuera. Quizás matones, chicos rudos y algunos que busquen pelea fácil, le sacaran de quicio al comenzar con riñas en medio del show. Se hartaría, iría a por mí y tomándome de la nuca, colisionarían nuestros labios.

Lindsey no podría decir nada porque es un show y Gerard y yo terminaríamos bastante bien. Siempre sucedía eso.

— — —

Corría por todo el escenario y sacudía mi cuerpo violentamente mientras tocaba las cuerdas de la guitarra eléctrica. Gerard cantaba Thank You For The Venom y la gente estaba prendidísima. La adrenalina corría por mi cuerpo y saltaba tocando notas con fuerza. Mikey se paseaba atrás de mí con pereza total y una cara de pocos amigos, pero sin duda al igual que yo, estaba disfrutando de un gran show.

Estuvimos tocando canciones del segundo y tercer disco. El primero quedaba casi descartado de no ser por los gritos del público que meramente excitados, pedían canciones como Our Lady Of Sorrows o Vampires Will Never Hurt You.

En cuanto la canción terminó pude notar que no tan lejanamente del escenario, las peleas estaban a punto de comenzar. Me mordí el labio ansioso y miré hacia donde estaba Gerard. Él parecía sereno. Pero solo lo parecía. Enseguida arrugó la frente y se llevó el micrófono a los labios.

—Bien chicos, no queremos ver  chicos abusivos ni abusados, no queremos ver ninguna maldita violencia. —Se escucharon unos gritos y groserías, pero todo dentro de lo normal—. La siguiente cancion es The Sharpest Lives.

Como todo lo planeado esa iba a ser la última canción que tocaríamos en el concierto y después teníamos un poco de rato libre. Ya quería terminar. No había practicado la canción, pero todos sí. Iba a salir fantástico, así sería.

Todo el público gritó y Gerard para comenzar la canción con la misma posición de siempre, estiró la mano y comenzó a cantar mientras saltaba y movía las piernas.

Well it rains and it pours
When you´re out on your own
If I crash on the couch
Can I sleep in my clothes?

Empezando a tocar no noté que Gerard ya sonaba cansado. Comenzó a cantar con fuerza hasta quedarse sin aire y soltar gritos adoloridos como cuando recién acaban de sacarle una muela y estuvo grabando con coraje las canciones del primer disco.

Me emocioné y vi al público comenzar a empujarse imitando algún ridículo paso de música pesada; nuestra música no era así, por lo que nos provocaba cólera ver a todas esas personas empujarse casi con odio. Mi adrenalina subió y lo único que pasaba por mi cabeza era que la pelea comenzara pronto.

Corrí  ansioso por todo el escenario. Ray me dirigió una mirada rápida y le grité un “adelante” que le motivó a comenzar a tocar tan efusivamente como yo. Mikey siguió paseándose como alma en pena en el escenario y de vez en cuando saltaba y meneaba la cabeza llevando el ritmo.

I´ve really been on a bender and it shows
So why don´t you blow me a kiss before she goes?

Me coloqué de rodillas y toqué casi en el suelo las notas del coro. Gerard cantaba sin aire y Bob golpeaba con fuerza la batería tal y como lo había ensayado con su batería imaginaria unos momentos antes de subir al escenario.

La gente estaba prendida, los empujones para ver más de cerca y los coros a la voz de Gerard eran muy fuertes. Me giré de espaldas al público y seguí tocando notas rompiéndome la piel de los dedos importándome poco si comenzaba a sangrar o no. Era completamente excitante tocar ante tantas personas de esa manera.

Enseguida noté como de los empujones para acercarse más al escenario comenzaba y me emocioné, solo que pretendía esperar un poco más pues por lo regular los besos funcionaban cuando la canción estaba a punto de terminar.

Juliet loves the beat and the lust it commands
Drop the dagger and lather the blood on your hands, Romeo

Toqué con más fuerza el coro, notando como mis dedos comenzaban a doler de una manera excesiva. Gerard cantaba sin aire y se movía al ritmo de la música animando un poco al público, caminado hacia todos lados posibles pasando por mi lado, ignorándome como si solo fuese una visión.

Estábamos entrando a la parte ruda de la canción y mi estómago dio un tirón. Abrí la boca y saqué todo el aire de mis pulmones, para volver a respirar fuertemente preparándome para el momento que yo y de seguro algunas chicas fangirls esperan.

A pesar de que odiábamos tocar de día, aún eran alrededor de las cinco de la tarde y yo ya estaba demasiado cansado, pensando en que cuando terminara de tocar, tiraría todo a la mierda y correría al bus a echarme una siesta.

—¡Eh, todos juntos! —Gritó Gerard por el micrófono en su mano con fuerza. La gente comenzó a brincar y la pelea se hacía cada vez más grande ganándose la mirada de los guardias y de nosotros. — ¡Vamos, levanten las malditas manos todos juntos! ¡Griten ahora! — El publicó gritó fuerte, dada la orden de Gerard — ¡Griten ahora! — Gritaron de nuevo — ¡Griten, ahora!

Entrando a la última parte del coro una explosión de fuegos artificiales se escuchó justo detrás de mí a los lados de la batería de Bob. El público gritó extasiado y más animado que antes al saber que era la última canción que tocaríamos.

Tocando las últimas notas, me subí a un pequeño baúl que se encontraba enfrente del sempiterno lugar de Gerard y me giré enfrentándolo. Me miró molesto notando como lo tapaba ante el público y se alejó solo un poco de mí no pudiendo hacerlo más cuando brinqué sobre él.

Mis labios se fusionaron solo unos segundos. El tirón que sentí en mi vientre no era el que siempre me hacía chillar emocionado. Era diferente y no lo supe hasta que le levanté la mirada.

Gerard estaba empujándome para alejarme de él, sin embargo yo me aferré con fuerza a sus hombros para continuar el beso. El final de la canción se arruinó irremediablemente. Intenté seguir el beso, pero él se puso más pesado de lo habitual, se escapó de entre mis brazos y me dio un empujón logrando así derribarme y haciéndome caer de culo contra el escenario.

Mi guitarra quedó botada en el suelo e hizo un ruido ensordecedor para algunos. La canción finalizó y yo en el suelo intentando levantarme mientras veía a Gerard salir del escenario con una furia a flor de piel, aventando el micrófono y empujando a todo el mundo.

Me quedé en medio del escenario mirando  y después como si un pequeño interruptor dentro de mi cuerpo fuera presionado, salí corriendo con la guitarra en mano, tirándola justo cuando el staff se dirigía hacia mí para recogerla y mis pies me llevaron a gran velocidad hacia un pequeño cubículo que pude reconocer como un pequeño y apretado baño mal oliente.

— — —

Salí del baño con la cara húmeda y la ropa mojada por las constantes gotitas cristalinas de agua que bajaban por mi cuello y eran absorbidas por la tela de mi playera. Había tenido que recurrir a usar el nada higiénico baño que el staff había podido traer para el tour. Me sentía pegajoso pues había llorado alrededor de diez minutos sin parar. Cuando me di cuenta, era una estupidez y decidí el salir a afrontar mis problemas y lo primero en la lista era hablar con él.

Estirando mi cuello y los brazos por detrás de mi cabeza, salté un par de veces agitándome y quitándome el nerviosismo de encima. Inhalé y exhalé con los ojos cerrados y caminé intentando busca el camino hacía nuestra zona backstage.

Entré a zona conocida y comencé a pasear mi mirada por el cuerpo de cada persona que se me cruzaba enfrente.

—¡Hey Ray! — Grité en cuanto vi a Raymond caminar con nerviosismo de un lado a otro. En cuanto me vio su cara perdió todo el color apiñonado de la piel y se petrifico. — ¿Qué te pasa hombre? Estás pálido.

—Nada bueno está pasando, Frank. —Dijo con nerviosismo.

Le miré con una mueca en la cara esperando a que continuara hablando, pero él simplemente ignoró mi insistencia y se quedó parado, mirándome como si tuviera una gran preocupación encima.

—¿Qué? — Pregunté desconcertado a lo que estaba escuchando y bastante alterado por no recibir pronta respuesta. — ¿Qué sucede, dímelo? — Ray negó con la cabeza. — ¿Es Gerard? — Pregunté temiendo lo peor.

—Sí. —murmuró quedito.

—¿Qué tiene? ¿Qué está pasándole? ¿Algo malo? ¡Habla ya, coño!

—Gerard se está casando con Lyn-z. — Dijo bajito, señalando una puerta entre abierta de donde provenía una luz.

Palidecí y solté una risita nerviosa intentando creer que bromeaba.

Caminé un poco apresurado y con pasos torpes hacia donde nacía aquella luz y empujé la puerta con la palma de la mano.

La imagen que estaba frente a mis ojos fue mucho más fuerte de lo que me esperaba. Normalmente hubiera preferido encontrármelos abrazados, comiéndose la boca como quien está ebrio y no sabe ni quien es o incluso teniendo sexo. Quizás hubiera soportado más verlos copular a lo que estaban viendo mis ojos.

No había vestido blanco ni mucho menos un traje negro planchados. Sólo un traje de colegiala/puta y unos pantalones negros a juego con la chaqueta del show “The Black Parade”.

Un beso fue compartido y unos anillos lucieron como diamantes en los dedos anulares de cada uno.

Mi cara se descompuso y un sollozo salió de mis labios llamando la atención de Gerard.

Él sonrío con de una manera bastante cruel y continuo besando a Lin-z provocándome unos celos y ganas de matar a alguien.

Salí corriendo de ahí con Ray pisándome los talones y recorrí el mismo camino hacia el baño en donde me había encerrado minutos antes. Todo había sido destruido por la colisión de nuestro amor reprimido.

Ray había quedado perdido por el camino.


Now.

¿Por qué? Era lo único que se cruzaba por mi cabeza. No el porqué del que yo hubiera empezado este lío al casarme con Jamia, si no el por qué Gerard me pagaba con la misma moneda. Sabía que entre nosotros dos había pasión de amantes. Pero eso había quedado completamente destruido.

Gerard me llamó. Yo sabía que pasaría. Además de los líos de Mikey y la salida inesperada de Bob, entre Gerard y yo las cosas estaban tensas, desde ese día, nada fue igual.

El Frerard había terminado totalmente. No más besos en el escenario ni insinuaciones ante los pleitos en el público. Frente a las cámaras era fácil aparentar algo que realmente ya no estaba. Nuestra amistad.

Porque sí. Nos amábamos, pero aquel amor murió en cuanto Gerard se casó con Lin-z y yo tuve a mis niñas con Jamia. Unas preciosas gemelas que amaba incondicionalmente y a pesar de todo.

Con mi mano temblorosa sostenía el teléfono y escuchaba las claras palabras de Gerard con esa melodiosa voz.

—Se acabó. — Y colgó.

La banda terminó. Lo nuestro terminó. La voz de Gerard lo decía todo.

Ahora sé por qué amo tanto a Jamia y también sé que no son solo coincidencias. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario