miércoles, 6 de agosto de 2014

Jarjacha: Final.

Final day.

Tom corrió a tropezones gracias a sus anchos pantalones y río fuertemente cuando sintió los dedos de Bill intentar tomar sus rastas sin lograrlo. Bill bufó y apretó el paso intentando cogerlo de algún lado. Tom por su parte riendo con fuerza y felicidad, corrió aún más rápido dejando a su gemelo muy atrás.

Bill dejó de correr y posó las manos sobre sus rodillas intentando tomar aire y llevarlo a sus pulmones con rapidez para recomponerse. Tom al no escuchar a Bill gritar su nombre y su respiración agitada tras él, se detuvo y giró mirándole con una sonrisa en la cara.

—Vamos, Bill ¡Atrápame! —Gritó Tom alentando a su pequeño hermano gemelo a alcanzarlo.

—No, Tom, ya me cansé, no puedo atraparte, eres más rápido que yo. — Se rindió Bill haciendo un puchero, pero Tom sólo frunció el ceño y sonrió segundos después.

—¡Ja! Soy mejor que tú, no puedes alcanzarme —Y rompió a reír haciendo que Bill le mirara con la tristeza inundando su rostro.

—Toooooom—Alargó la vocal—, que ya me cansé, no te burles. Basta... — Pero Tom no escuchó. Se burló de Bill haciendo un baile gracioso, haciendo una tonadita acorde y moviendo la cadera a los lados. 

Bill fingió lloriquear y cuando su gemelo se giró dándole la espalda, sacando el trasero para moverlo a los lados y seguir con su gran baile de la burla, corrió con fuerza hasta él y lo tacleo tirándolo al suelo. 

Ambos rodaron cuesta abajo, percatándose que se encontraban en una pequeña colina y dando vueltas se llenaron la ropa de tierra ignorando los rasguños que comenzaron a formarse en sus brazos al contacto de las piedrecillas sobre la hierva.

Bill soltó grititos divertidos y se sujetó fuertemente de Tom mientras que este gritaba como loco y sujetaba a su gemelo por debajo de los brazos.

Cuando sus cuerpos pegados golpearon con fuerza contra el tronco de un árbol, Bill se separó un poco del cuerpo de su gemelo y lo observó directo a los ojos.

—Tom—Murmuró feliz colocando sus manos en los hombros de su gemelo. Tom dejó de reír y le miró seriamente. —Te quiero mucho Tom.

Tom abrió grandes los ojos, como si hubiera notado algo terrible y empujó a Bill intentando que lo soltara de inmediato. Bill se  asustó y tomó a Tom de los hombros intentando tomarlo, no comprendiendo por qué quería alejarse de él. Se veía asustado, como si fuese a echarse a llorar en cualquier momento y eso le dolió.

 —¡Alejate de mi!  — Gritó Tom al ver que Bill no cedía a soltarlo. 

—Tom, Tomi, ¿qué te pasa conmigo? — Intentó hacerlo reaccionar. —¿Qué sucede?—Se alarmó.

—No, no me toques, suéltame, déjame solo. Me lastimas.

—Yo... yo no te las-lastimo. — Sollozó.

El labio inferior de Bill tembló y soltó a su gemelo, observando como lo empujaba con brusquedad y lo intentaba alejar de sí. Comenzó a llorar y a llamarle a gritos, pero Tom se levantó y se alejó de él como si tuviera miedo, corriendo, huyendo de un posible daño que él no comprendía.

Y lloró.

— — —

Simone lloró en silencio asomada desde la ventanilla de la puerta de metal. No tuvo el valor de entrar, pero lo observó todo desde afuera. 

En sus manos tomaba con fuerza y amor una fotografía de sus gemelos perfectos de antes. Ambos de cinco años abrazados y sonriendo a la cámara con ternura. Ahora no tenía nada.

La fotografía se arruinó con sus lágrimas, corriendo la pintura y arrugando el material; ignorándolo, subió la mirada y continuó observando el interior de las cuatro paredes.

Bill había estado paseándose por la habitación como si estuviese feliz, como si nada malo hubiese pasado, parecía un niño normal que correteaba con alegría en un extenso campo de hierbas. A diferencia que estaba encerrado en una habitación.

El camisón blanco que Bill utilizaba le llegaba un poco más arriba de sus rodillas, pero en la parte posterior, desnudaba su espalda y trasero mostrando una pequeña porción de piel. A Bill no parecía importarle pues seguía con su recorrido en círculos ignorando la temperatura helada.

Simone observó como Bill había corrido hasta su dura cama fría y escasa de sábanas calientes, y había abrazado a su almohada con dulzura y fuerza, comenzó a reír y a gritar como si estuviese jugando con alguien más. Ella se sintió bien, quizás Bill pronto estaría afuera, no veía nada de anormal en él. Quizás Jörg había exagerado.

Pero se detuvo. Bill dejó de reír, dejó de gritar y dejó de hacer todo movimiento de un momento a otro. Miraba la almohada con dolor, como si esta le pudiera provocar alguna tristeza grande, como si estuviera lastimándole. Y como si ésta quemara, la soltó aventándola al suelo. 

Simone vio como Bill se encogía en la cama cerca de la esquina y se tapaba la cabeza comenzando a sollozar. Su corazón se rompió en pedazos. Bill no estaba bien. Puso su mano sobre la puerta blanca y con la otra limpió sus lagrimas. 

No. Ese no era Bill.

Con ese pensamiento en la cabeza, se dio media vuelta y negándose a entrar a la habitación, salió del hospital psiquiátrico de donde más que otras cosas, se escuchaban los fuertes gritos de Bill.

—¡¡Tooomm!!



Simone ignorando lo demás, quedó en silencio, caminando y tocando plana barriga con unos nuevos gemelos formandose dentro en su vientre.

Jarjacha: Capítulo VI


Capítulo VI

Jarjacha: Capítulo V


Capítulo V