martes, 31 de diciembre de 2013

El mejor regalo de Navidad.

Este mini oneshot, nació ayer y terminé hoy. quería que fuera parte del 2013 así que... acá está.
No tiene Barnner porque me inspiré en los dibujos de Nightingale y esto fue lo que salió.


Dibujos de Nightingale.
 
"El mejor regalo de Navidad"
By: Laura.





Por Bill.

—¿Chicos? — Por inercia cerré la revista de moda que acababa de comprar y me incorporé sentándome en la cama con ambas piernas cruzadas en forma de mariposa. Mirando mi habitación y la puerta que yacía entre abierta, intenté ver o escuchar algo fuera de lo normal. Pero no había nada extraño, nada que mi nombre pronunciado por una voz de tinieblas y con insistencia. — ¿Chicos son ustedes? No es gracioso.

Guardé silencio, pero de nuevo no escuchaba nada. Formé un puchero con mis labios y dejé caer mis pies con fuerza en el suelo. Mis botas nuevas que eran un poco largas hacia la pierna hicieron que el golpe sonará un poco seco. Sonreí con orgullo. Desde que las vi en el aparador las quería solo para mí y al escucharlas golpear contra el suelo, noté que eran perfectas para mí. Estaba tan concentrado alabando mis nuevas botas que al escuchar mi nombre en su tenebroso susurro, pegue tal brinco que resbalé y caí al suelo.

—Bill…

—¡Sé que son ustedes chicos, basta! Tom, sabes que odio las bromas. — Pero el silencio seguía siendo el mismo.

Demasiado cansado por todo eso, me levanté molesto del suelo y caminé azotando los pies contra la madera. En cuanto tomé la perilla y jalé la puerta para exigir a gritos que me dejaran en paz un saco negra me cubrió mitad del cuerpo de la cabeza al abdomen. Y no conforme con eso, un fuete golpe en la cabeza me hizo caer al suelo gritando de dolor y a pesar de que aquel pedazo de tela que acababa de secuestrarme era completamente negro, era obvio que estaba en camino hacia la inconsciencia.


Por Tom.

Mis pies pesaban. Estaba seguro que no soportaría dar otro paso sin desmayarme. Pero de pronto la imagen de Bill recibiéndome con una sonrisa y un beso seguido de un “te estaba esperando” me hizo sonreír. Mi rostro se relajo y aguantarme el dolor en la planta de los pies ya no era opcional, era obligatorio.

En cuanto visualicé la fachada de nuestra casa (refiriéndome incluso a Georg y a Gustav) casi corro hasta llegar a la puerta, pero los pies me dolían demasiado.

No sé que mierdas estaba pensando al creer que salir a correr a temprana hora sería super cool. Había corrido demasiado llegando así, hasta el centro comercial que se encontraba a unos cuarenta y cinco minutos de nuestra casa. Luego de eso, tenía un hambre voraz que me sentía capaz de comerme una vaca entera. Compré algún emparedado (el más gordo del menú realmente) y la más grande de las malteadas en un café que estaba abriendo justo en ese momento, sólo para calmar mi estomago que rugía sin cortarse un poco. 

Despues de eso, me sentía tan lleno que se me ocurrió dar un paseo por la plaza que a esas horas de la mañana estaba tan vacía. Después de bajar la comida que se supone había sido mi desayuno, saqué mi cartera dispuesto a subirme en un taxi e irme a casa a dormir unas dos horas extras, sin embargo noté que había gastado todo mi dinero y no había de otra más que regresar a pie, sin contar que ya estaba algo agotado.

Y así había sido, ahora estaba subiendo los escalones para la puerta principal y abrí dejando caer mi peso y haciendo chocar todo mi cuerpo contra el suelo. Los pies de Georg y Gustav estaban frente a mí.

—Borrachera segura, a que sí.

—Váyanse a la mierda. Salí a correr un poco y me quedé sin dinero para regresarme, tuve que correr de regreso desde la plaza comercial en el centro. — Dije y me levanté recargándome en la pared. Con la punta de los pies, zafé mis zapatillas de tenis y sentí el alivio en mis plantas al poner mis pies en la madera cálida de la casa.

—Oh, creo que está bien, supongo. Da igual, justo ahora no me interesa. — Georg estaba parado al final de las escaleras con una sonrisa reluciente y de brazos cruzados.

—Ya… — murmuré. —¿Y Bill? ¿Regreso? ¿está aquí?

Vale, que en toda la noche no había podido dormir en paz. Bill había desaparecido desde ayer por la tarde cuando salí a comprar su obsequio navideño, me había ido a escondidas y al parecer le había sentado mal. 

Me tenía bastante preocupado pues el móvil lo había dejado sobre su cama. Quizás estaba de compras él también, pero ¿Quién se tarda doce horas comprando y más si las doce horas son en la madrugada? Como si la tierra se lo hubiera tragado totalmente. Incluso la cena se había pospuesto para hoy.

—No sé. — Gustav salió de la cocina con una humeante taza de café, dándole un sorbo y luego encogiéndose de hombros. Era tan silencioso que ni siquiera noté cuando se movió del lado de Georg.

—Ya. ¿No quieres ver tus regalos? Creo que al final Papá Noel decidió darse una vuelta por nuestra casa. — Río Georg. Y luego caminó hacia la cocina jalando consigo a Gustav.

Les miré con flojera y antes de echarme a dormir unas cuantas horas más por mi caminata exagerada, decidí pasearme por el arbolito navideño que habíamos colocado los cuatro con ansias.

Me acerqué y miré los cuantos regalos que se resguardaban bajo el pinito de navidad tamaño medio. Todos los regalos tenían nombres e incluso repetidos. Bill, Georg, Gustav y… ya. ¿De verdad no hay algún regalo para mí? ¿Ni de Bill? Rodeé el árbol y me agaché buscando más atrás de los regalos que había a la vista, pero no, ninguno era un regalo para mí.

Mi semblante decayó y me sentí demasiado decepcionado de que ni siquiera Bill me haya dejado una tonta carta de amor bajo el árbol. Estaba por levantarme cuando noté mi nombre en una nota sobre el piso y unas fechas de papel pegadas en el piso, hacían un camino hacia la segunda planta.

Tomé cada hoja levantándola del suelo caminando por el camino flechas que estas hacían, llegando hasta mi habitación. La habitación que compartía con Bill. ¿Era acaso un regalo de Bill? ¿Una broma de los G’s? Lo dudaba enserio.  Tomé la perilla y giré encontrándome la oscuridad de la habitación.

Era de día, lo que quería decir que habían echado las cortinas para provocar el efecto de la noche. Accioné el interruptor pero la luz no se prendió.

Me quedé parado observando las penumbras cuando de repente las luces en el interior del cuarto e iluminaron la habitación con colores llamativos, alegres y navideños. Pero eso no fue lo más asombroso de todo.

En la cama yacía un Bill amordazado, bien sujeto con telas sobre la boca, pies y manos, Un listón rojo estaba enrollado a lo largo de su cuerpo y un moño de regalo estaba muy sujeto sobre su cadera. En una de sus manos tenía la misma etiqueta con mi nombre bien grabado.

Mi cara era un poema, más que la de Bill parecía bastante molesto, por no decir con ganas de ahorcar a todos. Sin  embargo su rostro comenzó a suavizarse con forme me fui acercando hasta quedar frente a frente. Quité el pedazo de tela sobre su boca con cuidado y escuché como sollozaba por lo lastimado que estaba.

—¡Esto es culpa de Georg y Gustav. Cuando los coja les voy a arrancar la cabeza!

Sonreí de medio lado y le miré de arriba abajo, definitivamente habían sido ellos, tenía la ropa con la que lo había visto la ultima vez, y si maquillaje estaba un poco corrido, sin embargo era hermoso así, desarreglado.

—¿Qué me ves? — Escupió molesto. Lo tomé de las mejillas besándolo suavemente.

Casi por instinto él se echó sobre mí cuerpo, a pesar de que sus brazos y pies estuvieran aún sujetos por telas rasgadas. Lo atrapé entre mis brazos y lo abracé con fuerza llenándole de besos por la cara.

—Te extrañé. — Murmuré.

Él sonrió orgulloso y se acercó de nuevo a mis labios, haciendo notar que también me había extrañado.

Sin despegarnos un poco, fuimos consientes de que la puerta se estaba cerrando lentamente por dos pares de manos, que nos dejaban un momento de intimidad muy deseado por mi hermano y yo.

Georg y Gustav sabían perfectamente que era lo que quería para navidad y me dieron el mejor regalo que creí podría tener jamás.

 
 
 


Nota: Dejen un comentario acá bajo. Siento que sea corto pero como dije quería subirlo aún
en el 2013. Gracias por leerme todo el año, y por las casi 8,000 visitas a mi blog. Me alegra
que haya llegando tan lejos. No soy buena en esto, pero hago lo que puedo. Feliz año nuevo.

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