Primer publicación del año :D Gracias por leerme y todo es rollo que ya se los he estado repitiendo desde navidad. Les amo mucho. Aquí les dejo un Janxx que cuando se me ocurrio me pareció muy gracioso y quice escribirlo para ustedes *-*
—¿Quieres
un poco de sidra?
Mi cara
se descompuso totalmente al escuchar la invitación de Christian. No tenía ganas
de nada, me sentía demasiado deprimido incluso como para tomar un poco de sidra
sabor manzana. El año se acababa y dejaba todo lo que me había pasado atrás.
Desde cosas que me serían imposibles de olvidar hasta las escenas más
melodramáticas que montamos Jake y yo en alguna pelea callejera, nacida de
algún disgusto por parte de ambos.
Era
cierto que siempre terminábamos enrollados en sábanas y era un rollo de al
menos un día completo, sin embargo, las peleas eran algo que me ponían de mal
humor y me lastimaban. Y me lastimaban porque a Jake parecía valerle mierda
todo lo que pasara entre nosotros, así como la vez que jugando con él, caí de
las escaleras resbalándome con una cascara de plátano que Jake había comido
minutos antes y que por pereza había dejado tirada en las escaleras, en lugar
de ir hasta el bote de basura más cercano. Me torcí el tobillo y lloré como
nunca había llorado por dos razones considerables. La primera era que dolía
como la puta tener el tobillo torcido. La segunda era que Jake estaba
burlándose de la manera en la que caí por las escaleras como pelota de
voleibol.
No fue
más que un susto, y Jake entre risas me lo había repetido, caminaría de nuevo y
era obvio, pero en ese momento estaba asustado y creí que quedaría postrado
para siempre en una silla de ruedas.
—Jinxx,
joder ¿Sigues vivo, cierto? — Bromeó Jake sentándose a mi lado y besando mi
mejilla para distraerme de mis pensamientos. Él tenía siempre la mirada sobre
mí. Sabía que cuando me quedaba viendo a la nada, estaba vagando entre
recuerdos o fantaseando románticamente con él. Siempre acertaba. — ¿Realmente
vas a tragarte las doce uvas, nada más den las doce de la noche? Porque estoy
cien por ciento que vas a ahogarte y ni siquiera vas a poder pedir algún deseo.
—Pues son
mis uvas, es mi boca, son mis deseos y si me ahogo va a ser muy mi culpa.
Quiero hacerlo. — Dije orgulloso y apreté entre mis manos el plato repleto de
una docena de uvas verdes jugosas. Tenté en llevarme una a la boca pero
entonces estaría incompleto de uvas para los deseos y faltaban treinta segundos
para que comenzara la cuenta regresiva.
Jake me
miró y soltó una carcajada.
—Vale,
pequeño. Si te ahogas me avisas que quiero tomarte una foto. — Se burló y tomó
una copa de whisky. ¿De donde mierda la había sacado? Había escondido la
botella pues temía que todos terminaran borrachos. En especial Andy que tomaba
como si no hubiese mañana. — Sí. Encontré el whisky en una de tus cajoneras. No
escondas las cosas, cariño.
Mi ceño
se frunció y mi mirada se posó en la televisión donde se hacía el conteo nacional.
Mostrando un enorme reloj en la pantalla, la cuenta regresiva comenzó haciendo
que todos comenzaran a contar y a mí se me escaparan las primeras lágrimas de
emoción y tristeza.
Jake de
pie a mí lado, tiró de mi brazo levantándome y aprisionándome entre sus brazos,
ahogándome entre ellos. Murmuraba palabras de consuelo y amor en mi oído
mientras yo solo apretaba con fuerza el plato de uvas en mi mano, esperando el
tres, dos, uno.
—¡Cinco,
cuatro, tres, dos, uno! ¡Feliz año nuevo! — Gritaron mis amigos a unisonoro
mientras entre ellos se abrazaban con cariño y emoción.
Con la
desesperación de que ninguna campanada se me pasara, tomé la primera uva para
llevármela a los labios. Estaba por meterla a mi boca cuando Jake golpeo desde
abajo el plato repleto de uvas tirándolo lejos y rompiéndolo en mil pedazos,
haciendo que las once uvas restantes volaran por la habitación. La uva que iba
directo a mis labios fue arrebatada con euforia y aplastada por la palma de
Jake.
—¿Qué sucede
contigo? — Grité molesto.
Jake me
apretó entre sus brazos tomándome por la cintura. Mis ojos se aguaron más de lo
normal al sentir los labios de Jake posándose sobre los míos y me besó con
fuerza.
Sentí
cólera montanea y ganas de darle un puñetazo en el rostro por haberme arruinado
mi lista de deseos más ansiados, pero una succión placentera en mis labios, más
una lengua frotándose contra la mía, me hizo reaccionar y soltar un leve jadeo.
Vaya
forma de recibir el año. Totalmente.
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