jueves, 2 de enero de 2014

Uvas

         Primer publicación del año :D Gracias por leerme y todo es rollo que ya se los he estado repitiendo desde navidad. Les amo mucho. Aquí les dejo un Janxx que cuando se me ocurrio me pareció muy gracioso y quice escribirlo para ustedes *-*






—¿Quieres un poco de sidra?

Mi cara se descompuso totalmente al escuchar la invitación de Christian. No tenía ganas de nada, me sentía demasiado deprimido incluso como para tomar un poco de sidra sabor manzana. El año se acababa y dejaba todo lo que me había pasado atrás. Desde cosas que me serían imposibles de olvidar hasta las escenas más melodramáticas que montamos Jake y yo en alguna pelea callejera, nacida de algún disgusto por parte de ambos.

Era cierto que siempre terminábamos enrollados en sábanas y era un rollo de al menos un día completo, sin embargo, las peleas eran algo que me ponían de mal humor y me lastimaban. Y me lastimaban porque a Jake parecía valerle mierda todo lo que pasara entre nosotros, así como la vez que jugando con él, caí de las escaleras resbalándome con una cascara de plátano que Jake había comido minutos antes y que por pereza había dejado tirada en las escaleras, en lugar de ir hasta el bote de basura más cercano. Me torcí el tobillo y lloré como nunca había llorado por dos razones considerables. La primera era que dolía como la puta tener el tobillo torcido. La segunda era que Jake estaba burlándose de la manera en la que caí por las escaleras como pelota de voleibol.

No fue más que un susto, y Jake entre risas me lo había repetido, caminaría de nuevo y era obvio, pero en ese momento estaba asustado y creí que quedaría postrado para siempre en una silla de ruedas.

—Jinxx, joder ¿Sigues vivo, cierto? — Bromeó Jake sentándose a mi lado y besando mi mejilla para distraerme de mis pensamientos. Él tenía siempre la mirada sobre mí. Sabía que cuando me quedaba viendo a la nada, estaba vagando entre recuerdos o fantaseando románticamente con él. Siempre acertaba. — ¿Realmente vas a tragarte las doce uvas, nada más den las doce de la noche? Porque estoy cien por ciento que vas a ahogarte y ni siquiera vas a poder pedir algún deseo.

—Pues son mis uvas, es mi boca, son mis deseos y si me ahogo va a ser muy mi culpa. Quiero hacerlo. — Dije orgulloso y apreté entre mis manos el plato repleto de una docena de uvas verdes jugosas. Tenté en llevarme una a la boca pero entonces estaría incompleto de uvas para los deseos y faltaban treinta segundos para que comenzara la cuenta regresiva.

Jake me miró y soltó una carcajada.

—Vale, pequeño. Si te ahogas me avisas que quiero tomarte una foto. — Se burló y tomó una copa de whisky. ¿De donde mierda la había sacado? Había escondido la botella pues temía que todos terminaran borrachos. En especial Andy que tomaba como si no hubiese mañana. — Sí. Encontré el whisky en una de tus cajoneras. No escondas las cosas, cariño.

Mi ceño se frunció y mi mirada se posó en la televisión donde se hacía el conteo nacional. Mostrando un enorme reloj en la pantalla, la cuenta regresiva comenzó haciendo que todos comenzaran a contar y a mí se me escaparan las primeras lágrimas de emoción y tristeza.

Jake de pie a mí lado, tiró de mi brazo levantándome y aprisionándome entre sus brazos, ahogándome entre ellos. Murmuraba palabras de consuelo y amor en mi oído mientras yo solo apretaba con fuerza el plato de uvas en mi mano, esperando el tres, dos, uno.

—¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno! ¡Feliz año nuevo! — Gritaron mis amigos a unisonoro mientras entre ellos se abrazaban con cariño y emoción.

Con la desesperación de que ninguna campanada se me pasara, tomé la primera uva para llevármela a los labios. Estaba por meterla a mi boca cuando Jake golpeo desde abajo el plato repleto de uvas tirándolo lejos y rompiéndolo en mil pedazos, haciendo que las once uvas restantes volaran por la habitación. La uva que iba directo a mis labios fue arrebatada con euforia y aplastada por la palma de Jake.

—¿Qué sucede contigo? — Grité molesto.

Jake me apretó entre sus brazos tomándome por la cintura. Mis ojos se aguaron más de lo normal al sentir los labios de Jake posándose sobre los míos y me besó con fuerza.

Sentí cólera montanea y ganas de darle un puñetazo en el rostro por haberme arruinado mi lista de deseos más ansiados, pero una succión placentera en mis labios, más una lengua frotándose contra la mía, me hizo reaccionar y soltar un leve jadeo.

Vaya forma de recibir el año. Totalmente.

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