jueves, 27 de febrero de 2014

Disfraces.



Primero quiero decir que este es un oneshot(?) dividido en dos. No tiene ni cabeza ni pies. Es tonto y me avergüenzo de. No digo que sea malo, pero es muy random que siento que es complicado.
 El barnner es hermoso *-* (tenía que decirlo). Subiré pronto algo... no sé, lo que sea.
Mucho amor para ustedes :D




 1.- Cicatrices.
Me remuevo en la cama y escucho un crujido. Está a punto de partirse en dos, pero no me interesa. Me niego a levantarme.

Mamá está en la puerta de la habitación. Su mirada melancólica me estruja el corazón. Le miro con una interrogante y ella niega con la cabeza. Suelto un suspiro y me levanto de la cama acercándome a ella. Beso su frente y acaricio sus cabellos dorados.

—No quiere. — Murmura. Asomo la cabeza por la puerta y veo la tuya cerrada. Hay grietas alrededor de ella, lo que me indica que has estado pateándola con fuerza. Intento no llorar y aprieto los labios. — Pero lo hará. — Mamá es torpe. Es ingenua, cree que tu depresión es momentánea.

—Lo sé—. Miento.

Desayunamos en un silencio denso. Mamá llora silenciosamente, me doy cuenta por el movimiento de sus hombros. Me tallo los ojos y me levanto de la mesa sin ni siquiera terminar mi desayuno. Mamá me mira y su delicado rostro está descompuesto.

Está desesperada por saber lo que te pasa y yo también.

Subo a tu habitación y toco la puerta. No contestas. Intento abrirla y me sorprendo cuando la encuentro sin pestillo. Los últimos días lo habías puesto.

Abro despacio y veo la oscuridad de la mañana dentro de tu habitación. Escucho un sollozo en la cama y veo como un bulto se mueve lentamente. Sé que eres tú, lo sé porque te conozco. Te despiertas suavemente como si las sombras te movieran ligeramente y enfocas tu vista cansada sobre mi figura.

—¡No! — Gritas pero suena más como un quejido y caes de la cama. Estás enredado en las sábanas y sueltas angustiosos sollozos.

Me acerco a ti y noto como quieres gritar. Tu boca se abre, sale un gorgorito de tu garganta y noto unas líneas rojas, rojas y sangrantes. Me aterro. Te has cortado los labios por las mejillas llegando hasta tus pómulos. ¿Qué te has hecho? No son profundas, sin embargo, la sangre que fluyó de ahí dejo mitad de tu rostro manchado.

Tus ojos avellanas están inyectados de sangre, pero puedo notar lo cristalinos que están. Quieres llorar y quieres gritar. Te estas quedando estancado, me alejaste de ti y no puedo hacer nada.

Tus muñecas tienen sangre reseca. Levanto tu mano aun en contra de tu voluntad y te beso suavemente cada una de esas líneas cicatrizando.

—No, Tom, no. — Estás débil y unas lágrimas caen de mis ojos mojando tus mejillas. Levanto la mano y limpio la sangre de tu rostro.

—Sh. No llores, no tienes porqué llorar, no tienes que quedarte aquí. No puedes rendirte, tampoco puedes dejarme.

—No, no te dejaría nunca. Pero no quiero más.

—¿Qué es lo que no quieres? — Pregunto con la voz rota. Te miro y tus ojos comienzan a brillar lentamente. Sonrió un poco y acaricio tu cabello enredado.

—Que me señalen con el dedo por ser yo quien te ama. — Por un momento tengo coraje. Suelto una risa burlona y te miro fijamente.

—¿Te has olvidado que es a mí a quien también señalan? Me dejas solo amor, no puedes hacerlo.

—Pero no quiero. — Acaricio tu piel teñida de escarlata y beso tu frente.

—Vámonos de aquí. — Tus ojos se abren y tus manos se sujetan lo más fuerte que pueden a mis brazos. 

Noto el gesto de dolor en tu rostro por las líneas sangrantes en tus brazos y tato de compensarlo besando tu cabello.

—¿Irnos? ¿A-a dónde?

—No lo sé, pero hay más de cien países en donde podríamos vivir en paz, sin que nadie pueda decirnos nada. Nos llevaremos a mamá, tendremos una mascota…

—¿Un perro?

—Un perro será. Trabajaremos, tendremos amigos, colegas y nuestra familia será fuerte.

Tus ojos destellan y las lágrimas comienzan a salir de tus ojos. Me alarmo y comenzó a retirarlas con el pulgar y de la nada comienzas a reír. Tus labios hacen un puchero y recuerdo que hacia tanto no los probaba. Tengo ganas de hacerlo de nuevo. Ya. Ahora, quiero besarte y hacerte saber cuánto significas para mí.

—¿Puedo besarte? — Pregunto. Asientes con la cabeza y presiono nuestros labios.

Extrañaba el sabor a vainilla que de alguna manera extraordinaria siempre has tenido en los labios.


2.- Disfraz.

Sin aparentar, sin miedo, sin pensar, sin esconderme detrás de éste… Como un castigo mil veces.

Te miró y aparto la mirada adolorido. La punzada en mi pecho crece y me es imposible estirar mi mano y acariciar tu mejilla, porque no puedo hacerlo, no me dejas, veo el terror en tus ojos y permito que intentes calmarte.

De las heridas que te hiciste en la cara, cuello y mejillas apenas queda rastro. Solo las encuentro terroríficas cuando lloras sin parar.

Es la segunda vez que tienes un ataque de pánico, ansiedad y estrés desde aquella vez. Faltan unas semanas para irnos lejos de aquí. No me duele verte así, pero sé que con unas palabras de aliento, saldrás adelante y será un mal recuerdo.

Sólo puedo protegerte por medio de palabras insignificantes, sin embargo, físicamente estás agotado, estás cayendo, no puedo sostenerte. Veo como tus delgadas piernas flaquean y caes al suelo de rodillas. Desisto en ir hacia ti para saber si estás bien.

Comprendo el porqué de tu situación. Te escondes de todos aquellos labios que juzgan, de aquellos dedos que apuntan, aquellos ojos que culpan, es porque no quieres ver, escuchar, ni sentir como te culpan por no ser “tan normal”. Te escondes tras un disfraz que demuestra lo contrario a lo que eres. Me siento molesto contigo y conmigo, yo también sufro lo mismo, sin embargo puedo superarlo. Tú no.

Las lágrimas negras que caen de tus ojos son como cuchillas enterrándose fuertemente sobre mi pecho. En solo una mirada, dices que lo sientes. ¿Por qué lo sientes? No es tu culpa amor mío. En solo una mirada dices querer escapar muy lejos, sin regresar jamás.

Miro a mi alrededor y solo veo una habitación sin lujos. Está llena de aparatos electrónicos últimos en el mercado, sin embargo, el lujo para mí, es poder besar tus labios sin ser golpeado, sin ser interrumpido y correspondido con la misma pasión con la que lo doy.

Quiero salir de aquí y no mirar hacia atrás, quiero escapar otra vez contigo, y no volver nunca más. Sin aparentar, sin miedo, sin pensar en nadie más, sin escondernos detrás de este disfraz ya no, como un castigo mil veces.

Quiero salir de mí— Murmuras tirando de tu cabello azabache mientras tus rodillas se lastiman contra el azulejo. Es como si leyeras mi mente y es lógico, somos gemelos…—, quiero dejarme caer, quiero escapar una vez— Levantas la mirada cristalina y con miedo me miras a los ojos directamente haciéndome saber tu dolor por medio de tus orbes avellanas—, sin tener que estar como escondido, yo no sé de qué, como una culpa tócame la piel…

—Sin miedo, hasta que caiga el sol.

Me acercó con lentitud hacia ti con temor a que de la nada me rechaces. No lo haces.

Tomó tus brazos y froto mis manos contra ellos para hacerte entrar en calor, estás demasiado frío. Beso tu mejilla y la siento húmeda. Mi corazón se rompe en pedazos. Tomo aire y te abrazo con fuerza. Gimes despacio y un interruptor en mi cabeza se acciona con solo escuchar tu respiración entrecortada. Te ha pasado lo mismo.

Tomo tus mejillas con los pulgares de mis manos y acerco mis labios a los tuyos para devorarlos de una manera apasionada y feroz. Tus manos suben por mis brazos, apretando suavemente las curvaturas de los músculos que sobresalen y jadeas cuando intento penetrar tu boca con mi lengua.

Dime que pasó, en que momento me perdí, quisiera desaparecer y lo hago. Desaparezco por un instante me pierdo de mí, aquí, por ti. Oh.

Besas la comisura de mis labios separándote un momento y miro la belleza de tus ojos opacos. En solo una mirada dices que lo sientes, quieres escapar lejos sin regresar jamás.

No soporto esas palabras en mi cabeza y te tomo de la nuca besándote nuevamente. El beso sigue apasionado y tus manos sobre mis hombros presionan suavemente hasta hacerme caer al suelo. Tomo tu cintura y te atraigo conmigo. Caemos al piso y sueltas una risa ligera sin despegar nuestros labios.

Tus mejillas húmedas y gotitas saladas cayendo sobre las mías me estrujan el corazón. Levanto una mano y separo nuestros rostros para poder limpiar todo rastro de tus lágrimas negras de dolor. Tu maquillaje está corrido, sin embargo, sigues siendo precioso.

—Tom—. Susurras con voz pequeña y excitada. — Ya no quiero.

—Tampoco quiero amor mío. Pero mientras estés aquí, justo así, no habrá nada que pueda juzgarnos.

—Sin este disfraz. — Dices con una sonrisa. Tus ojos rojos, el maquillaje corrido, las mejillas rojas y húmedas, y tus labios rosados son la imagen perfecta para mí. —Sin escondernos detrás de este disfraz.

Sonreí complacido.

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