Primero quiero decir que este es un oneshot(?) dividido en dos. No tiene ni cabeza ni pies. Es tonto y me avergüenzo de. No digo que sea malo, pero es muy random que siento que es complicado.
El barnner es hermoso *-* (tenía que decirlo). Subiré pronto algo... no sé, lo que sea.
Mucho amor para ustedes :D
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1.- Cicatrices.
Me remuevo en la cama y escucho
un crujido. Está a punto de partirse en dos, pero no me interesa. Me niego a
levantarme.
Mamá está en la puerta de la habitación.
Su mirada melancólica me estruja el corazón. Le miro con una interrogante y
ella niega con la cabeza. Suelto un suspiro y me levanto de la cama acercándome
a ella. Beso su frente y acaricio sus cabellos dorados.
—No
quiere. — Murmura. Asomo la cabeza por la puerta y veo la tuya cerrada. Hay
grietas alrededor de ella, lo que me indica que has estado pateándola con
fuerza. Intento no llorar y aprieto los labios. — Pero lo hará. — Mamá es
torpe. Es ingenua, cree que tu depresión es momentánea.
—Lo sé—.
Miento.
Desayunamos
en un silencio denso. Mamá llora silenciosamente, me doy cuenta por el
movimiento de sus hombros. Me tallo los ojos y me levanto de la mesa sin ni
siquiera terminar mi desayuno. Mamá me mira y su delicado rostro está
descompuesto.
Está
desesperada por saber lo que te pasa y yo también.
Subo a tu
habitación y toco la puerta. No contestas. Intento abrirla y me sorprendo
cuando la encuentro sin pestillo. Los últimos días lo habías puesto.
Abro
despacio y veo la oscuridad de la mañana dentro de tu habitación. Escucho un
sollozo en la cama y veo como un bulto se mueve lentamente. Sé que eres tú, lo
sé porque te conozco. Te despiertas suavemente como si las sombras te movieran
ligeramente y enfocas tu vista cansada sobre mi figura.
—¡No! —
Gritas pero suena más como un quejido y caes de la cama. Estás enredado en las
sábanas y sueltas angustiosos sollozos.
Me acerco
a ti y noto como quieres gritar. Tu boca se abre, sale un gorgorito de tu
garganta y noto unas líneas rojas, rojas y sangrantes. Me aterro. Te has
cortado los labios por las mejillas llegando hasta tus pómulos. ¿Qué te has
hecho? No son profundas, sin embargo, la sangre que fluyó de ahí dejo mitad de
tu rostro manchado.
Tus ojos
avellanas están inyectados de sangre, pero puedo notar lo cristalinos que
están. Quieres llorar y quieres gritar. Te estas quedando estancado, me
alejaste de ti y no puedo hacer nada.
Tus
muñecas tienen sangre reseca. Levanto tu mano aun en contra de tu voluntad y te
beso suavemente cada una de esas líneas cicatrizando.
—No, Tom,
no. — Estás débil y unas lágrimas caen de mis ojos mojando tus mejillas.
Levanto la mano y limpio la sangre de tu rostro.
—Sh. No
llores, no tienes porqué llorar, no tienes que quedarte aquí. No puedes
rendirte, tampoco puedes dejarme.
—No, no
te dejaría nunca. Pero no quiero más.
—¿Qué es
lo que no quieres? — Pregunto con la voz rota. Te miro y tus ojos comienzan a
brillar lentamente. Sonrió un poco y acaricio tu cabello enredado.
—Que me
señalen con el dedo por ser yo quien te ama. — Por un momento tengo coraje.
Suelto una risa burlona y te miro fijamente.
—¿Te has
olvidado que es a mí a quien también señalan? Me dejas solo amor, no puedes
hacerlo.
—Pero no
quiero. — Acaricio tu piel teñida de escarlata y beso tu frente.
—Vámonos
de aquí. — Tus ojos se abren y tus manos se sujetan lo más fuerte que pueden a
mis brazos.
Noto el gesto de dolor en tu rostro por las líneas sangrantes en
tus brazos y tato de compensarlo besando tu cabello.
—¿Irnos?
¿A-a dónde?
—No lo
sé, pero hay más de cien países en donde podríamos vivir en paz, sin que nadie
pueda decirnos nada. Nos llevaremos a mamá, tendremos una mascota…
—¿Un
perro?
—Un perro
será. Trabajaremos, tendremos amigos, colegas y nuestra familia será fuerte.
Tus ojos
destellan y las lágrimas comienzan a salir de tus ojos. Me alarmo y comenzó a
retirarlas con el pulgar y de la nada comienzas a reír. Tus labios hacen un
puchero y recuerdo que hacia tanto no los probaba. Tengo ganas de hacerlo de
nuevo. Ya. Ahora, quiero besarte y hacerte saber cuánto significas para mí.
—¿Puedo
besarte? — Pregunto. Asientes con la cabeza y presiono nuestros labios.
Extrañaba
el sabor a vainilla que de alguna manera extraordinaria siempre has tenido en
los labios.
2.- Disfraz.
Sin aparentar, sin miedo, sin pensar, sin esconderme detrás de éste…
Como un castigo mil veces.
Te miró y aparto la mirada
adolorido. La punzada en mi pecho crece y me es imposible estirar mi mano y
acariciar tu mejilla, porque no puedo hacerlo, no me dejas, veo el terror en
tus ojos y permito que intentes calmarte.
De las heridas que te hiciste en
la cara, cuello y mejillas apenas queda rastro. Solo las encuentro terroríficas
cuando lloras sin parar.
Es la segunda vez que tienes un
ataque de pánico, ansiedad y estrés desde aquella vez. Faltan unas semanas para
irnos lejos de aquí. No me duele verte así, pero sé que con unas palabras de
aliento, saldrás adelante y será un mal recuerdo.
Sólo puedo protegerte por medio
de palabras insignificantes, sin embargo, físicamente estás agotado, estás
cayendo, no puedo sostenerte. Veo como tus delgadas piernas flaquean y caes al
suelo de rodillas. Desisto en ir hacia ti para saber si estás bien.
Comprendo el porqué de tu
situación. Te escondes de todos aquellos labios que juzgan, de aquellos dedos
que apuntan, aquellos ojos que culpan, es porque no quieres ver, escuchar, ni
sentir como te culpan por no ser “tan normal”. Te escondes tras un disfraz que
demuestra lo contrario a lo que eres. Me siento molesto contigo y conmigo, yo
también sufro lo mismo, sin embargo puedo superarlo. Tú no.
Las lágrimas negras que caen de
tus ojos son como cuchillas enterrándose fuertemente sobre mi pecho. En solo
una mirada, dices que lo sientes. ¿Por qué lo sientes? No es tu culpa amor mío.
En solo una mirada dices querer escapar muy lejos, sin regresar jamás.
Miro a mi alrededor y solo veo
una habitación sin lujos. Está llena de aparatos electrónicos últimos en el
mercado, sin embargo, el lujo para mí, es poder besar tus labios sin ser
golpeado, sin ser interrumpido y correspondido con la misma pasión con la que
lo doy.
Quiero salir de aquí y no mirar
hacia atrás, quiero escapar otra vez contigo, y no volver nunca más. Sin
aparentar, sin miedo, sin pensar en nadie más, sin escondernos detrás de este
disfraz ya no, como un castigo mil veces.
—Quiero
salir de mí— Murmuras tirando de tu cabello azabache
mientras tus rodillas se lastiman contra el azulejo. Es como si leyeras mi
mente y es lógico, somos gemelos…—, quiero dejarme caer, quiero escapar
una vez— Levantas la mirada cristalina y con miedo me
miras a los ojos directamente haciéndome saber tu dolor por medio de tus orbes
avellanas—, sin tener que estar como escondido, yo no sé de qué, como
una culpa tócame la piel…
—Sin
miedo, hasta que caiga el sol.
Me acercó
con lentitud hacia ti con temor a que de la nada me rechaces. No lo haces.
Tomó tus
brazos y froto mis manos contra ellos para hacerte entrar en calor, estás
demasiado frío. Beso tu mejilla y la siento húmeda. Mi corazón se rompe en
pedazos. Tomo aire y te abrazo con fuerza. Gimes despacio y un interruptor en
mi cabeza se acciona con solo escuchar tu respiración entrecortada. Te ha
pasado lo mismo.
Tomo tus
mejillas con los pulgares de mis manos y acerco mis labios a los tuyos para
devorarlos de una manera apasionada y feroz. Tus manos suben por mis brazos,
apretando suavemente las curvaturas de los músculos que sobresalen y jadeas
cuando intento penetrar tu boca con mi lengua.
Dime que
pasó, en que momento me perdí, quisiera desaparecer y lo hago. Desaparezco por
un instante me pierdo de mí, aquí, por ti. Oh.
Besas la
comisura de mis labios separándote un momento y miro la belleza de tus ojos
opacos. En solo una mirada dices que lo sientes, quieres escapar lejos sin
regresar jamás.
No soporto esas palabras en mi
cabeza y te tomo de la nuca besándote nuevamente. El beso sigue apasionado y
tus manos sobre mis hombros presionan suavemente hasta hacerme caer al suelo.
Tomo tu cintura y te atraigo conmigo. Caemos al piso y sueltas una risa ligera
sin despegar nuestros labios.
Tus mejillas húmedas y gotitas
saladas cayendo sobre las mías me estrujan el corazón. Levanto una mano y
separo nuestros rostros para poder limpiar todo rastro de tus lágrimas negras
de dolor. Tu maquillaje está corrido, sin embargo, sigues siendo precioso.
—Tom—.
Susurras con voz pequeña y excitada. — Ya no quiero.
—Tampoco
quiero amor mío. Pero mientras estés aquí, justo así, no habrá nada que pueda
juzgarnos.
—Sin este
disfraz. — Dices con una sonrisa. Tus ojos rojos, el maquillaje corrido, las
mejillas rojas y húmedas, y tus labios rosados son la imagen perfecta para mí.
—Sin escondernos detrás de este disfraz.
Sonreí
complacido.
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