Barner por Rubí Gómez
Capítulo
siete: Sospechas.
Andy parecía un pequeño león enjaulado, dando vueltas por su
habitación soltando gruñidos y jalándose el cabello de la desesperación. Se le
había ido de las manos totalmente. Su mente no dejaba de maquila ideas locas e
inútiles para burlarse de ello, pero simplemente ninguna era lo suficientemente
buena como para librarse de su mentira; incluso sentía como su subconsciente se
burlaba de él a grandes carcajadas, diciéndole ‘estúpido’ mil veces.
Jinxx y Jake por su
parte, lograron tomar la ropa interior que estaba a su alcance a un lado de
ellos para no tener que mostrar partes de su cuerpo que preferían reservarse
solo para ellos. Haberlos interrumpido en el momento cúspide de su calentón a
esa hora de la mañana, les hacía sentir el calor brotar por los poros de su
piel de una manera no muy agradable. Y peor aún con el pequeño Andy dando
vueltas y maldiciendo a todos, podrían considerar el tener público... La
erección en sus bóxers lo decía todo.
— ¿Estás bromeando cierto?
Andy se detuvo en seco y se giró de
una manera nada suave y tranquila. Se le notaba tenso y nervioso, incluso se le
podía ver el parpado del ojo izquierdo saltar.
— ¿Acaso me ves sonriendo, eh? ¡Me
ves con una jodida sonrisa en el rostro! ¡Fue tu jodida culpa! ¡Fuiste tú,
maldito imbécil! ¡Si solo abrieras la boca para chupar pollas, esto no habría
pasado!— Gritó señalando con su dedo indicé a un Jinxx con una incógnita en la
cara. Claro que después de procesar la información su mandíbula se fue
totalmente hasta el suelo, indignado.
—Ya. ¿Mi culpa dices? — Jinxx se
llevó una mano a su barbilla y rascó para luego colocar dos dedos en su sien y
masajear suavemente en círculos. Suspiró y colocó sus dedos sobre su tabique
nasal. — Ok, niñato estúpido. Escucha, si no mal recuerdo, fuiste tú quien
decidió que era buena idea mandar cartas a un completo extraño, y no suficiente
con eso, engañarle haciéndote pasar por una chica. ¡Es que no conocías lo
suficiente a Oliver! ¡Sabías que era un tipo con más edad que tú, que cualquier
decisión que tomara no le afectaría porque es un adulto! ¡Y peor que todo le
dijiste que estabas enfermo! ¡Eres tú el que está mal, no yo! ¡Deja de ser un
mocoso Andy, piensa con la cabeza cuando vayas a hacer alguna estupidez! ¡A
sabiendas que más le has de haber contado! ¡Imbécil! —Andy apretó los labios en
una línea recta y su ceño quedó descompuesto. Iba a explotar pronto.
—Pero luego vienes tú y me dices “Si no fuera porque está a kilómetros, temería que viniera a
buscarte” —imitó con voz torpe—, me has echado la maldición ¡maldito seas, mil
veces! —gritó jalando algunos mechones de cabello que tenía sobre la frente. —¡¿Qué
voy a hacer? ¿Qué le voy a decir?! —Dio una vuelta completa como buscando algo
y luego miró hacia la puerta—¡Ya sé! Me quedaré aquí hasta que se vaya —
murmuró asomando la cabeza entre el marco de la puerta y esta misma que por el
momento yacían abiertas solo un poco—, si eso haré, cuando se harte, se irá y
así no tendré que dar torpes explicaciones.
—Oye—Jinxx tronó dos dedos y chasqueó
la lengua llamando la atención de Andy, quien cerraba la puerta con pestillo y
caminaba de puntitas hasta su cama—, tienes que hablar con él, no puedes
quedarte aquí… y mucho menos esconderte debajo de la cama— Habló con voz dura y
tiró del tobillo de Andy quien ya tenía medio cuerpo bajo su cama.
—¡Cállate! ¡Eres el menos indicado
para decirme que hacer, estúpido!
Jake que estaba con ambos brazos
tras su cabeza, soltó la carcajada ganándose la atención de los dos chicos que
peleaban y casi se escupían en la cara.
—Andy, la culpa es tuya. No le
cargues el muerto al pequeñín, que podrá tener una boca demasiado floja, pero
no es un brujo como para lograr que aquel haya traído su trasero hasta acá. —
Fue la determinante voz de Jake para luego levantarse y jalar a su novio del
cintillo de su bóxer, para que se volviera a costar con él. — Tú le trajiste
hasta acá a base de mentiras. Por favor cuando salgas cierra la puerta.
—¡Imbéciles, no entienden! —. El
menor de los tres estalló completamente tomando el lamparín de lava, que se
encontraba en la mesa ratonera y lo estrellarlo con fuerza hacia la pared. —¡Oliver!
***
Por extraño que pareciera, Oliver se sentía como en su casa,
demasiado cómodo y muy perezoso.
Miraba para todos lados, llevaba rato sentado, estudiando el
salón donde se encontraba, posaba su mirada en cada uno de los artículos que
veía y los estudiaba con la mirada como si fueran algo nunca antes visto.
Miraba con detalle, hasta que sus ojos se posaron en una secuencia de fotos
familiares, notando lo extraño que era no ver una donde ella, su chica, saliera
si se suponía que eran fotos de la familia completa. Siempre era un adorable
niño de cabellos rubitos el que salía posando con lo que serían sus padres. Se
veía el crecer de aquel muchachito que aún no conocía, notando el cambio más
drástico: el del cabello, en la niñez totalmente rubio y más adelante con el
cabello completamente oscuro.
Tomó una fotografía para mirarla de cerca frunciendo el ceño
al notar el demasiado parecido entre Andy y el niño que salía en las
fotografías. “Hermanos” pensó. Se encogió de hombros y siguió paseándose como
si nada, tratando de perder el tiempo en la espera.
Estaba tardando demasiado y se estaba comenzando a sentir
inoportuno e incomodo. Quizás ella iba a salir, o quizás se estaba cambiando
para él… Fuera lo que fuera, estaba tardando mucho y a él le estaba entrando un
sueño inmenso y las ganas de acostarse en una cama le estaban traicionando en
ese momento. En ese momento creyó que lo más adecuado hubiera sido el descansar
un par de horas y luego ir a su encuentro. Pero ya estaba ahí. Suspiro y
comenzó a caminar nuevamente para sacar esos pensamientos que tenía en mente,
luego de haberse detenido frente a la enorme ventana que señalaba la carretera.
Se acercó a la cocina-comedor como por tercera vez, paseando
su mirada por el aseado lugar. Se notaba enseguida que una mujer con dedicación
se metía en esas habitaciones, pues todo estaba en orden, cada objeto en su
sitio, al igual que el alimento enlatado, en caja o en refrigeración.
Extremadamente impecable.
De regreso pasó por el principio de las escaleras escuchando
unas voces en la parte de arriba. Aquellas voces sonaban desesperadas, y
ninguna era de una chica, parecían voces masculinas, no de señores, pero sí de
chicos en plena pubertad. Quizás era aquel chico, tal vez, era hermano de Andy.
Difícil descifrarlo cuando ella nunca menciono tener un hermano.
Se mordió el labio y se quedó ahí parado planteándose el
subir las escaleras o quedarse ahí sentado esperando a que su chica bajara.
Pero no lo hacía. Si subía y la encontraba en una situación vergonzosa sería
totalmente estúpido, pero el quedarse ahí parado esperando a que descendiera
por las escaleras, estaba terminando con su paciencia.
Las voces cada vez eran más fuertes, sin embargo el sonido
de la habitación parecía retenerlas, por lo que se escuchaban murmuros
distorsionados, sin embargo en un grito de frustración seguido de un golpe o
quizás algo quebrándose en mil pedazos, escuchó su nombre y luego un silencio.
Apenas piso el primer escalón decidido a subir y exigir que
rayos estaba pasando, la puerta principal de la casa se abrió dejando ver a una
mujer mayor con unas bolsas en mano, quejándose del tráfico y las pocas
verduras y frutas frescas que pudo encontrar en un supermercado a pesar de la
temprana hora que era.
Oliver la miró sin saber que hacer y el color en sus
mejillas se tornó en un vivo escarlata, al momento en el que la mujer se
detenía en seco mirándole con una ceja alzada. Era clara la pregunta en sus
ojos.
—Hola. — murmuró bajo y agitó su
mano de una forma que en vez de parecer saludo, parecía que padecía del
síndrome de Parkinson.
—¿Quién eres tú? ¿Amigo o algo de mi
hijo, o de los amigos de mi hijo? — Preguntó sofocada.
—¿Su hijo? Oh, es que yo…— ¿Qué decir? Cualquier cosa que dijera iba a
sonar como un completo acoso, y esa mujer que reconocía por las fotos como la
madre de su Andy, lo echaría a patadas.
Ella soltó un gritito. Arrebatándole
un brinco y un quedo ‘ah’ que hizo despertarle de sus pensamientos, Oliver
corrió a detener una bolsa que se le había soltado de las manos de esa mujer e
iba directo contra el suelo. La detuvo a tiempo.
Ella caminó hacia el comedor siendo
seguida por Oliver que estrechaba entre sus brazos la bolsa de frutas que
alcanzó a detener momentos antes. Se estaba poniendo aún más estresado de lo
que ya estaba; dejó las bolsas de compras sobre la mesa y se giró sobre sus
talones y tomó con cariño y delicadeza la bolsa que Oliver sostenía en sus
manos.
—¿Y bien? No me lo has dicho, ¿Quién
eres?
—Yo. Bueno, yo vengo…— carraspeo
nervioso y se acomodó el cabello. Intentó continuar pero aquella mujer se llevó
una mano a los labios con expresión de asombro. Lo reconoció de momento.
—Espera. Yo… yo te conozco… sí, te
eh visto, antes. — Esa mujer no mayor a los cuarenta años rascó su barbilla y
clavó la mirada en un nervioso y sudoroso Oliver, tratando de recordar de donde
exactamente le conocía.
—Yo, bueno, me llamo Oliver—tanteó
alargando su nombre, esperando a que aquella mujer le gritara o algo al
reconocerle por mandar cartas. Pero ella se quedó inexpresiva mirándole,
haciéndole saber que aún no tenía idea de quien era—, vivo en Canadá, yo eh
mandado unas cartas…
—¡Cartas! ¡Eres tú aquel chico de
Kingston! ¿Lo eres? Eres quien le manda las cartas a mi bebé. ¡Oh, vaya, lo
siento tanto! — Se disculpó y Oliver arqueó la ceja, no entendiendo la razón,
por la que lo hacía.
—Me llamo Amy, soy la mamá de Andy.
Oliver forzó una sonrisa y estrechó
su mano con la de Amy quien le dedicó una cálida sonrisa que le indicaba que
por el momento era bienvenido. Suspiró aliviado y se acomodó sus ropas
intentando no parecer un vago, pero lo parecía, aunque infinitamente agradecía
llevar manga larga ocultando sus tatuajes, los de su cuello eran un poco más
visibles. Dejando eso de lado, ni siquiera se había dado un baño ¿y si
apestaba?
Giró la cabeza y tiró del cuello de
su playera intentando oler algo malo, pero simplemente no encontraba algún olor
diferente, incluso no olía nada y eso le perturbaba. Obvio que era su olor y
jamás lo encontraría distintivo. Casi dio un respingo al notar que Amy le
miraba seriamente. Se avergonzó aún más.
—Sí, bueno yo eh venido desde
Kingston, porque estoy muy intrigado. —Se quedó callado un momento, de nuevo
esperando por alguna reacción de aquella mujer, pero simplemente se quedó
serena mirándole hablar—, ya sabe—carraspeó—, por las cartas de Andy, las que manda a mi
casa en… allá. —Se quedó pensando un momento, pero el silencio de Amy le estaba
poniendo nervioso. Se limpió las manos sudorosas en los pantalones y sonrió—, creo
que es lindo el que recuerde el lugar de su infancia, ya sabe.
—Está extrañamente obsesionado con
aquella pequeña casita que teníamos— Amy le miró y le sonrió. El temperamento
que aquella mujer dejaba ver era extraño, muy raro y comenzaba a darle miedo. —
¿Ya ha bajado?— Preguntó ella sirviendo un vaso de jugo y pasándoselo sin
pregúntale. Oliver lo tomó haciendo un gesto, notando después de haberle dado
un sorbo, que aquel jugo era de naranja y que además estaba super ácido. No era
temporada. Respondiendo a su pregunta, Oliver asintió. — Te ha dejado solo acá
abajo, ahora entiendo. Tiene manías muy extrañas, se debe estarse arreglando.
No te desesperes. — Dijo riendo y vaciló con una mano.
—Andy… ¿está bien? — No pudo evitar
preguntar Oliver con cierto tono preocupado. La voz le temblaba.
—¿Qué? Oh, pues, sí lo está. —Contestó
algo dudosa Amy, pero al final sonrió como lo venía haciendo los últimos
minutos. —A pesar de todo, aún y con sus dieciséis años sabe manejar muy bien
las cosas, aunque no dejo de pensar que es muy pequeño para otras más. Mi pobre
bebé. — Amy sonrió tomando unas verduras para comenzar a cocinar, dejando que
Oliver se atragantara con su jugo.
“Pequeño” retumbó en su mente; e
incluso el que usara el termino masculino en varias palabas le llamó la
atención, pero algo le hizo alejar ese pensamiento de su cabeza.
Dieciséis y no dieciocho. Primera
mentira encontrada.
—Oh, dieciséis, eso es… muy joven. —
Comentó Oliver con una voz demasiado apagada que al parecer pretendía no ser
escuchada. Pero lo fue.
—Lo es, créeme que sí— Amy quitó
algunos anillos de su mano y se giró para verle mejor. — ¿Y tú, cuántos años
tienes? Pareces un chico bastante mayor. — La mirada que le dirigió le hizo
querer desaparecer.
Consideró decir su verdadera edad,
pero estaba demasiado seguro que eso traería bastantes problemas, pues Amy
parecía del tipo madre super protectora con sus hijos, respondió sencilla y
falsamente: —Veinte.
—Oh vaya, las apariencias
engañan—Amy echó a reír, pero Oliver se quedó completamente serio. — ¿Vives con
tus padres en Kingston? Es increíble que hayas venido hasta Cincinnati. Me
parece una distancia un poco larga, y más si tus padres no te acompañan. ¿Tus
padres te han dejado venir solo hasta acá?
—Yo no vivo con mis padres.
—Respondió muy cortado y callándose al instante. —¿Cuánto tiempo tiene Andy? — Preguntó
al instante para borrar el ambiente pesado que comenzaba a crecer entre ellos. La
sonrisa de Amy se borró dando lugar a una mueca de incertidumbre. Carraspeó
nerviosa. —Lo siento, yo… es que me contó. — Se disculpó Oliver aún no teniendo
en cuenta que le había incomodado a Amy
—Ah, ok. ¿Qué es lo que exactamente
te contó?
—Lo de su enfermedad.
—¡¡Oh!! — Amy volvió a reír,
logrando que el chico pusiera una mueca de fastidio en la cara. ¡Su hija estaba
demasiado mal o muriendo quizás y ella reía! — Te refieres a la alergia
¿cierto? Andy siempre ha tenido esa alergia molesta hacia los mosquitos, es
normal pero no deja de ser un problema cuando vamos a la playa o a acampar, ya
sabes lugares de calor, lo peor es que…
—No, no, esa enfermedad no. — Soltó
con brusquedad. Oliver iba a volver a abrir la boca para alega sobre la
supuesta enfermedad que atormentaba a Andy por ser la que posiblemente le
llevara hasta sus últimos días, pero dejó escapa un suspiro y analizando la
situación, miró a Amy frente a él. ¿Qué coño hacia hablando con la mamá de la
chica? Joder, estaba arruinándolo todo, ese no era el plan. El plan era, verla,
platicar con ella, quedar con su e-mail o algo para contactar mejor con ella y
largarse. Conversar a gusto con su madre, no. Se puso de pie nervioso y caminó
hacia la sala con Amy sobre sus talones y cogió sus cosas. — Lo siento, debo
irme, creo que esto ha sido mala idea.
—Lamento si he sido un poco
inoportuna. No puedes irte así, ¿has desayunado? Tienes mal aspecto. — Oliver
negó y agradeció las atenciones de la mujer, pero no podía con eso, tenía que
irse ya. — ¡Espera! No te puedes ir sin al menos despedirte de Andy, se pondrá
triste cuando descubra que te has ido. — Amy emprendió camino hacia el
principio de las escaleras y gritó con voz dominante, típica de una madre. —
¡Andy, baja en este instante!
***
El menor de los tres chicos contrajo
notoriamente el rostro al escuchar el grito nada dulce de su madre. Si antes
estaba un poco preocupado, ahora estaba completamente muerto del miedo. ¡Su
madre! Ella no entraba en la gran mentira que se había soltado y mucho menos en
su plan de último momento. El quedarse ahí encerrado hasta que Oliver se
aburriera y se fuera ya no era algo viable. Su madre había estropeado todo. ¿Cuándo
llegó? ¿Lo había visto? ¿Estaba con él? ¿Platicó con él? ¿Ya lo sabía?
El escalofrío que recorrió todo su
cuerpo dio a entender a los dos chicos que le miraban con las mandíbulas apretadas,
que estaba más que aterrado. La tensión en la habitación se podía cortar con
tijeras y ahora eran los tres chicos quienes estaban realmente preocupados.
—¡Andy! —Recorrió de nuevo por toda
la casa, la voz estricta de su madre. — ¡Que bajes ahora mismo! Un chico está
buscándote y le has dejado solo aquí abajo, muy mal hecho, estás en problemas y
si no bajas ahora, subiré a por ti.
Andy perdió todo el color que tenía
en el rostro. ¿Qué decir? ¿Qué hacer? Si su madre subía estaba más que perdido,
sin contar que aún tenía maquillaje en el rostro. Eso sería aún más vergonzoso.
Si Oliver subía con ella, sería el final pues era obvio que ella le recriminaría
el usar su maquillaje. Se escandalizó y miró a Jinxx que aún estaba en brazos
de Jake, se acercó y lo jaló bruscamente, pegándose demasiado a él para
hablarle cerca del oído.
—¡Debes ayudarme porque tú me has
metido en esto! — Murmuró con agresividad al oído del otro que estaba de brazos
cruzados. — Gracias a tu gran capacidad de abrir la boca irás allá abajo y
dirás que estoy ocupado. Ocupada. ¿Entiendes?
—¡No! ¡No voy a hacerlo, es tú problema
no me metas en las cosas que haces! ¡Fue tu culpa ya te lo dije!
—¡Cállate! —Gruñó con fiereza
asustando a Jinxx. — Solo invéntate algo.
Y dicho eso, lo tomó del antebrazo y
tiró con brusquedad de él, para abrir la puerta y echarlo de la habitación, sin
olvidarse de poner el pestillo por si se le ocurría regresar.
A fuera de la habitación un Jinxx
totalmente sonrojado se quedó sin saber que hacer, al ver una sombra reflejada
subiendo por las escaleras. Se maldijo totalmente al no haberse puesto más que
sus bóxer y rezó a cualquier ser celestial que le echara la mano. Pero solo
ocurrió que Amy soltó un grito al verlo casi desnudo y que el otro chico que al
parecer era Oliver subió corriendo colocándose en posición de defensa que solo
al verle retiró y giró la cabeza para no verle.
—Mierda. — murmuró y fue escuchado
por ambas personas que le veían de reojo. — Yo… Jake… Andy… Ah. Es que Andy
acaba de tener un percance y… —carraspeó y notó que aquel chico ni siquiera le
ponía atención. Le estaba comenzando a dar frío y ambas manos intentando tapar
su hombría bajo su bóxer no ayudaban en nada. Rodó los ojos y habló rápido y
determinante. — Andy te verá a las cinco en el ‘Springfield 18’ está sobre Springfield
Pike. Donde está junto a una pastelería. Yo… —La puerta de la habitación de
abrió tan rápido que apenas pudo captar un móvil chocando contra su cabeza. —Auch
¡adiós!
Abrió la puerta y se metió
rápidamente chocando con Andy, que al parecer había estado con la oreja pegada
en la puerta, esperando escuchar algo más. Su ceño estaba fruncido y era obvio
que estaba molesto. Lo que quería era deshacerse de Oliver, pero mandando a
Jinxx fuera, lo único que consiguió fue que la sacara una cita esa misma tarde.
Afuera de la habitación Amy y Oliver
se miraron con unas cuantas interrogantes en la cabeza.
—¿Andy? —Amy se acercó a la puerta y
tocó con fuerza— ¡¿Me pueden explicar que diablos está pasando?! — Oliver se
encogió de hombros.
—Déjelo así.
Y dicho esto bajó sujetando fuerte
sus cosas y salió de la casa.
Andy soltó todo el aire que había
guardado en sus pulmones y pudo respirar tranquilo al escuchar el ligero click
que se escucho al ser cerrada la puerta principal.
—¡Andy! Ven acá, ahora.
Jinxx soltó una risita y se apresuró
a vestirse bajo la atenta mirada de Jake quien estaba de pie, completamente
vestido esperado por él.
—Te has metido en problemas. — Murmuró
Jake con voz divertida.
—Cállate.
—¡Andy! — Y unos golpes fuertes le
hicieron encogerse.
—Chicos.
—Chicos nada—Gruñó Jinxx—, te las
arreglas tu solo y tienes una cita a las cinco en el Springfield 18.
Tomó la mano de Jake y salió
corriendo de la habitación al sentir la mirada pesada que Amy le dirigía por
haber salido casi desnudo unos minutos antes.
Andy miró a su madre con todo el
terror corriendo por todo su torrente sanguíneo. Si no murió por ver a Oliver moriría
por la buena reprimenda que Amy iba a soltarle.
Nota: Primero quiero disculparme por tanto tiempo de no subir nada de este fic xd es que el capítulo pasado fue tan de improviso que cuando comencé este fue como de ¡oh my god, ahora que le pongo! pero las ideas fueron naciendo y bueno, es muy largo pero así vamos, lo que sigue será una cita entre Oli y Andy ¿Qué pasará? ¿Oliver descubrirá a Andy? *música dramática*
Dejenme un bonito comentario :'(
QUÉ? No me puedes dejar así, y la cita? Ay no asdfghj me encantó *w* espero no tardes mucho en subir el proximo xd
ResponderEliminarLa cita en el siguiente cap :D Tardé mucho en subir, lo sé xd pero ya no lo haré :D
EliminarOhh!! Por favor necesito saber que pasa!! Aah espero con ansias lo que sigue !!
ResponderEliminarPronto un capítulo, lo prometo.
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